El discípulo, como Hércules, debe luchar contra cada uno de los aspectos negativos y, por el contrario, desarrollar en sí mismo los aspectos positivos.
Debe luchar contra el lobo y el jabalí de Marte, la violencia salvaje, la crueldad y alimentar en sí mismo el deseo de hacer los sacrificios necesarios para que se produzca la germinación.
Debe vencer el materialismo y la sensualidad de Tauro, y adquirir su paciencia, su tenacidad y su fuerza.
Debe luchar contra la tendencia nociva de Géminis, con su intelecto siempre presto a criticar, engañar, y estar dispuesto, en cambio, a manifestar los preceptos del amor y de la sabiduría.
Debe dominar la emotividad, la imaginación crepuscular y desordenada de Cáncer, favorecida por la Luna, y sensibilizarse a las corrientes espirituales, tener el deseo de elaborar su vida y de purificar todas las fuerzas que le han sido dadas.
Debe vencer el orgullo y la ostentación de Leo, para desarrollar su nobleza, su grandeza, su rectitud.
Debe vencer la estrechez de espíritu, la sequedad y la avaricia de Virgo, y aprender su pureza, su gusto por el orden y el método.
Debe vencer la pereza y la indecisión de Libra y desarrollar su necesidad de armonía y belleza.
Debe triunfar frente a los celos y a las pasiones sensuales de Escorpio, y estar siempre dispuesto a morir a todo aquello que es inferior, como lo enseñaba Jesús cuando decía: "Si no morís, no viviréis"
Debe luchar contra el instinto de rebelión y la inestabilidad de Sagitario, y ser capaz de elevarse constantemente hasta Dios, de poseer un pensamiento poderoso y de defender la ciudadela de los Iniciados, de los hijos de Dios. Sagitario es el defensor que está subido a las murallas desde donde vigila, con el arco tendido, para proteger el Reino de Dios, la Fraternidad Blanca Universal.
Debe vencer el orgullo, la dureza y la intransigencia de Capricornio, para alcanzar, a través de la meditación y la contemplación, las más altas cimas de las montañas espirituales.
Debe vencer el individualismo, la necesidad de escándalo y de rebelión de Acuario, para fundirse con la inmensa comunidad de la fraternidad universal, en la vida cósmica.
Debe escapar de las brumas y las prisiones internas de Piscis, y aprender su abnegación, renuncia y sacrificio.
Así, el trabajo del discípulo consiste en recorrer todos los signos, luchando consigo mismo contra todos los enemigos interiores. Cuando estos trabajos estén terminados y haya adquirido las doce virtudes, como Hércules, llegará a ser un semi-dios.
fragmento de OMRAAM MIKHAEL AIVANHOV
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