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lunes, 20 de octubre de 2014

LA NATURALEZA UNIVERSAL DEL AMOR

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En el sentido universal, el amor es el poder divino de la atracción que armoniza, une y vincula. Está opuesto a la fuerza de la repulsión, que es energía cósmica que materializa la conciencia de Dios. La repulsión mantiene todas las formas en el estado manifestado a través del maya, el poder de la ilusión que divide, diferencia y desarmoniza. La fuerza atractiva del amor contrarresta la repulsión cósmica para armonizar toda la creación y retornarla a Dios.

Aquellos que viven en conexión con la fuerza atractiva del amor consiguen la armonía con la naturaleza y sus semejantes y son atraídos a la feliz unión con Dios.

En muchas especies, cuando la pareja muere, la otra sucumbe poco después. Pero este amor es instintivo en los animales; ellos no son responsables de su amor.

Los humanos, por otras parte, tienen una consciente autodeterminación en el intercambio de amor con los demás. En el hombre, el amor se expresa de diversas maneras. Está el amor entre marido y mujer, entre padre e hijos, entre hermano y hermana, entre amigos, entre gurú y discípulo, entre el devoto y Dios, entre el alma y el Espíritu.

El amor es una emoción universal, sus expresiones se distinguen por la naturaleza del pensamiento a través del cual se mueve. Así, cuando el amor pasa a través del padre, su conciencia lo transforma en amor paternal. Cuando pasa a través del corazón del amante, da a ese amor universal otra cualidad más. No es el instrumento físico, sino la conciencia a través de la cual se mueve el amor la que determina la cualidad del amor expresado. 

Cada reflejo del amor proviene del amor cósmico, pero cuando es expresado como amor humano en sus diversas formas, siempre es algo confuso. La madre no sabe por qué ama al hijo y el hijo no sabe por qué ama a la madre. Ellos no saben de donde proviene el amor que sienten hacia el otro. Es la manifestación del amor de Dios, y cuando es puro y generoso refleja Su amor divino. De este modo, investigando el amor humano, podemos aprender algo del amor divino, ya que en el amor de los hombres vislumbramos una pequeña parte de ese amor de Dios.


En su expresión más idealizada, el amor conyugal puede ser una de las expresiones del amor humano más grandes. Jesús dio a entender esto cuando dijo: ‘Por esta razón el hombre deberá dejar a sus padres y unirse a su mujer.’*


Cuando un hombre y una mujer se aman pura y genuinamente el uno al otro, hay una completa armonía entre su cuerpo, su alma y su mente. Cuando su amor se expresa en su estado más elevado, tiene como resultado una perfecta unidad. Pero este amor también tiene su parte mala; puede ser contaminado por el abuso del sexo, que eclipsa el amor divino. La naturaleza ha dado una gran fuerza al impulso sexual, para que así la creación siga su curso; por consiguiente, el sexo tiene una parte en la relación entre hombre y mujer. Pero si se convierte en el factor dominante, el amor desaparece por completo y en su lugar aparecen la posesividad y el abuso y la pérdida de la amistad y la comprensión. Aunque la atracción sexual es una de las condiciones bajo las cuales nace el amor, el sexo por sí solo no es amor. Sexo y amor están tan separados como el Sol y la Luna.


Solo cuando el verdadero amor es lo más importante en la relación, el sexo se convierte en una forma de expresar ese amor. Aquellos que se preocupan demasiado del sexo fracasan en su intento de encontrar una relación conyugal satisfactoria. Es mediante el autocontrol que evitamos que el sexo sea la emoción dominante. En este mundo moderno, desafortunadamente, el amor es casi siempre destruido por poner demasiado énfasis en la experiencia sexual.

Aquellos que practican una moderación natural - no forzada - en su vida sexual desarrollan otras cualidades en la relación marido-mujer: amistad, comprensión, amor mutuo.

El abuso del sexo es comparable a conducir un coche sin aceite; el cuerpo no puede aguantarlo. Cada gota de esencia vital perdida es el equivalente a la pérdida de ocho gotas de sangre. Pero el punto importante a recordar es aprender a controlarse - la mera supresión puede ser perjudicial.

Las mujeres no deberían luchar por atraer al hombre con su atractivo físico. Uno siempre debería parecer arreglado, y no es malo querer ser atractivo, si se hace con buen gusto. Pero es erróneo intentar atraer a propósito al sexo opuesto mediante la atracción sexual.

La atracción entre el hombre y la mujer debe surgir del alma. Aquellos que tienen autocontrol tienen mejores oportunidades para atraer a la pareja correcta. Muchas chicas han venido a quejarse de que los chicos quieren tener relaciones sexuales primero o no quieren saber nada de ellas. La experiencia sexual es ruinosa para los jóvenes.


fragmentos
Paramahansa Yogananda

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