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Cartas de los Mahatmas-fragmentos

Uno de  los  Maestros  dijo  que,  en  el  mundo  de  hoy,  donde  se  encuentran  tan  pocos  que  tengan   deseos   desinteresados  p...

miércoles, 16 de agosto de 2017

EL VERDADERO TRABAJO DE LA SOCIEDAD TEOSOFICA


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La Sociedad tampoco se fundó para ser una escuela de ocultismo. Una de las Cartas de los Maestros lo expresa muy claramente: “Mejor será que perezca la S.T. con sus dos desventurados fundadores, que nosotros permitir que ésta se convierta en nade mejor que una academia de magia o un salón de ocultismo.” Estas son palabras golpeantes y retumbantes. Tampoco la Sociedad tiene como finalidad convertirse en un centro para satisfacer la curiosidad intelectual o para proporcionar un foro para entretenermos cuando estemos aburridos para discutir diversos temas intelectuales. Fue fundada con el elevado propósito de promover la regeneración espiritual del hombre. Pero entonces tenemos que comprender lo que significa esta regeneración y cómo se logra. " 


Yo siento que el trabajo de la Sociedad Teosófica debe consistir principalmente en una comprensión de la naturaleza de la vida, tal como está en nosotros y en los demás, en las plantas, en los animales, y dondequiera, la unidad de la vida de la cual nos hablaron los grandes Maestros, y en comprender la naturaleza de la conciencia que se interpenetra con la vida y que es realmente un aspecto de la misma. Hay varios aspectos que indagar, pero esta indagación tiene que hacerla uno mismo, porque es una exploración del ser interno que no puede descubrirse a través de las palabras de otra persona. Hablar y comunicarse tiene su razón de ser, pero para explorar algo realmente, uno tiene que estar en una condición de perfecta atención, en un estado de tranquilidad, de quietud. El mar de nuestra propia conciencia tiene que permanecer tranquilo e inmóvil. Sólo entonces podemos sumergirnos en sus profundidades." 

El primer objetivo de la S.T. es la fraternidad universal de la humanidad, el cual fue presentado varios años después de la existencia de la S.T. a insistencia de los Adeptos, como una necesidad básica para promover la elevada aspiración que constituye la radical transformación de la humanidad, de su naturaleza completa, su modo de conducta, y su futuro. 


La palabra Teosofía contenida en el mismo nombre de la Sociedad, nos indica el carácter del trabajo que debemos realizar. Es significativo que la Teosofía se haya quedado sin definir por completo. Sin embargo, en su significado literal, puede ser como una estrella brillante en el horizonte hacia la cual debemos orientar nuestro trabajo, y sus vibraciones pueden penetrar nuestros corazones y transmitirse a nuestras vidas a través de cada palabra y acción


La prueba completa de si hay sabiduría o no, radicaría en si estamos actuando de acuerdo con la verdad de las cosas o solamente de acuerdo con varias fantasías, imágenes, ilusiones que vitoreamos. Si nosotros actuamos de acuerdo con los hechos, ya sea a nivel físico o psíquico, o a un nivel más bajo o más elevado, entonces estamos actuando sabiamente. Como una persona actúa, piensa y siente, da la respuesta de si es sabia o no. La acción no debe ser entendida solamente refiriéndose al acto, o a la relación que tengamos con otras personas, tal como lo hacemos en el mundo externo de una manera visible. La palabra acción tiene aquí un mayor significado y es un término de mayor alcance. Hay acciones de varias clases como las que están teniendo lugar, por ejemplo, en el cuerpo humano, como la acción química, eléctrica y demás. Nosotros no somos conscientes de ellas. Hay también acciones de pensamiento, de emoción, y acciones a otros niveles. La vida significa acción.

La Teosofía es una sabiduría basada en la verdad, pero esta verdad tiene múltiples manifestaciones, tiene varios niveles, unos dentro de otros. Uno podría denominarlo “la totalidad de la verdad respecto del hombre, la vida, y el universo”. Si nuestras acciones, pensamientos, sentimientos, y respuestas están en armonía con la naturaleza de esa totalidad, entonces estamos siendo sabios.

