Este notable y profético estudio del funcionamiento de la ley kármica en la historia Europea desde el siglo V en adelante, fue escrito por H.P.B. veintiséis años antes de la Primera Guerra Mundial de 1914-18. Aunque no declarado explícitamente, es muy evidente en la narración que H.P.B. representa la vida y los sufrimientos del emperador Federico III de Prusia, que era el mismo individuo que habitara antes el cuerpo de Clovis, rey de los Francos. La historia fue publicada el mismo mes en que falleció el emperador Federico III, después de un breve reinado de tan solo 99 días
Un campo repleto con carruajes bélicos, caballos relinchando y legiones de soldados con cabellera larga... Una tienda real, fastuosa en su esplendor bárbaro. Sus paredes de lino se arrugan bajo el peso de las armas. En el centro, se yergue un asiento cubierto de pieles. Ahí está sentado un guerrero de aspecto salvaje. Pasa revista a los prisioneros de guerra que, paulatinamente, desfilan delante de él y cuyo futuro es dictado por la arbitrariedad de este déspota sin piedad.Ahora se encuentra cara a cara con una nueva prisionera la cual le habla con fervor pasional... Mientras la escucha, suprimiendo la cólera en su rostro masculino, sin embargo, fiero y cruel, sus ojos se encarnizan desorbitándose con furia. Al inclinarse hacia adelante con mirada fiera, su presencia, con los mechones apelotonados que cubrían la frente ceñuda, su cuerpo de huesos imponentes con músculos turgentes y las dos grandes manos colocadas sobre el escudo situado en la rodilla derecha, justificó la observación susurrada por un soldado canoso a su vecino: «¡La santa profetisa recibirá poca misericordia por parte de Clovis!».BLa cautiva, colocada entre dos guerreros borgoñones, frente al ex-príncipe de los Salianos y ahora rey de los Francos, es una anciana de cabellera canosa y despeinada, que recae sobre sus espaldas esqueléticas. A pesar de su edad avanzada, su imagen alta es erecta y los ojos moros inspirados, miran orgullosa e intrépidamente el rostro cruel del hijo de Gilderich.En voz alta y telúrica le dice: «Oh Rey, ahora eres grande y poderoso, sin embargo, tus días están contados y reinarás sólo por otros tres veranos. Naciste malévolo... eres pérfido con tus amigos y aliados. Defraudaste a más de uno la corona que le correspondía legalmente. Asesino de tus semejantes, en el campo de batalla añades, al cuchillo ya la lanza, el puñal, el veneno y la traición. ¡Cuidado en cómo te comportas con la servidora de Nerthus!» (NOTA: «The Nourishing» (Tácito, De Germania, 40)–la Tierra, una Diosa Madre, la deidad más benéfica de los antiguos alemanes. FINAL NOTA).
