Hermes en el Libro de los Números dice: "En el principio del tiempo el gran Invisible tenía sus santas manos llenas de materia celeste que esparció por el infinito y, ¡oh pasmo!, se convirtió en esferas de fuego y en esferas de arcilla que, como el inquieto metal (3), se disgregaron en esferas menores que empezaron a voltear incesantemente. Y algunas, que eran esferas de fuego, se convirtieron en esferas de arcilla y las de arcilla en fuego, porque las de fuego esperaban a que llegase el tiempo de convertirse en arcilla y las otras las envidiaban en espera de convertirse en puro y divino fuego."
Cuando Dios hubo llenado sus potentes manos de cuanto en la naturaleza existe y la limita, exclamó sin abrirlas:"¡Oh tierra bendita!". Sé la madre de todo para que nada necesites. Entones abrió las manos derramando de ellas todo lo necesario para la formación de las cosas"
Hermes
fragmento de Isis sin Velo- H.P.B.
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