Es decir, hay que mantenerse concentrado y dedicado solamente a la disciplina de la verdad, recibiendo ésta dentro de uno mismo y sin desviarse hacia ninguna otra parte. Así pues, la palabra “objetivo” puede significar una condición de gran receptividad y profundidad. Y nosotros tenemos que ser objetivos en relación con la naturaleza en su totalidad. Y entonces será posible que advenga una condición de conocimiento puro, no mezclada con otras nociones, dentro de la cual cuanto es externo para nosotros, pueda reflejarse en su verdadera naturaleza dentro de nosotros mismos. Nuestra naturaleza puede convertirse en un nítido espejo de la verdad

¿Podemos alcanzar una condición donde nuestra naturaleza interna sea tan pura, suave, elevada, nítida, o modelada, tan llena de energía, que sea como una sensible membrana que refleje la verdad de las cosas a cualquier nivel? Yo creo que es posible, si las condiciones están presentes.

Algunas veces se dice que estamos en un tiempo de transición, y que tenemos que movernos de Kama-Manas, que es la mente influenciada por los deseos, para Buddhi-Manas, que es la mente verdaderamente iluminada, que tiene la capacidad de percibir ( y esta percepción es mucho más importante que los pensamientos). Primero debemos percibir, ya sea a nivel físico o a otro nivel interno. Después podemos edificar sobre ello un sistema de pensamiento. El cambio que debe ocurrir consiste en que el intelecto, que sólo se ocupa de las ideas, debe ser cambiado, iluminado, penetrado de una cierta pureza que lo convierta en un instrumento del conocedor puro, y no el crudo intelecto que simplemente analiza las diversas secuencias de hechos. Ha de ser un intelecto que conozca la cualidad de las cosas, y que no se ocupe solamente de cantidades y números por comparación.  A veces se mencionan extractos de las Cartas de los Maestros como: “La ola más elevada de avance intelectual debe ser escogida y guiada hacia la espiritualidad”, pero, ¿ cómo usted puede guiar un intelecto dogmático, neutral respecto de los asuntos morales, incapaz de cualquier apreciación estética, un intelecto frío y endurecido, hacia la espiritualidad? Primero hay que moldear este intelecto, transformarlo y convertirlo en un instrumento sensible y flexible, que pueda percibir la verdad interna de las cosas. Entonces se convertirá en una extensión del Espíritu, perteneciente a esa naturaleza del hombre que es esencialmente la naturaleza del amor, de la apertura, de la sensibilidad, del no egoísmo y la no posesividad. La inteligencia de una naturaleza así es luminosa y penetrante. También, cuando esta naturaleza se manifiesta, la vida asume un aspecto extraordinariamente hermoso. Todas las rencillas, los resentimientos y las molestias llegan a su fin. Cada persona encontrará que las demás comparten esa misma verdad. Sólo de esta forma podremos únicamente llegar a una nueva era, a un nuevo mundo.


Los tres objetivos de la Sociedad Teosófica son: 
• Formar un núcleo de la Fraternidad Universal, sin distinción de raza, credo, sexo, casta, o color. 
• Fomentar el estudio comparativo de las religiones, filosofías, y ciencias. 
• Investigar las leyes desconocidas de la naturaleza y los poderes latentes en la humanidad


Disertación ofrecida por N. Sri Ram en la convención de la Sección Australiana de la Sociedad Teosófica, en Marzo de 1970.
fragmentos de EL VERDADERO TRABAJO DE LA SOCIEDAD TEOSÓFICA
N.Sri Ram

martes, 15 de agosto de 2017

Sobre Budhi : La Verdadera Inteligencia


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La energía suprema reside en Budhi; latente cuando está unido sólo a Atman, activa e irrestible cuando está galvanizada por la esencia de Manas, y cuando ninguna de las impurezas de este último se mezcla con esa esencia pura para agobiarla con su naturaleza finita. El manas puro y simple es de grado más inferior y de la región de la tierra; y por eso sus hombres eminentes sólo cuentan como nulidades en el terreno donde la grandeza se mide de acuerdo con las normas del desarrollo espiritual. Cuando los antiguos fundadores de vuestras escuelas filosóficas llegaron a Oriente para adquirir el conocimiento de nuestros predecesores, no manifestaron ninguna exigencia, excepto la de un sincero y desinteresado anhelo por la verdad. Si alguien aspira ahora a fundar nuevas escuelas de ciencia y de filosofía, triunfará con el mismo plan -siempre que los que lo pretendan posean en sí mismos los elementos del éxito.

