No conocemos ningún fenómeno de la naturaleza que sea del todo independiente del magnetismo o de la electricidad, pues allí donde hay movimiento, calor, roce y luz, el magnetismo y su alter ego (en nuestra humilde opinión) electricidad aparecerán ya como causa, ya como efecto, o como ambos a la vez, si indagamos el origen del fenómeno. Todos los fenómenos de las corrientes de la tierra, magnetismo terrestre y electricidad atmosférica, provienen de que la tierra es un conductor electrizado cuyo potencial cambia de continuo a causa de la rotación del anual recorrido de su órbita, del sucesivo enfriamiento y calentamiento del aire, de la formación de nubes, chubascos, vientos, etc. Tal vez hallaréis cuanto os digo en algún libro de texto. Pero la ciencia se negará a admitir que todos estos cambios provienen del magnetismo akásico que sin cesar engendra corrientes eléctricas que propenden a restablecer el perturbado equilibrio. Manejando la más potente batería eléctrica que se conoce, cual es el cuerpo humano electrizado por cierto procedimiento, es posible que cese la lluvia en determinado paraje, haciendo "un agujero en los nubarrones", como dicen los ocultistas. Empleando otro instrumento intensamente magnético dentro de, digámoslo así, un área aislada, se puede provocar artificialmente la lluvia. Siento no poder explicaros con mayor claridad el procedimiento. Conocéis el efecto que los vegetales producen en los nimbos o nubes de lluvia, y cómo su enérgica índole magnética las atrae y aun nutre sobre la copa de los árboles. Acaso la ciencia explique todo esto de otro modo. Sin embargo, no puedo desdecirme, porque tal es nuestro conocimiento y el fruto de milenios de observación y experiencia.
Aun la más leve contracción muscular va siempre acompañada de fenómenos eléctricos y magnéticos, y hay una robusta conexión entre el magnetismo terrestre, los cambios atmosféricos y el hombre, quien sería el más exacto barómetro viviente si supiese con acierto descifrarlo.
La magnética atracción terrestre de polvo meteórico y la directa influencia de este polvo en los bruscos cambios de temperatura de frío y calor son problemas no planteados hasta el día. Creo que el doctor Plimpson en 1867 y Cowper Ranyard en 1879 expusieron la teoría, que fue rechazada. Se dudó de que el paso de nuestra tierra por una región del espacio en la que hay más o menos masas meteóricas tuviese algo que ver con el aumento o disminución de la altura de nuestra atmósfera ni con el estado del tiempo. Pero a nosotros nos parece que nos sería fácil demostrarlo; y puesto que los cientistas admiten que la relativa proporción y distribución de tierra y agua en nuestro globo puede provenir de la gran acumulación de polvo meteórico (la nieve, sobre todo la de nuestras regiones septentrionales, está llena de hierro meteórico y partículas magnéticas), y como se han encontrado depósitos de dicho polvo en el fondo de los mares, me extraña que todavía no haya comprendido la ciencia que todos los cambios y perturbaciones de la atmósfera provienen del combinado magnetismo de las dos grandes masas entre las que está comprendida nuestra atmósfera. Llamo "masa" a este polvo meteórico porque realmente lo es. Muy por lo alto de la superficie de la tierra, el aire está impregnado y el espacio lleno de magnético polvo meteórico que ni siquiera pertenece a nuestro sistema solar. Afortunadamente descubrió la ciencia que la tierra, lo mismo que los demás planetas, ruedan por el espacio, y recibe mayor cantidad de polvo meteórico en el hemisferio boreal que en el austral; y así sabe la ciencia que ésta es la causa de que haya más porción continental en el hemisferio norte que en el sur y mayor abundancia de nieve y humedad. Millones de tales meteoros y aun de finísimas partículas nos llegan cada año y cada día, y todos nuestros cuchillos de templada hoja son del "celeste" hierro que nos llega sin haber sufrido cambio alguno, y el magnetismo de la tierra los mantiene en cohesión. De continuo añade materia gaseosa a nuestra atmósfera la incesante caída de polvo meteórico intensamente magnetizado; y sin embargo, todavía parece problemático si las condiciones magnéticas tienen o no algo que ver con la lluvia. No sé nada acerca de "un régimen establecido por presión, expansión, etc., debidas en primer término a la energía solar". La ciencia se vale a un tiempo mucho y poco de la "energía solar" y aun del mismo sol; pero el sol no tiene nada que ver con la lluvia y muy poco con el calor. Yo me figuraba que la ciencia sabía que los períodos glaciales, así como aquellos otros períodos en que la temperatura era la de "la época carbonífera", provenían del aumento y disminución o mejor dicho de la expansión de nuestra atmósfera, que a su vez proviene de la presencia del polvo meteórico."
fragmentos de Las Cartas de los Mahatmas
No hay comentarios:
Publicar un comentario