EL GRAN DRAGÓN sólo tiene respeto a las SERPIENTES de SABIDURÍA
Pero las “Serpientes de la Sabiduría” han conservado bien sus anales, y la historia de la evolución humana está trazada en el Cielo, como lo está en los muros subterráneos. La humanidad y las Estrellas están unidas entre sí indisolublemente, por razón de las Inteligencias que gobiernan a estas últimas. Los simbologistas modernos pueden mofarse de esto, y llamarlo “fantasía”; pero, como escribe Mr. Staniland Wake: Es incuestionable que el Diluvio ha sido [siempre] asociado en las leyendas de algunos pueblos orientales, no sólo con las Pirámides, sino también con las constelaciones. El “Dragón antiguo” es idéntico a la “Gran Inundación”, dice Mr. Proctor: Sabemos que en el pasado, la constelación del Dragón estaba en el polo, o punto culminante de la esfera celeste. En los templos estelares...el Dragón sería la constelación superior o dominante...Es singular cuán estrechamente estas constelaciones...corresponden en serie y orden de ascensión recta con los sucesos registrados acerca del Diluvio [bíblico]. Las razones para esta singularidad, sin embargo, se han expuesto suficientemente claras en esta obra. Sólo muestra ella que ha habido varios Diluvios, confundidos en los recuerdos y tradiciones de las subrazas de la Quinta Raza. El primer gran Diluvio fue astronómico y cósmico, mientras que varios otros fueron terrestres. Y, sin embargo, nuestro muy sabio amigo Mr. Gerald Massey (un iniciado verdaderamente en los misterios del Museo Británico, bien que sólo iniciado por sí mismo) ha declarado y ha insistido en que la Sumersión y el Diluvio Atlantes eran tan sólo fantasías antropomorfizadas de gente ignorante, y que la Atlántida no era más que una “alegoría astronómica”. Pero la gran alegoría zodiacal está basada en sucesos históricos, y la alegoría no puede intervenir en la historia; además, que todo estudiante de Ocultismo sabe lo que significa la alegoría astronómica y zodiacal. El Dr. Smith muestra en el poema épico de Nimrod, de las tabletas asirias, el significado verdadero de la alegoría. [Sus doce cantos] se refieren al curso anual del Sol en los doce meses del año. Cada tableta corresponde a un mes especial, y contiene una clara referencia a las formas animales de los signos del Zodíaco...;[siendo el canto once] consagrado a Rimmon, el Dios de las tormentas y de la lluvia, y se armoniza con el signo once del Zodíaco: Acuario, o el barquero.
Pero aun esto está precedido en los Anales antiguos por el Diluvio Cósmico pre–astronómico, que fue simbolizado o alegorizado en el Diluvio Zodiacal o de Noé, arriba mencionado. Mas esto no tiene nada que ver con la Atlántida. Las Pirámides están estrechamente relacionadas tanto con las ideas sobre la constelación del Gran Dragón, los “Dragones de la Sabiduría”, o los grandes Iniciados de la Tercera y Cuarta Razas, como con las inundaciones del Nilo, consideradas como un recordatorio divino de la Gran Inundación Atlante. Los anales astronómicos de la Historia Universal, se dice, sin embargo, que tuvieron su principio con la tercera subraza de la CuartaRaza–Raíz, o sea los Atlantes. ¿Cuándo fue esto? Los datos Ocultos muestran que desde el tiempo del establecimiento regular de los cálculos zodiacales en Egipto, los polos han sido invertidos tres veces. Pronto volveremos sobre este aserto. Símbolos tales como los representados por los Signos del Zodíaco –hecho que ofrece un asidero a los materialistas para afianzar sus teorías y opiniones que sólo abarcan un solo aspecto– tienen un significado demasiado profundo, y su influencia sobre nuestra humanidad es demasiado importante para que únicamente les dediquemos unas pocas palabras. Mientras tanto, tenemos que considerar el significado de la afirmación de la Sloka 48, referente a los “primeros Reyes Divinos”, que se dice “volvieron a descender”, y que guiaron e instruyeron a nuestra Quinta Raza después del último Diluvio. Este último aserto lo trataremos históricamente en las Secciones que siguen; pero debemos terminar con algunos detalles más acerca del asunto de las “Serpientes”. Estos toscos comentarios sobre las Estancias Arcaicas tienen que terminar aquí. Otras aclaraciones requieren pruebas, obtenidas de obras antiguas, medievales y modernas, que han tratado estos asuntos. Todos estos testimonios hay ahora que reunirlos, que cotejarlos y que ordenarlos mejor, de manera que llamen la atención del lector sobre este tesoro de pruebas históricas. Y como nunca insistiremos demasiado sobre el múltiple significado del extraño y sugestivo símbolo (tantas veces mencionado) del “tentador del hombre” (con arreglo a la luz ortodoxa de la Iglesia), parece más prudente agotar el asunto con todo género de pruebas en esta ocasión, aun a riesgo de incurrir en repeticiones. Nuestros teólogos y simbologistas han entendido invariablemente siempre que los Titanes y Kabires están indisolublemente relacionados con el grotesco personaje llamado el “Diablo”, y todas las pruebas que se presentan contra su teoría han sido hasta ahora igualmente rechazadas e ignoradas.