K.H.
fragmento de LAS CARTAS DE LOS MAHATMAS

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Existe esa extraordinaria facultad del conocimiento puro a la cual denominamos Buddhi, que consiste en la verdadera inteligencia, distinta del mero intelecto. Con ella es posible conocer, o al menos comenzar verdaderamente a conocer, no sólo como las cosas parecen ser, sino como internamente son. Esto requiere un cambio dentro de nosotros mismos. Hemos de llegar a una condición en la cual no se anhele nada, donde no querramos conquistar al mundo, ni tratar de engrandecernos. Cuando permanecemos, donde quiera que estemos, en una condición de receptividad, de humildad, nuestro corazón capta la verdad proveniente de todos partes. " Sri Ram

¿cómo usted puede guiar un intelecto dogmático, neutral respecto de los asuntos morales, incapaz de cualquier apreciación estética, un intelecto frío y endurecido, hacia la espiritualidad? Primero hay que moldear este intelecto, transformarlo y convertirlo en un instrumento sensible y flexible, que pueda percibir la verdad interna de las cosas. Entonces se convertirá en una extensión del Espíritu, perteneciente a esa naturaleza del hombre que es esencialmente la naturaleza del amor, de la apertura, de la sensibilidad, del no egoísmo y la no posesividad. La inteligencia de una naturaleza así es luminosa y penetrante. También, cuando esta naturaleza se manifiesta, la vida asume un aspecto extraordinariamente hermoso. " N. Sri Ram

