"Ninguna recibe menos homenajes y más desaires que la más antigua de todas ellas, la ciencia de las ciencias, la venerable madre de todas nuestras modernas pigmeas.
Ansiosos los sedicientes científicos positivistas de echar el velo del olvido sobre dicha ciencia, siempre están a punto de interponer una formidable barrera de graves obstáculos al valeroso estudiante que intenta salir de los trillados caminos que le trazaron sus dogmáticos predecesores.
Por regla general, el Ocultismo es una peligrosa arma de doble filo para quien la maneja con el fin de dedicarle enteramente su vida.
El ocultismo teórico, sin el auxilio de prácticas formales, será siempre, a los ojos de quienes con prejuicio miren tan impopular causa, una ociosa y vana especulación, que sólo sirve para hechizar las vidas de viejas ignorantes.
Quien a priori rechaza la inmortalidad del alma humana, o duda de ella, no puede creer en su Creador; y ciego para lo que le parece heterógeneo, será todavía más ciego para ver la procedencia de lo heterogéneo, será todavía más ciego para ver la procedencia de lo heterogéneo en la homogeneidad.
Respecto a la Kábala o complejo texto místico de los grandes secretos de la Naturaleza, no conocemos a nadie en el presente siglo con la suficiente dosis de aquel valor moral que inflama el corazón del verdadero Adepto con la Sagrada Llama del Apostolado para obligarle a desafiar la opinión pública, demostrando que está familiarizado con aquella sublime obra.
Si bien toda la numerosa familia de los antiguos y modernos kabalistas tiene el mismo objetivo capital, difieren muchísimo los dogmas y rituales de las diversas sectas. Aunque una tras otra brotaron de la robusta matriz oriental, se esparcieron por el mundo entero, y deseosa cada una de ellas de aventajar a las otras, buceando más y más hondo en los secretos celosamente guardados por la Naturaleza, llegaron algunas a ser culpables de enormes herejías contra la primitiva Kábala oriental.
Aunque las primeros discípulos de las Ciencias Secretas, enseñadas a los caldeos por naciones cuyo nombre nunca sonó en la historia, permanecieron estacionarios en sus estudios después de llegar al omega del conocimiento permitido al hombre, las sectas que de ellos se desgajaron, hostigadas por insaciable sed de mayor conocimiento, transpusieron los limites de la Verdad y cayeron en la ficción.
Según dice Jámblico, logró Pitágoras, a pura fuerza de constancia y osadía, penetrar en los Misterios del templo de Tebas y obtener allí la Iniciación, estudiando después por tiempo de veintidós años las Sagradas Ciencias en Egipto. A consecuencia de ello, fueron admitidos más tarde muchos profanos a compartir el conocimiento de los sabios de Oriente, cuyos secretos quedaron de esta suerte divulgados. Posteriormente, por incapacidad de mantener los Misterios en toda su pureza, se adulteraron con ficciones y fábulas de la Mitología griega hasta el punto de falsear completamente la verdad.
De la misma forma que la primitiva religión cristiana se dividió con el tiempo en numerosas sectas, así la ciencia del Ocultismo dio nacimiento a variedad de doctrinas y diversas fraternidades. De este modo, los ofitas egipcios se convirtieron en gnósticos cristianos, de quienes derivaron los basilideanos del segundo siglo; y los primitivos rosacruces engendraron a su vez a los paracelsianos, filósofos del fuego, alquimistas europeos y otras ramas de su secta (Véase la obra de Hargrave Jennnigs titulada Rosacruces). Llamar indiferentemente rosacruz a todo kabalista es lo mismo que si llamáramos baptista a todo cristiano, porque son cristianos todos los baptistas. La Fraternidad de la Rosa Cruz se fundó a mediados el siglo XIII, y a pesar de las afirmaciones de Mosheim, no deriva su nombre de la palabra latina ros que significa rocío, ni de la cruz, símbolo de la luz. El origen de la fraternidad puede comprobarlo cualquier ferviente y genuino estudiante de ocultismo que acierte a viajar por Anatolia si encuentra a algún individuo de la fraternidad y quiera dedicarse a la cavilosa tarea de descifrar un manuscrito rosacruciano, cosa la más ardua del mundo, porque está cuidadosamente guardado en los archivos de la Logia fundada por el primer kabalista rosacruz, pero que ahora funciona con otro nombre. El fundador de dicha Logia fue un caballero alemán llamado Rosenkreutz quien, después, de adquirida muy sospecha reputación por la práctica de la Magia negra en su pueblo natal, tuvo una visión que le movió a desistir de sus nefastas artes, y por voto solemne marchóse a pie a Palestina con objeto de confesar públicamente su pecado ante el Santo Sepulcro. Una vez allí, el Dios cristiano, el manso pero bien informado nazareno (puesto que había aprendido en la escuela superior de los esenios, los virtuosos descendientes de los astrólogos, botánicos y magos caldeos), se apareció a Rosenkreutz en lo que un cristiano llamaría una visión y yo insinuaría que en forma de espíritu materializado. La finalidad de esta visita y el asunto de la conversación quedaron por siempre envueltos en el misterio para los hermanos; pero inmediatamente después desapareció el exhechicero y nada volvió a saberse de él hasta que fue añadida la familia de kabalistas la misteriosa secta de los rosacruces, cuyos poderes llamaron la atención de las gentes aun entre los pueblos orientales, indolentes y acostumbrados como están a vivir entre prodigios. Los rosacruces se esforzaron en fusionar las variadísimas ramas del Ocultismo y no tardaron en ser famosos por la extrema pureza de su vida y sus extraordinarios poderes, tanto como por su completo conocimiento del Secreto de los Secretos. Proverbial fue su nombradía como magos y alquimistas.