El nombre del Dragón en la Caldea no era escrito fonéticamente; sino representado por dos monogramas, significando probablemente, según los orientalistas, “el escamoso”. “Esta descripción”, observa muy pertinentemente G. Smith, “se puede, por supuesto, aplicar ya a un dragón fabuloso, a una serpiente o a, un pescado”. A esto podemos añadir que en un aspecto se aplica a Makara, el décimo Signo del Zodíaco, término sánscrito de un animal anfibio no descrito, llamado generalmente Cocodrilo, pero que en realidad significa algo más. Ésta es, pues, una admisión virtual de que los asiriólogos, en todo caso, no saben nada de cierto respecto de la condición del Dragón en la antigua Caldea. De la Caldea fue de donde los judíos obtuvieron su simbolismo,que luego les fue robado por los cristianos, quienes hicieron del “escamoso” una entidad viviente y un poder maléfico. En el Museo Británico puede verse un ejemplar de Dragones “alados y con escamas”. En esta representación de los sucesos de la Caída, según la misma autoridad, hay también dos figuras sentadas a cada lado de un ”árbol”, y alargando sus manos hacia la “manzana”, mientras que detrás del “árbol” se halla la Serpiente–Dragón. Esotéricamente, las dos figuras son dos “Caldeos” dispuestos para la iniciación, simbolizando la Serpiente al Iniciador; mientras que los Dioses celosos, que maldicen al árbol, son el clero profano exotérico. ¡No hay mucho aquí del “suceso bíblico” literal, como puede ver cualquier Ocultista! “El Gran Dragón sólo tiene respeto a las Serpientes de la Sabiduría”, dice la Estancia, probando así la exactitud de nuestra explicación de las dos figuras y de la “Serpiente”. “Las Serpientes que volvieron a descender...que enseñaron e instruyeron” a la Quinta Raza. ¿Qué hombre, en su juicio, es capaz en nuestra época de creer que con esto se quiera significar verdaderas serpientes? De aquí la grosera suposición (admitida ahora casi como axioma entre los hombres científicos) de que los que en la antigüedad escribieron sobre los varios Dragones y Serpientes sagrados, eran, o bien gente crédula y supersticiosa, o tenían la intención de engañar a otros más ignorantes que ellos. Sin embargo, desde Homero abajo, el término implica algo oculto para el profano.
“Terribles son los Dioses cuando se manifiestan” esos Dioses a quienes los hombres llaman Dragones. Eliano, tratando en su De Natura Animalium de estos símbolos ofidios, hace ciertas observaciones que demuestran que comprendía bien la naturaleza de estos símbolos, los más antiguos. Así, refiriéndose al verso homérico antes mencionado, explica muy pertinentemente: Pues del Dragón, a la vez que es sagrado y se le debe rendir culto, tiene dentro de sí mismo algo más aún de la naturaleza divina, la cual es mejor [¿para otros?] seguir ignorando. El símbolo del “Dragón” tiene un séptuple significado, y de estos siete significados puede exponerse el más elevado y el inferior. El más elevado es idéntico al “Nacido por Sí”, el Logos, el Aja hindú. Entre los gnósticos cristianos llamados naasenios, o adoradores de la Serpiente, era la Segunda Persona de la Trinidad, el Hijo. Su símbolo era la constelación del Dragón. Sus siete “Estrellas” son las siete estrellas que están en la mano del “Alfa y Omega” en el Apocalipsis. En su significado más terrestre, el término “Dragón” fue aplicado a los hombres “Sabios”.