lunes, 14 de agosto de 2017

Beethoven teósofo

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Llegamos así, de sublimidad en sublimidad, a la incomparable Novena Sinfonía, cuyo juicio resumió Wagner con estas solas palabras: «Somos tan ingenuos que continuamos escribiendo Sinfonías, sin darnos cuenta de que la última hace tiempo que fue escrita». Sin el precedente, en efecto, de día, de la Misa en Re y de los últimos cuartetos; las más colosales obras de Wagner, tales como el Parsifal y la Tetralogía, acaso no habrían llegado a ser lo que por ellos fueron. De la composición de aquella, al decir de los biógrafos, salió Beethoven como transfigurado y rejuvenecido: ¡había bebido en la copa de los dioses el sagrado licor del Soma, que da la inmortalidad y derecho a un puesto en el «Banquete» de los héroes de la Walhalla!..... Es de interés para el propósito fundamental de este libro el que se nos permita detenernos un momento acerca de la génesis literario-musical de la última Sinfonía beethoveniana. Ya dijimos en el capítulo anterior al hablar de Weber y de la literatura romántica (El Autor se refiere a otro capítulo de su obra El Drama lírico de Wagner y los Misterios de la Antigüedad. N. del E.) que Federico Schiller, el Goethe de los humildes, de los atormentados, el precursor de Heine, había ejercido siempre con sus misteriosas poesías dulces, gran influencia en la mente de Beethoven. «Quien, después de haber oído una de las sinfonías de éste, lee las cartas de Schiller sobre la educación estética, dice Lickefett, reconocerá que el idealismo alemán jamás tomó tan alto y temerario vuelo como en aquellas obras». (Lickefett “El Teatro de Schiller”, tesis doctoral). El músico supo enlazar con el poeta, su destino y del consorcio de dos artes tan supremas ha surgido El Himno de la Humanidad, que es como siempre debería llamarse la letra y la música de la Novena Sinfonía. Pero hay mucho que anotar respecto de ella que aún no se ha dicho, preocupados los escritores y el público sólo por la sublimidad de la partitura. «En 1784, añade Lickefett, entabló Schiller estrecha amistad con cuatro admiradores suyos: Koerner, padre del que luego fue célebre bardo de la guerra de la independencia; Huber y sus dos compañeras las hermanas Stock, residentes en Leipzig, y aceptando su hospitalidad generosa, abandonó el poeta para siempre a Manhein, pueblo donde le amargaron la vida multitud de contrariedades y apremios pecuniarios, como luego a Wagner. A los pocos días se hallaba ya Schiller en el mejor de los mundos, al lado de sus nuevos amigos, en medio de la más santa y franca de las intimidades que pueden hacer que el hombre bendiga a la Humanidad de que forma ínfima parte, en lugar de maldecirla. La generosidad y amor de aquellos hombres, en efecto, alejaron del poeta los bajos cuidados todos de la existencia, dejándole vivir en el puro cielo de su excelso espíritu durante aquellos los más tranquilos años de su vida, cual no los había experimentado el infeliz ni aún en su propia infancia. Este calor fraternal, esta amistad santa, esta disposición de ánimo hacia cuanto hay de verdaderamente humano y no animal en el hombre, inspiraron, pues, al noble Schiller las estrofas inmortales de su himno «A la alegría» (An die Freude), himno cuyo verdadero título es «A la Voluptuosidad» en el más purísimo, trascendente y originario sentido de la palabra: no en el degradado que tiempos posteriores la diesen. No es indiferente este serio asunto: Voluptuosidad en lengua latina es más que alegría ordinaria, pues que es alegría trascendente y pura, voluptuosidad en lengua romance es algo bajo, casi obsceno... La primera es alimento de los dioses y de los grandes místicos, pues que equivale a éxtasis, amor trascendente, deliquio divino; la segunda es indigna hasta de los hombres..... pues conviene no olvidar nunca, tratándose de asuntos elevados, que en todas cuantas palabras de las lenguas neolatinas se hace referencia a los incomprendidos conceptos filosóficos de la antigüedad sabia, ha sido vuelto sencillamente del revés su primitivo significado, para hacer verdadero aquel profundo aserto hermético de Blavatsky de que «los dioses de nuestros padres son nuestros demonios». Es decir que respecto a tales palabras, si bien se ha conservado el cuerpo, o sea la forma, yace perdido del modo más lastimoso el espíritu. Por eso todas las palabras neolatinas de dicha índole filosófica, como hijas que son de una lengua sabia perdida, cuyo espíritu se perdió también, son meros cadáveres y como tales cadáveres han de ser consideradas y reconstituidas en su significado original por el verdadero filósofo. Tal sucede con la palabra «voluptuosidad», «voluptuoso», y sus afines. (7). Con aquella primitiva significación trascendente tomada, la sublime oda de Schiller «An die Freude», «A la Voluptuosidad de dioses» el supuesto canto anodino de «a la alegría», adquiere desconocido vigor y un relieve excelso, cual sucede siempre cuando a los buenos aceros damasquinos se los limpia de la herrumbre de los siglos, porque aquella composición del mejor de los líricos alemanes parece un himno arrancado a los Vedas o a los Eddas sagrados, no siendo ya de extrañar, por tanto, el que Beethoven la tomase por tema de inspiración musical para la más ciclópea de sus obras, donde por vez primera en la historia del arte se hace elemento sinfónico a la voz humana, como prólogo verdad del moderno drama lírico wagneriano. Séanos, pues, permitido el glosar la divina oda, oda del éxtasis más legítimo, el éxtasis único del Amor a la Humanidad, así, con mayúsculas. - «Oh voluptuosidad, la más bella refulgencia divina, hija del Elíseo. Ebrios de emoción osamos penetrar en tu santuario cantando: - Tu mágico efluvio anuda los santos lazos que el trato social, despiadado y cruel, osara romper un día... ¡Todos los hombres son hermanos; todos son UNO bajo tu égida protectora!». Y el coro contesta: - ¡Miríadas de miríadas de seres que pobláis el mundo y pobláis sin duda los Cielos sin limites: facetas innúmeras de un solo, único e inconmensurable Logos, yo os estrecho contra mi corazón!... ¡Un inmenso abrazo para el Universo entero!: ¡Hermanos, hermanos míos, alegraos, todo se une y todo conspira al Santo Misterio, y aquí en nuestro ser y allá y doquiera tras la bóveda estrellada un Padre-Madre amante nos cobija a todos!.. ¡Qué todo cuanto pulula en el ámbito de la Tierra y del Espacio rinda su homenaje a la simpatía del gran misterio teleológico!... ¡Ella, en progreso sin fin, nos eleva hacia los astros PER ADSPERA AD ASTRA, donde existen sin duda mundos más excelsos!». . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Como Krishna, como Buddha, como Jesús, como la misma Revolución francesa, Schiller y Beethoven, unidos por el divino lazo de un arte sin fronteras, no han enarbolado otra bandera que la del dogma humano único: ¡LA FRATERNIDAD UNIVERSAL!