Posteriormente se derivaron de ellos los teósofos -a cuya cabeza estaba Paracelso- y los alquimistas, el más conspicuo de los cuales fue Tomás Vaughan, en el siglo XVII, quien escribió con el seudónimo de Eugenio Filaletes cosas sumamente prácticas sobre Ocultismo. Yo sé y puedo probar que Vaughan fue positivamente hecho antes de que él se hiciese.
La Kábala rosacruciana no es más que un epítome de la judía y la oriental combinadas, siendo esta última la más secreta de todas. El único ejemplar completo que existe de la Kábala oriental práctica está cuidadosamente guardado en la residencia matriz de esta Fraternidad en Oriente, y puedo atestiguar seguramente que nunca saldrá de su poder. Quien desee llegar a ser ha de ir a la caza de su conocimiento por entre millares de desperdigados volúmenes y entresacar, fragmento tras fragmento, los hechos y las lecciones. A menos que siga el camino más cercano y consienta en ser hecho, nunca llegará a kabalista práctico, y con toda su erudición permanecerá en el umbral de la misteriosa puerta. Hoy en día no puede utilizarse la Kábala ni comunicarse sus verdades tan copiosamente como en la antigüedad; pero la misteriosa Logia de cuya existencia se duda a causa de su sigilo, existe todavía y no ha perdido nada de los primitivos poderes secretos de los antiguos caldeos. Las logias, pocas en número, están divididas en secciones, y sólo las conocen los Adeptos. Nadie tendrá posibilidad de encontrarlas a no ser que los Sabios consideren al neófito digno de la Iniciación.
Los rosacruces europeos, a fin de llegar a ser y no ser hechos, han puesto constantemente en práctica las palabras del Evangelio de San Mateo (11,12) que dicen: "...Al Reino de los Cielos se hace fuerza y los valientes lo arrebatan", y se han esforzados de por sí en robarle o arrebatarle violentamente a la Naturaleza sus secretos; pero, al contrario, los rosacruces orientales (así los llamaré por estar prohibido llamarlos por su verdadero nombre), en la serena beatitud de su divino conocimiento, están siempre dispuestos a auxiliar al fervoroso estudiante que lucha por llegar a ser, con enseñanzas prácticas que como celeste brisa disipan las más negras nubes de la escéptica duda.
Simeón-ben-Iochai, que floreció en la época de la destrucción del segundo templo salomónico, fue el compilador de la primera Kábala cuando ningún mortal se había atrevido a explicar los mayores Misterios del Universo y mostrar las llaves "de las ocultas puertas de los reductos de la Naturaleza por donde nadie había podido pasar sin poner en pie a temibles centinelas nunca vistos del lado de acá de sus murallas".
Unos treinta años después de la muerte de aquel renombrado kabalista, su hijo, el rabino Elizar, y otros eruditos utilizaron los apuntes y manuscritos que había tenido guardados como preciosísimo secreto, para componer con la compilación de dichos documentos la famosa obra titulada Zohar (el esplendor de Dios). fue esta obra una mina inagotable y fuente de información y conocimiento para los kabalistas posteriores, de modo que todas las demás kábalas auténticas fueron copias más o menos fieles de la primera. Antes de todo esto, las Doctrinas Secretas se habían ido transmitiendo en ininterrumpida línea de tradición oral, tan remota como las visibles huellas del hombre sobre la tierra. Escrupulosa y celosamente guardaron dichas doctrinas los sabios de Caldea, India, Persia y Egipto, comunicándolas un Iniciado a otro en forma tan pura como se las revelaron al primer hombre los Angeles, estudiantes del gran Seminario Teosófico de Dios. Por vez primera desde la creación del mundo, las Secretas Doctrinas sufrieron leves alteraciones al pasar por Moisés, que había sido iniciado en Egipto.
A causa de la ambición personal de este gran profeta mediúmnico, logró hacer pasar su Espíritu familiar, el iracundo Jehovah, por el mismo Espíritu de Dios, y de esta suerte obtuvo inmerecidos lauros y honores. La misma influencia le movió a alterar algunos principios de la magna Kábala oral, a fin de acrecentar su secreto. expuso simbólicamente estos principios en los cuatro primeros libros del Pentateuco, y por misteriosas razones no los incluyó en el Deuteronomio.
Inició Moisés según le plugo a setenta ancianos, quienes sólo pudieron dar lo que habían recibido, y de esta suerte se preparó la primera oportunidad para la herejía y la errónea interpretación de los símbolos.
Mientras la Kábala oriental permanecía pura en su primitiva forma, la mosaica o hebrea quedó mutilada, tergiversada la clave de la mayor parte de los secretos prohibidos por la ley mosaica.
Sin embargo, todavía eran formidables los poderes conferidos por la Kábala hebrea a los Iniciados, y de entre los célebres kabalistas fueron los más poderosos el rey Salomón y su mojigato padre David, no obstante sus Salmos penitenciales.
Pero aún permaneció la Doctrina secreta y puramente oral, hasta los días de la destrucción del segundo templo salomónico, según dije antes.
Desde el punto de vista filológico, la palabra Kábala está compuesta de dos voces hebreas que significan recibir, porque en los primitivos tiempos, los Iniciados la recibían oral y directamente de su maestro; y el libro de Zohar se escribió según la información recibida que habían transmitido en invariable tradición los orientales y que por ambiciones de Moisés alteraron los hebreos.
Escritos Ocultistas
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