"Los filántropos de toda la vida, que han comenzado el trabajo con una alegre convicción juvenil de que es posible «hacer el bien», han confesado, aunque nunca abandonando el hábito de la caridad, a esta escritora, que, de hecho, la miseria no puede ser aliviada. Es un elemento vital en la naturaleza humana, y es tan necesaria a algunas vidas como el placer a otras.
La cuestión social, como es llamada, las aguas profundas de la miseria, la apatía mortal de aquellos que tienen poder y posesiones, son cosas difíciles de enfrentar por un alma generosa que no ha alcanzado la gran idea de la evolución y que no ha adivinado el maravilloso misterio del desarrollo humano... una ley inexorable, por la cual el hombre se eleva a sí mismo por grados desde un estado de bestia hasta la gloria de Dios. La rapidez con la cual esto se hace es diferente en cada alma viviente; y los desgraciados que abrazan la primitiva tarea directriz, la miseria, escogen ir despacio a través de un trayecto de rueda de molino que les pueda proporcionar innumerables vidas de sensación física, ya sean placenteras o dolorosas, muy amadas por lo tangibles a los sentidos más inferiores... Le toma a un hombre muy sabio hacer buenas obras sin peligro de hacer daño incalculable. Un adepto altamente desarrollado en la vida puede asir la ortiga y por sus grandes poderes intuitivos, conocer a quien aliviar el dolor y a quien dejar en el lodo que es su mejor maestro... La bondad y el trato amable a veces sacan las peores cualidades de un hombre o una mujer que han llevado una vida bien presentable cuando están sometidos por el dolor y la desesperanza... Los teósofos están obligados a trabajar en el mundo incesantemente... Ninguno conoce más aguda y definidamente que ellos que las buenas obras son necesarias; solo que estas no pueden realizarse correctamente sin el conocimiento... Al público y a nuestros críticos le decimos, tratad de entender el valor de las buenas obras antes de que las pidáis a los demás, o las emprendáis precipitadamente vosotros mismos. Pues es un hecho absoluto de que sin buenas obras el espíritu de la hermandad moriría en el mundo; y esto no puede suceder. Por lo tanto, la doble actividad de aprender y hacer es muy necesaria. Tenemos que hacer el bien, y tenemos que hacerlo correctamente, con conocimiento. diciembre de 1887 (NOTA: Veáse H.P.B. Collected Writings, vol. 7, pag. 295, «Answers to Queries». FINAL NOTA), H.P.B. responde algunas de las críticas levantadas por su artículo del mes anterior: Mantenemos que más mal se ha hecho por caridad emocional del que los sentimentales se atreverían a enfrentar. Los resultados prácticos de sus obras tienen que ser examinados... si él no sembró las semillas de un mayor –mientras aliviaba el– mal. La pura filantropía física... es inútil. La asimilación gradual por la humanidad de las grandes verdades espirituales revolucionará sola el rostro de la civilización y finalmente logrará una panacea mucho más efectiva para el mal que el mero pensamiento en la miseria superficial. La prevención es mejor que la cura. La sociedad creó sus propios parias... y entonces condena y castiga. La Teosofía enseña que la justicia perfecta absoluta reina en la naturaleza, aunque el hombre corto de vista no logra ver en sus detalles en el plano material e incluso en el psíquico, y que cada hombre determina su propio futuro... En las Collected Writingsof H.P. Blavatsky
(NOTA: Obras Completas de H.P. Blavatsky. FINAL NOTA), vol. 8, p. 85, H.P.B. escribe, bajo el título «Mis conceptions R»
(NOTA:Escrito en respuesta a un artículo sobre «Revolution» por «Aleph» en la Revue du Mouvement Social (aparecida en mayo de 1887) y publicada en la revista francesa Le Lotus (Paris, vol. I, nº 6) traducida al inglés por B. de Zirkoff. Véase H.P.B. Collected Writings, vol. VIII, p. 86. FINAL NOTA
Son más felices las tres cuartas partes de la humanidad debido al progreso de la ciencia y su alianza con la industria?... Los misioneros teosóficos también apuntan a la revolución social. Pero es solamente una revolución ética total. Esta vendrá cuando las masas desheredadas entiendan que la felicidad está en sus propias manos, que la riqueza solo trae preocupaciones, que el que trabaja para los demás es feliz, pues los otros trabajan para él, y cuando el rico se dé cuenta de que la felicidad depende de aquella de sus hermanos –cualquiera sea su raza o religión– solo entonces percibirá el mundo el amanecer de la felicidad.
H.P. Blavatsky
H.P. Blavatsky
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