«¡Ha, ha, ha!... vieja bruja infernal!», eructa el Rey con escarnio maligno y ominoso. «Has reptado verdaderamente de las entrañas de tu diosa-madre. ¿No temes mi cólera? Está bien; sin embargo, tus imprecaciones vacías no me infunden ningún pavor... ¡Soy un Cristiano bautizado!».«Así es», contestó la Sibila. «Todos saben que Clovis ha abandonado a sus dioses atávicos; ha perdido la fe en las advertencias del caballo blanco del Sol e, inducido por el miedo hacia los Alemanes, sirvió rastreramente a Remigio, el vasallo del Nazareno en Rhemis. ¿Acaso vives más en armonía con tu nueva fe? ¿No has, quizá, matado a sangre fría, a todos tus hermanos que confiaban en ti, ya sea antes de tu apostasía o después de ella? ¿No juraste ser fiel a Alárico, rey de los Visigodos, mas en realidad lo mataste alevosamente, perforando su espalda con tu lanza mientras él estaba luchando con valor contra un enemigo? ¿Es quizá tu nueva fe y tus nuevos dioses que te enseñan a orquestar, en tu alma lóbrega, trampas maléficas contra Teodórico que te derrotó?... ¡Cuidado Clovis, cuidado! ¡Ya que ahora, los dioses de tus padres se han levantado contra tí! ¡Cuidado, repito, porque...».«¡Mujer!» gritó airado el Rey –«Mujer, cesa de disparatar y respóndeme. ¿Dónde está el tesoro de la gruta que los sacerdotes de Satán han acumulado y escondido después de que la Cruz Sagrada los desperdigó?... Eres la única que lo sabe. ¡Contesta o, por el cielo y el infierno, te haré tragar tu lengua para siempre!»...Ella hace caso omiso de su amenaza y continúa dirigiéndose a él con tranquilidad y sin miedo, como si no lo hubiese oído:«...¡Los dioses dicen que tú, Clovis, eres maldito!... Renacerás entre tus enemigos actuales y sufrirás las torturas que infligiste a tus víctimas. ¡Todo el poder y la gloria que les sustrajiste serán tuyos sólo en efigie, sin alcanzarlos jamás!... Tú...».La profetisa no pudo terminar su oración. El Rey vociferó una terrible blasfemia y, agachándose como una bestia salvaje en su asiento cubierto de piel, se lanzó sobre ella con la agilidad de un jaguar, tirándola al suelo con un golpe. Mientras él levanta su afilada lanza mortal, «la Santa» de los adoradores del sol hace reverberar el aire con una última imprecación.«¡Te maldigo, enemigo de Nerthus! ¡Que mi agonía decuplique la tuya!... Que la Gran Ley ejerza su venganza...».La pesada lanza cae y, perforando la garganta de la víctima, le clava la cabeza al suelo. Un flujo de sangre roja carmesí se derrama de la herida profunda, cubriendo al rey ya los soldados con una mancha indeleble. El Tiempo, que sirve de referencia a los dioses y a los seres humanos en el campo ilimitado de la Eternidad, el infanticida de su prole y el asesino de la memoria en la humanidad, sigue silencioso su flujo incesante a lo largo de los eones y las edades... Entre millones de Almas, nace un Alma-Ego en la buena o en la mala suerte, ¡quién sabe! Cautiva en su nueva Forma humana, crece con ella y, al final, ambas llegan a ser conscientes de su existencia.Felices son los años en que su juventud florece, ajenas a la penuria y al dolor. No saben nada del Pasado o del Futuro. Para ellas todo es un Presente jocoso: ya que el Alma-Ego no está consciente de que ya había vivido en otros tabernáculos humanos. Desconoce que renacerá de nuevo y no repara en el mañana. Su Forma es tranquila y contenta. Hasta la fecha no ha causado ningún problema serio para el Alma-Ego. Su felicidad procede de la serenidad dulce y continua de su temple, del afecto que esparce a donde va. Es una Forma noble y su corazón reboza de benevolencia. La Forma jamás ha sobresaltado su Alma-Ego con una sacudida excesivamente violenta o estorbado la tranquilidad plácida de su inquilino.Cuatro décadas se deslizan como un breve peregrinaje. Un largo paseo en las sendas asoleadas de la vida, salpicadas de rosas perennes sin espinas. Los raros dolores que se presentan a este binomio: la Forma y el Alma, son como la luz pálida de la fría luna nórdica, cuyos rayos envuelven, en una sombra más profunda, lo que rodea