¿Se originó la alegoría del Dragón y de su supuesto conquistador en el cielo con San Juan, en su Apocalipsis? Terminantemente contestamos: No. El “Dragón” de San Juan es Neptuno, el símbolo de la Magia Atlante. A fin de poder demostrar esta negación, se ruega al lector que examine el simbolismo de la serpiente o del Dragón bajo sus diversos aspectos.
LOS SIGNOS SIDERALES Y CÓSMICOS Todos los astrónomos, sin hablar de los Ocultistas y astrólogos, saben que, figuradamente hablando, la Luz Astral, la Vía Láctea y también el sendero del Sol hacia los trópicos de Cáncer y Capricornio, así como también los Círculos del Año sideral o tropical, fueron siempre llamados “Serpientes” en la fraseología alegórica y mística de los Adeptos. Esto, tanto cósmica como metafóricamente considerado. Poseidón es un “Dragón”: el Dragón “Chozzar, llamado Neptuno por el profano” según los gnósticos Peráticos; la “Serpiente buena y perfecta”, el Mesías de los naasenios, cuyo símbolo en el Cielo, es Draco. Pero debemos distinguir entre los diversos caracteres de este símbolo.
Cuando los mortales se hayan espiritualizado lo suficiente, ya no habrá necesidad de forzar en ellos una comprensión exacta de la antigua Sabiduría. Los hombres sabrán entonces que jamás ha habido todavía un gran reformador del Mundo cuyo nombre haya pasado a nuestra generación, que: a) no haya sido una emanación directa del Logos (cualquiera que sea el nombre por el que le conozcamos), esto es, una encarnación esencial de uno de los “Siete”, del “Espíritu Divino que es séptuple”, y b),que no haya aparecido antes, en Ciclos anteriores. Ellos reconocerán, entonces, la causa que produce ciertos enigmas de las edades, tanto en la historia como en la cronología;l a razón, por ejemplo, de por qué es imposible para ellos asignar una época verdadera a Zoroastro, que se ve multiplicado por doce y por catorce en el Dabistân; de por qué los números y las individualidades de los Rishis y Manus están tan mezclados; de porqué Krishna y Buddha hablan de sí mismos como de reencarnaciones, identificándose Krishna con el Rishi Nârâyana, y exponiendo Gautama una serie de nacimientos anteriores; y de por qué al primero especialmente, siendo “el supremo Brahmâmismo”, se le llama, sin embargo, Amshâmshavatâra – “una parte de una parte” solamente del Supremo en la Tierra; finalmente, por qué Osiris es un Gran Dios y al mismo tiempo un “Príncipe en la Tierra”, que reaparece en Thoth Hermes; y por qué a Jesús (en hebreo, Joshua) de Nazareth se le reconoce kabalísticamente en Joshua, el hijo de Nun, así como en otros personajes. La Doctrina Esotérica explica todo esto diciendo que cada uno de éstos, así como muchos otros, aparecieron primeramente en la Tierra como uno de los Siete Poderes del Logos, individualizado como un Dios o Ángel (Mensajero); luego, mezclados con la Materia, reaparecieron por turno como grandes Sabios e Instructores que “enseñaron” a la Quinta Raza, después de haber instruido a las dos Razas precedentes; gobernaron durante las Dinastías Divinas, y finalmente se sacrificaron para renacer en varias circunstancias en bien de la humanidad, y por su salvación en ciertos períodos críticos; hasta que en sus últimas encarnaciones se convirtieron verdaderamente en sólo “partes de una parte” sobre la Tierra, aunque de facto sean el Uno Supremo en la Naturaleza.
H.P. Blavatsky
Doctrina Secreta-fragmentos
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