Después de haber visto que las religiones del pasado proclaman a una tener un lado
oculto o ser guardianes de "Misterios", y que tal afirmación aparece certificada por los
más grandes hombres, al buscar la iniciación, procede investigar ahora si el
Cristianismo se halla fuera de este concepto de religiones, y si es la única que no tiene
una Gnosis, ofreciendo al mundo sólo una creencia sencilla y no un conocimiento
profundo. Si así fuese, sería, a la verdad, un hecho triste y lamentable, que probaría que
el Cristianismo estaba destinado únicamente para una clase y no para todos los tipos de
seres humanos. Pero que esto no es así, lo podemos demostrar fuera de toda posibilidad
de duda racional.
De esta prueba tiene el Cristianismo grandísima necesidad en estos tiempos, porque la
flor misma de la Cristiandad está pereciendo por falta de conocimiento. Si la enseñanza
esotérica pudiera restablecerse y conquistar estudiantes pacientes y ardorosos, no
tardaría mucho sin que lo oculto fuese también restaurado, Los discípulos de los
Misterios Menores se convertirían en candidatos a los Mayores, y con la reaparición del
conocimiento, se lograría otra vez la autoridad de la enseñanza.
Y, verdaderamente, la necesidad es muy grande, pues contemplando el mundo que nos
rodea, vemos que la religión en Occidente está sufriendo por la dificultad misma que
teóricamente debía esperarse encontrar. Habiendo perdido el Cristianismo su enseñanza
mística y esotérica, va viendo desaparecer su influencia sobre gran número de las
personas más altamente educadas, coincidiendo la vivificación parcial de los últimos
años con la restauración de algunas enseñanzas místicas. Es cosa evidente para todo el
que haya estudiado los últimos cuarenta años del siglo que ha terminado, que mucha
gente moral y pensadora ha abandonado las iglesias porque las enseñanzas que en ellas
recibían, eran un ultraje para su inteligencia y pugnaban con su sentido moral. Es inútil
suponer que el muy extendido agnosticismo de esta época tuviese sus raíces en la falta
de moralidad o en una deliberada perversión de la mente.
Todo el que estudie con atención los fenómenos indicados, convendrá en que personas
de gran inteligencia se han alejado del Cristianismo por la rudeza de las ideas religiosas
que les eran expuestas, por las contradicciones entre las autoridades de la enseñanza,
por los puntos de vista acerca de Dios, del hombre y del universo, que ningún
entendimiento educado podía admitir. Ni es posible tampoco sostener que una
degradación, de cualquier clase que se suponga, fuese la causa fundamental de la
rebelión contra los dogmas de la Iglesia. Los rebeldes no eran demasiado malos para su
religión; al contrario, la religión era la que resultaba demasiado mala para ellos. La
rebelión contra el Cristianismo popular era debida al despertar y al desarrollo de la
conciencia; la conciencia era la que se revolvía, así como la inteligencia, contra
enseñanzas que deshonran a Dios y al hombre igualmente; que presentan a Dios como
un tirano y al hombre como esencialmente malo, obteniendo la salvación por medio de
una sumisión servil.
La razón de esta rebeldía se halla escondida en el gradual rebajamiento de las
enseñanzas cristianas para llegar a la llamada sencillez, con objeto de que los más
ignorantes pudieran comprenderlas. Los protestantes afirmaban muy alto que no debía
predicarse más que aquello que pudiesen comprender todos; que la gloria del Evangelio estaba en su sencillez, y que el niño y el ignorante debían ser capaces de comprenderlo
y aplicarlo a la vida.
Muy verdad, si con esto quería decirse que ciertas enseñanzas religiosas deben estar al
alcance de todos, y que una religión fracasa si deja fuera de la esfera de su
ennoblecedora influencia a los seres ínfimos, a los más ignorantes, a los más pobres.