Rabindranath Tagore, el gran místico-poeta hindú que acaba de obtener el premio Nóbel de Literatura: «La lluvia cae mansamente; la noche ha cerrado por completo y nuestro espíritu sigue las palabras del Poeta»….. Tú ¡oh Beethoven! has bajado de tu solio y te has dignado llegar a la puerta de mi choza. Cuando tú me incitas a cantar, paréceme que el corazón me va a estallar dentro del pecho. Levanto los ojos hacia tu faz y lágrimas de placer-dolor obscurecen mis miradas. Todo cuanto hay de áspero y de disonante en mi vida se funde en suave armonía y mi adoración a lo Infinito despliega sus alas como un pájaro alegre y libre que tiende su vuelo por sobre el mar. Sé que tú te complaces en la mísera imitación que vanamente intento hacer de tu canto. Sé que son mis anhelos los que habrán de llevarme algún día a tu presencia. Con los bordes del ala desplegada de mi canto rozo humilde tus pies. ¡Ebrio de la alegría de cantar, me olvido de mí mismo y te llamo amigo, a ti que eres mi Señor!. La luz de tu música ilumina al mundo. El soplo viviente de tu música corre de un cielo a otro. La sagrada catarata de tu música se abre paso a través de los obstáculos de piedra y se continúa en impulso infinito. ¡Ah! Tú has cogido mi corazón en la red infinita de tu música!..... ¡Y, sin embargo, yo ignoro en verdad como cantas!. ¡Te escucho siempre en Silencio! . . 



Por eso en su diario y en su testamento se ve al verdadero místico, es decir, al hombre religioso-científico, de espíritu gigante y trascendido sobre las impurezas de la vida. Cuando su sordera le ha aislado en absoluto de todo lo externo, «supera divinizado la región de las águilas, remonta los más altos cirrus y lanza desde la altura su canto de amor a la humanidad de los tiempos futuros: el himno inmortal a la Alegría trascendente, el más bello resplandor de los dioses» al par que escribe en su diario con la conformidad de un verdadero santo: «¡Resignación, resignación absoluta con tu suerte!. En adelante no vivirás para tí, sino para los demás. Desde ahora no hay más felicidad para tí que en tu arte: ¡Oh Divinidad, concédeme fuerza para vencerme a mi mismo!»… - «Ya nada me retiene a la vida!» - añade en otro lugar y, cual Cristo en el Monte de las Olivas, trata de apartar de su labio el amargo cáliz, y estampa: - «¡Oh, Dios socórreme!, ¡Tú ves mi alejamiento de los hombres!..., ¡No, mi infeliz situación nunca acabará!... No tengo otro medio de salvación que el de continuar en el mundo... Trabajando me elevaré a las alturas de mi arte: una sinfonía más, una tan sólo y, entonces, ¡fuera, fuera de tanta vulgaridad!»… ¿Qué más necesitaba Wagner que este viviente modelo para crear su Sigmundo y su Sigfredo y para hallar vibrantes las rebeldes notas del humano tema de la justificación?... Job mismo, en punto a resignación rebelde, si vale la paradoja, no llegó a más altura paciente que el creador de la Sinfonía. Como los ascetas del Tibet o de la Tebaida, vivió Beethoven, con cortos intervalos, aislado del mundo durante los diez últimos años de su vida. Nadie ignora la pasión que concibió entonces por la Naturaleza, pasión de la que tantas huellas ha dejado en sus obras, especialmente en su Pastoral o Sexta Sinfonía. Identificado con los vientos y las tempestades, eco fiel de las que eternamente agitaban su alma, escribe: «Mi reino está en el aire; mi alma vibra en los murmullos del viento», y se le ve permanecer fuera de lo que llamamos realidad, en plena soledad campestre, días enteros, y allí, bajo un abeto, cual Napoleón bajo el sauce de Santa Elena, o mejor aún, como el Buddha celeste bajo el Árbol del conocimiento, extático le sorprende el pincel de Kloeber, para legar a la posteridad el más genuino de los retratos del Maestro. El Drama lírico, que recibiese su apoteosis en Ricardo Wagner, su continuador y su discípulo, bajó del cielo con «inspiración sin igual de su prólogo la Novena Sinfonía. (5)





