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miércoles, 3 de febrero de 2016

El Arte de la felicidad



"Uno de los métodos que personalmente me parecen útiles para reducir esa clase de preocupación consiste en cultivar el siguiente pensamiento: si la situación o problema puede remediarse, no hay necesidad de preocuparse. En otras palabras, si existe una solución una forma de salir de la dificultad, no habría necesidad de sentirse abrumado por ella. La acción apropiada, por tanto, es la de buscar su solución . Es más sensato dedicar la energía a concentrarse en la solución que preocuparse por el problema. Por otro lado, si no hay forma de encontrar una solución, si no hay posibilidad de resolverlo, tampoco sirve de nada preocuparnos por ella, puesto que, de todos modos, tampoco podemos hacer nada. En tal caso, cuanto antes se acepte ese hecho, tanto más fáciles serán las cosas.

La motivación sincera actúa como un antídoto capaz de reducir el temor y la ansiedad. Lo principal es la motivación a ayudar. Entonces uno se limita a hacer las cosas lo mejor que puede y no hay que preocuparse por nada más.

Me recuerdo a mí mismo que, por lo que se refiere a la mía propia, soy sincero y he hecho las cosas lo mejor que he podido. Entonces, mi fracaso significa que la situación no estaba al alcance de mis esfuerzos. La motivación sincera elimina por lo tanto el temor y proporciona confianza en uno mismo. Si se cultiva una motivación compasiva no hay por qué lamentarse si se falla.

Así que, una y otra vez, creo que la motivación adecuada es una especie de protectora contra estos sentimientos de temor y ansiedad. Lo que se mueve por detrás de todas las acciones es lo que las impulsa. Si se desarrolla una motivación pura y sincera, si se está motivado por el deseo de ayudar, sobre la base de la amabilidad, la compasión y el respeto, se puede desarrollar cualquier trabajo en cualquier ámbito y funcionar con mayor efectividad, con menor miedo o preocupación, sin temor a lo que digan los demás o si al final se tiene éxito y se puede alcanzar el objetivo. Aunque no logres alcanzar tu objetivo, puedes sentirte bien con el simple hecho de haber realizado el esfuerzo.

Pero si tienes una mala motivación, aunque la gente te alabe o alcances los objetivos que te habías propuesto, no te sentirás feliz.

En el sistema del Dalai Lama para entrenar la mente y alcanzar la felicidad, cuanto más cerca esté uno de sentirse motivado por el altruismo, tanto menor será el temor que experimentará ante circunstancias que provoquen incluso una ansiedad extrema. Retroceder un paso para asegurare de que uno no tiene intención de causar daño y de que la propia motivación es sincera, contribuye a reducir la ansiedad en situaciones corrientes.

La honradez como antídoto contra el bajo nivel de autoestima o la exagerada seguridad en sí mismo, totalmente infundada.

Los grandes Maestros espirituales, por ejemplo, son aquellos que han hecho un voto o que han asumido la determinación de anular sus estados mentales negativos para promover y producir la felicidad definitiva en todos los seres sensibles. Tienen esa visión y esa aspiración, que requiere un tremendo sentido de la seguridad en sí mismos. Transmite una cierta osadía que ayuda alcanzar grandes objetivos. Parecen arrogantes, aunque no de una forma negativa. Se basan en razones sanas. Así pues, yo los considero personas muy valientes, casi héroes.

Para realizar ese deseo de servir hay que tener un fuerte sentido y una gran seguridad en uno mismo. 

El arte de la felicidad tiene muchos componentes. Como hemos visto, empieza con la comprensión de cuáles son las verdaderas fuentes de ella, así como por establecer nuestras prioridades en la vida, que han de basarse en el cultivo de dichas fuentes. Supone aplicar una disciplina interna, un proceso gradual de desarraigo de nuestros estados mentales destructivos para sustituirlos por los positivos y constructivos, como la amabilidad, la tolerancia y el perdón.

La verdadera espiritualidad debería tener como resultado que la persona fuera más sensata, más feliz, más pacífica.

Todos los estados virtuosos de la mente, como la compasión, la tolerancia, el perdón, la atención hacia los demás, etc, todas esas cualidades mentales son Dharma genuino, cualidades espirituales genuinas, porque no pueden coexistir con malos sentimientos o con estados negativos de la mente. Se trata de una disciplina interior que tiene como propósito cultivar estados mentales positivos. Cultivar los estados positivos como la amabilidad, la compasión y la tolerancia. Una vida feliz se construye sobre el fundamento de un estado mental sereno y estable.




fragmentos de: EL ARTE DE LA FELICIDAD
Autor: Dalai Lama

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