Pero falso, completamente falso, si con esto se quiere significar que la religión no tiene
verdades inaccesibles a la ignorancia, que es tan pobre y limitada que no tiene nada que
enseñar que no esté por encima de las mentes rudas o de la estrechez de miras de la
moralidad degradada. Falso, fatalmente falso, si tal es el sentido; pues a medida que esta
opinión se extiende, ocupando los púlpitos y resonando en las iglesias, muchos seres
nobles, cuyos corazones se han desgarrado al romper los lazos que les unían a su
creencia primera, se retiran de los templos y dejan que su sitio sea ocupado por los
hipócritas y los ignorantes. Pasan a un estado de agnosticismo pasivo, o, si son jóvenes
y entusiastas, de agresión activa, no creyendo que pueda ser lo más elevado lo que así
ofende al entendimiento y la conciencia, y prefiriendo la honradez de un descreimiento
manifiesto, a la mistificación de la inteligencia bajo la férula de una autoridad en que no
reconocen nada de divino.
Al estudiar así el modo de pensar del tiempo presente, comprenderemos que la cuestión
de una enseñanza oculta relacionada con el Cristianismo, es de vital importancia. ¿Ha
de sobrevivir el Cristianismo como la religión de Occidente? ¿Deberá existir en los
siglos futuros y continuar desempeñando su papel en la formación del pensamiento de
las razas occidentales en evolución? Si es así, tiene que recobrar el conocimiento que ha
perdido y poseer de nuevo sus enseñanzas místicas y ocultas; debe presentarse otra vez
como un instructor competente de verdades espirituales, investido de la única autoridad
que vale algo: la autoridad del conocimiento.
Sí estas enseñanzas vuelven a obtenerse, su influencia se verá pronto en manifestaciones
más amplias y profundas de la verdad; los dogmas que ahora aparecen como cascarones
vacíos, sirviendo sólo de grillos, volverán a ser presentaciones parciales de realidades
fundamentales. En primer término, el Cristianismo Esotérico será restaurado en el
"Lugar Santo" del Templo, en forma que todo el que sea capaz de recibirlo, pueda
seguir la dirección de su pensamiento público; y en segundo término, el Cristianismo
Oculto descenderá de nuevo al Adytum, residiendo detrás del Velo que encubre el
"Santuario de los Santuarios", donde sólo el Iniciado puede penetrar. Entonces volverá a
estar la enseñanza oculta al alcance de los que sean calificados para recibirla conforme a
las antiguas reglas, de los que en estos tiempos estén dispuestos a someterse, a las
exigencias impuestas a los que deseaban conocer la realidad y verdad de las cosas
espirituales.
Volvamos a la historia una vez más para ver si el Cristianismo era la única religión que
no tenía enseñanza interna, o si era igual a las demás por la posesión de este tesoro
oculto.
Esta es una cuestión de prueba, no de teoría, y debe decidirse por la autoridad de los
documentos existentes, y no por el mero ipse dixit de los cristianos modernos.
Como hecho positivo tenemos que tanto el "Nuevo Testamento" como los escritos de la
Iglesia primitiva, hacen idénticas declaraciones respecto a la posesión de tales
enseñanzas, mostrándonos la realidad de la existencia de los Misterios -llamados los
Misterios de Jesús o los Misterios del Reino-, las condiciones que se imponían a los
candidatos, algo acerca de la naturaleza general de las enseñanzas que se daban, y otros
detalles. Ciertos pasajes del "Nuevo Testamento" permanecerían por completo
obscuros, si no fuese por la luz que sobre ellos arrojan las declaraciones definidas de los
Padres y Obispos de la Iglesia; pero ¿con esa luz se hacen claros e inteligibles? A la verdad, hubiera sido extraño que fuera de otro modo, si consideramos la estructura
del pensamiento religioso que influyó sobre el Cristianismo primitivo. Emparentada con
los hebreos, los persas y los griegos, matizada por las creencias aún más antiguas de la
India, profundamente dotada de color por el pensamiento sirio y egipcio, esta última
rama del gran brote religioso no podía menos que volver a afirmar las antiguas
tradiciones, y poner al alcance de las razas occidentales todo el tesoro de las enseñanzas
arcaicas. "La fe, un tiempo dada a los santos", hubiese sido ciertamente privada de su
principal valor, si al ser transmitida al Occidente, se hubiera reservado la perla de la
enseñanza esotérica.
