El “Ser” al cual se acaba de
hacer referencia, y que tiene que permanecer innominado, es el Árbol del cual, en épocas subsiguientes,
se han ramificado todos los grandes Sabios y Hierofantes históricamente conocidos, tales como el Rishi Kapila, Hermes,
Enoch, Orfeo, etc. etc. Como hombre
objetivo, él es el misterioso (para el profano, el siempre invisible, y sin
embargo siempre presente). Personaje acerca del cual abundan las leyendas en
Oriente, en especial entre los ocultistas y los estudiantes de la Ciencia
Sagrada. Él es quien cambia de forma, y sin embargo, permanece siempre el mismo.
Y él, es, además, el que posee la autoridad espiritual sobre todos los Adeptos iniciados que en el mundo entero
existen. Él es, como se ha dicho, el “Sin Nombre” que tantos nombres posee, y
cuyo nombre y naturaleza son sin embargo desconocidos. Él es el “Iniciador”, llamado la “GRAN
VÍCTIMA”. Porque, sentado en los Umbrales de la LUZ, la contempla desde el
círculo de Tinieblas que no quiere cruzar; ni abandonará su puesto hasta el Día
postrero de este Ciclo de Vida. ¿Por qué permanece el Solitario Vigilante en el
puesto por él escogido? ¿Por qué permanece sentado junto a la Fuente de la
Sabiduría Primordial, en la cual no bebe ya, puesto que nada tiene ya que
aprender que no sepa, ni en esta tierra ni en sus Cielos? Porque los solitarios
Peregrinos cuyos pies sangran de vuelta a su Hogar, jamás se hallan seguros,
hasta el último momento, de no perder su camino en este desierto sin límites de
la ilusión y de la materia, llamado la Vida terrena. Porque quiere gustoso
mostrar el camino hacia aquella región de libertad y de luz, de la cual es
desterrado voluntario, a todos los prisioneros que han logrado libertarse de
los lazos de la carne y de la ilusión. Porque, en una palabra, él se ha
sacrificado por la humanidad aunque tan sólo unos pocos elegidos podrán
aprovecharse del GRAN SACRIFICIO.
Bajo
la dirección silenciosa y directa de este MAHA-GURU, todos los demás Maestros e
Instructores menos divinos de la humanidad, se convirtieron, desde el despertar
primero de la conciencia humana, en los guías de la humanidad primitiva.
Gracias a estos “Hijos de Dios”, aquella humanidad infantil obtuvo sus primeras
nociones de todas las artes y ciencias, lo mismo que las del conocimiento
espiritual; y Ellos fueron quienes colocaron las primeras piedras de los
cimientos de aquellas civilizaciones que tan cruelmente confunden a nuestras
generaciones modernas de escritores y de eruditos."
fragmento de DOCTRINA SECRETA -Volumen I- de Helena P. Blavatsky
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