a los objetos embebidos de luz lunar, en lugar de ser la oscuridad nocturna, la noche del dolor y la desesperación sin esperanza.Hijo de un Príncipe, nació para un día gobernar el reino paterno. Desde la infancia lo han rodeado la reverencia y los honores. Meritorio del respeto universal y seguro del amor de todos. ¿Qué más podría desear el Alma-Ego de la Forma en que habita?Así, el Alma-Ego sigue gozando la existencia en su ciudadela, observando tranquilamente el panorama de la vida en constante cambio por sus dos ventanas: los dos dulces ojos azules de un ser bueno. Un día, un enemigo arrogante y pugnaz amenaza el reino paterno. En el Alma-Ego se despiertan los instintos salvajes del antiguo guerrero. Deja su tierra de sueño en la flor de la vida e induce a su Ego de arcilla a blandir la espada del soldado, asegurándole que lo hace por defender a su país.Al incitarse mutuamente a la acción, derrotan al enemigo ensalzándose con la gloria y el orgullo. Obligan al enemigo altanero a postrarse a sus pies en el polvo en suprema humillación. Por eso la historia les otorgó la corona al valor de laureles perennes, que son los del éxito. Pisotean al enemigo rendido y transforman el pequeño reino de su señor en un gran imperio. Satisfechos, no pueden alcanzar nada más por el momento. Entonces, se encierran, nuevamente, en la tierra de sueño de su dulce morada.Durante tres quinquenios el Alma-Ego permanece en su asiento usual, oteando desde su ventana el mundo circunstante. El cielo es azul y los amplios horizontes pululan con estas flores que aparentemente son inmarcesibles, las cuales prosperan en la luz solar de salud y vigor. Todo es hermoso, como un pasto lozano en primavera...Sin embargo, a todos les llega un día infausto en el drama del ser. Aguarda su ocasión en la vida del rey y del pordiosero. Deja una huella en la historia de todo mortal nacido de la mujer y no puede ahuyentarse, suplicarse, ni propiciarse. La salud es una gota de rocío que cae de los cielos para vitalizar los capullos terrenos sólo durante las horas matutinas de la vida, su primavera y verano... Su duración es breve y vuelve de donde provino: los reinos invisibles.
¡Cuántas veces, bajo el capullo más brillante y hermoso, acecha la simiente de un parásito larvado! Cuántas veces, en la raíz de la flor más rara– el gusano trabaja en su refugio...La arena del reloj que enumera las horas de la vida humana desciende más rápidamente. El gusano ha devorado el corazón del capullo de la salud. Un día se descubre que el cuerpo vigoroso está postrado en la cama espinosa del dolor. El Alma-Ego ha cesado de brillar. Se sienta inmóvil y a través de lo que se ha convertido en las ventanas de su cueva, observa tristemente el mundo que para ella se está envolviendo, rápidamente, en los sudarios funerales del sufrimiento. ¿Se está, quizá, acercando la víspera de la noche eterna? Hermosos son los lugares de temporada en la ribera Mediterránea. Una sucesión interminable de rocas negras y fragosas, contra las cuales se estrellan las olas, entre la arena dorada de la costa y las aguas azules profundas del golfo. Ofrecen su pecho de granito a los impetuosos vientos del noroeste, protegiendo las habitaciones de los acaudalados que se aglomeran a lo largo de las faldas interiores. Las cabañas semi-derruidas en la ribera, son el refugio insuficiente de los pobres. Las paredes que el viento y las olas turbulentas arrancan y devoran, a menudo aplastan sus cuerpos escuálidos, siguiendo, sencillamente, la gran ley de la supervivencia del más apto. ¿Por qué deberían ser protegidos?Hermosa es la mañana cuando el sol se levanta con matices de ámbar áureo y sus primeros rayos besan los farallones de la bella ribera. Alegre es el canto de la alondra cuando emerge de su nido acogedor y bebe el rocío matutino de los cálices de las flores; cuando la punta del capullo de rosa vibra bajo las caricias del primer rayo de sol y la tierra y el cielo se saludan sonriéndose. Triste es el Alma-Ego a solas, mientras observa la naturaleza al despertar en el gran