El primer testimonio que debe examinarse es el del "Nuevo Testamento". Para nuestro
objeto podemos prescindir de las enfadosas cuestiones sobre interpretaciones y autores,
que corresponden de lleno a los eruditos. La crítica docta tiene mucho que decir
respecto de la edad de los manuscritos, la autenticidad de los documentos y otros
puntos; pero nosotros no tenemos para qué ocuparnos de esto. Podemos aceptar las
Escrituras canónicas, por lo que respecta a las creencias de la Iglesia primitiva sobre las
enseñanzas de Cristo y de sus discípulos inmediatos y ver lo que dicen acerca de la
existencia de una enseñanza secreta comunicada tan sólo a los pocos.
Una vez examinadas las palabras que se ponen en boca del mismo Jesús, consideradas
por la Iglesia de autoridad suprema, estudiaremos los escritos del gran apóstol San
Pablo; luego nos ocuparemos en las declaraciones hechas por los herederos de la
tradición apostólica, que guiaron la Iglesia durante los primeros siglos. A lo largo de
esta línea no interrumpida de tradiciones y de testimonios escritos, puede hacerse la
afirmación de que el Cristianismo tenía un lado oculto. Veremos, además, que puede
seguirse el rastro de los Misterios Menores de interpretación mística a través de los
siglos sucesivos, hasta llegar a los comienzos del XIX, y que, aun cuando no quedaron
Escuelas de Misticismo, preparatorias de la Iniciación, después de la desaparición de los
Misterios, sin embargo, de tiempo en tiempo hubo grandes místicos que alcanzaron los
estados inferiores del éxtasis, por medio de sus propios esfuerzos sostenidos, ayudados
indudablemente por Instructores invisibles.
Las palabras del Maestro mismo son claras y definidas, y fueron, según veremos,
citadas por Orígenes, haciendo referencia a la enseñanza secreta conservada en la
Iglesia. "Y cuando estuvo solo, los que estaban cerca de El con los doce, le preguntaron
sobre la parábola y El les dijo: “A vosotros es dado saber el misterio del reino de Dios;
mas a los que están fuera, todas las cosas se les comunican por parábolas." y más
adelante: "Con muchas de estas parábolas les hablaba la palabra, conforme a lo que
podían oír. Y sin parábola no les hablaba; y cuando estaban solos, El explicaba todas las
cosas a sus discípulos" (1). Nótense las significativas palabras "cuando estaban solos" y
la frase "aquellos que están fuera." Lo mismo sucede en la versión de San Mateo: "Jesús
despidió a la multitud y entró en la casa, y sus discípulos con El." Estas enseñanzas
dadas "en la casa", el significado más íntimo de sus instrucciones, se decía que eran
transmitidas de maestro a maestro. El evangelio da, según puede observarse, las
explicaciones místicas alegóricas, lo cual hemos llamado nosotros los Misterios
Menores, pero el sentido más profundo se decía que sólo se daba a los Iniciados.
Además, aun a Sus mismos apóstoles dice Jesús: "Tengo todavía muchas cosas que
deciros; mas ahora no las podéis llevar" (2).
Algunas de ellas las dijo probablemente después de Su muerte, cuando fue visto por Sus
discípulos, "al hablar de cosas pertenecientes al reino de Dios" (3). Ninguna de ellas fue
consignada en documento público...!
CRISTIANISMO ESOTÉRICO - FRAGMENTOS
ANNIE BESANT
http://www.logiamdblavatsky.com/resources/CRISTIANISMO%20ESOT%C3%89RICO.pdf
http://www.logiamdblavatsky.com/resources/CRISTIANISMO%20ESOT%C3%89RICO.pdf
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