Mario Roso de Luna 
fragmentos de Beethoven Teósofo

viernes, 11 de agosto de 2017

El amor y la alegría- obstáculos a vencer

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Tu amor y tu alegría aumentarán, si vences o evitas estos obtáculos:


El primer obstáculo es la presión. El amor y la alegría se debilitan y desaparecen cuando ejerces presión sobre los demás o tratas de imponerles tu voluntad. Y aumentan en un estado de libertad.

El segundo obstáculo son los celos que quieren poseer. Actúa como un agente de fuerzas oscuras sin ser consciente. Impiden que crezca el amor y la alegría entre las personas.

El tercer obstáculo es negar la libertad a los demás. Respetar ideas, ideales de los demás. ser tolerante. Y haz que respeten las tuyas. Deja que sea libre la persona a la que amas, encuentra tu propia alegría en la libertad de esa persona. Déjala tomar sus decisiones o trazar sus planes, seguir los dictados de su conciencia o usar su libre albedrío.

El cuarto obstáculo es la tendencia a abusar de las personas y de sus bienes. El amor y la alegría se evaporan cuando existe esa tendencia, porque en tu corazón anida la intención de explotar a los demás.

El quinto obstáculo es la falta de inclusividad. La inclusivdad genera relaciones humanas justas, comprensión internacional, respeto y aprecio.

El sexto obstáculo es la injusticia. El amor no florecerá en ti.El amor y la alegría florecerán cuando respetas los derechos de los demás.

El séptimo obstáculo es la fealdad. Tus pensamientos son feos cuando son egoístas, dañinos, delictivos, separatistas, falsos, etc. Tus emociones son feas cuando son negativas y nada serias. Tus acciones y expresiones son feas cuando son destructivas, insultantes, menoscabantes y motivadas por el interés personal. La belleza resplandece bajo el amor y la alegría.

El octavo obstáculo es la falta de sinceridad. El amor y la elgría no pueden existir donde la sinceridad está ausente, cuando las actitudes son falsas respecto a otros seres. Debemos empeñarnos con todo nuestro corazón, en ser sinceros y probos con el mundo.

El noveno obstáculo es la intromisión. Atrapado en la red de los chismes. Critica, juzga e interfiere mental o verbalmente en las decisiones de los demás. Incrementa las preocupaciones y lastima a los demás.

El décimo es la crítica. Crea rechazo, el aura se endurece. Te impones sobre los demás y les impones tu personalidad. La crítica no permite que los demás efectúen sus pruebas y tengan sus experiencias. El amor y la alegría no pueden crecer y expandirse en una atmósfera en la que haya crítica. Cuando lastimas a alguien, lastimas tu amor y tu alegría.

El undécimo es la negligencia y el orgullo. La negligencia genera irresponsabilidad. El amor y la alegría no pueden existir en una atmósfera contaminada por debilidades y vicios humanos. El orgullo es separatista. El amor es totalizador. El orgullo menoscaba. El orgullo rechaza toda alegría y todo amor.  El amor y la alegría defienden la belleza y el interés de los demás.

El duodécimo es el apego: No podemos aferrarnos, sólo puedes perpetuar tu amor y alegría, desapegándote. El amor aumenta cuando lo das y dejas que las personas amen lo que ellas quieren. Incrementas tu alegría incrementando la alegría pura de los demás. Encuentras tu Verdadero Ser cuando eres amor y alegría.

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Torkom Saraydarian
fragmentos: ALEGRÍA Y CURACIÓN