sofá al lado opuesto de la amplia ventana que se abre sobre la bahía.El mediodía que se acerca es apacible cuando la sombra empieza a reflejarse firmemente en el reloj solar durante la hora de la siesta. El sol cálido disipa las nubes en el aire cristalino y los últimos vestigios de la neblina matutina que permanecen en los relieves de las colinas distantes, se desvanecen. Toda la naturaleza está preparándose para el reposo durante la hora tórrida y desidiosa del mediodía. Las tribus aladas cesan de gorjear, sus alas delicadas e irisadas retumban y dejan colgar sus cabecitas somnolientas, refugiándose del calor ardiente. Una alondra matutina está preparando un nido en los arbustos circunstantes bajo los adornos de flores de granado y la hermosa bahía del Mediterráneo. La cantante incansable es silenciosa.«Su voz reverberará jubilosa mañana», suspira el Alma-Ego, mientras oye los insectos atenuar su zumbido en el pasto lozano. «¿Será mi voz, alguna vez, tan jocosa?».Ahora, la brisa, con su fragancia floral, apenas mueve las lánguidas cabezas de las plantas frondosas. La visión del Alma-Ego se concentra en una palma solitaria que crece en un intersticio de una roca cubierta de musgo. Los poderosos vientos nocturnos del noroeste han torcido y casi arrancado su tronco en un tiempo erecto y cilíndrico. Mientras se extiende fatigadamente, sus brazos colgantes oscilan en el aire de un azul iridiscente. Su cuerpo tiembla y parece en víspera de romperse a la mitad cuando sople el primer viento borrascoso.
El Alma-Ego, mientras observa tristemente desde sus ventanas, se entretiene en un soliloquio: «Entonces, la parte cortada se precipitará en el mar y la palma, en un tiempo majestuosa, cesará de existir».En la hora del ocaso, todo vuelve a la vida en la fresca y vieja morada campestre. A cada instante, las sombras del reloj solar se espesan y la naturaleza animada se despierta más atareada que nunca, en las horas más frescas de la noche inminente. Los pájaros y los insectos trinan y zumban sus últimos himnos nocturnos alrededor de la Forma alta y aun poderosa, mientras camina fatigada y lentamente por el sendero de grava. Ahora su visión atenta se dirige con anhelo hacia la superficie azul del mar pacífico. El golfo brilla como un tapiz de terciopelo azul, salpicado de joyas en los rayos danzantes del sol poniente y sonríe como un niño sin preocupaciones y cansado de saltar y jugar todo el día. Adelante, el mar abierto, en su pérfida hermosura, se extiende a lo largo del espejo tranquilo de sus aguas frías, saladas y amargas como las lágrimas humanas. Yace en su reposo engañoso como un hermoso monstruo durmiente, vigilando sobre el misterio insondable de sus abismos lóbregos. El verdadero cementerio sin monumentos de los millones que se hundieron en sus profundidades...Sin una tumba, sin toque a muerto, sin un ataúd y desconocidos. . . (NOTA: [Byron, Childe Harold’s Pilgrimage, Canto IV, clxxix]. FINAL NOTA).
Mientras que, una vez que suene la hora para la Forma un tiempo noble, su triste reliquia se mostrará en pompa magna y las campanas tocarán a muerto para el alma que ha transitado. Un millón de trompetas anunciarán su muerte. Reyes, príncipes y próceres de la tierra presenciarán las exequias o enviarán a sus representantes con caras fúnebres y mensajes de condolencia para los familiares...
«He aquí una ventaja sobre los que 'no tienen ataúd y son desconocidos», observa amargamente el Alma-Ego.
Mientras que, una vez que suene la hora para la Forma un tiempo noble, su triste reliquia se mostrará en pompa magna y las campanas tocarán a muerto para el alma que ha transitado. Un millón de trompetas anunciarán su muerte. Reyes, príncipes y próceres de la tierra presenciarán las exequias o enviarán a sus representantes con caras fúnebres y mensajes de condolencia para los familiares...
«He aquí una ventaja sobre los que 'no tienen ataúd y son desconocidos», observa amargamente el Alma-Ego.
Continuación en VISIONES KÁRMICAS II
H.P. BLAVATSKY
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