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Cartas de los Mahatmas-fragmentos

Uno de  los  Maestros  dijo  que,  en  el  mundo  de  hoy,  donde  se  encuentran  tan  pocos  que  tengan   deseos   desinteresados  p...

miércoles, 26 de marzo de 2014

EL UNIVERSO COMO SER VIVO


"La Vida-Una  es y está en todo. Lo que se llama vulgarmente nacimiento y muerte es mera transfiguración, cambios de aspecto según la perspectiva desde la cual se observa.
 
La entropía es una cualidad del Universo por la cual nada se pierde, nada se gana, todo se transforma, siendo los cuerpos meras sombras de los espíritus sobre la dimensión en que estos espíritus tienen sus conciencias.
 
La energía es continua y su continuidad no merma con las diferencias de sentido e intensidad. Todo vive, todo alienta, todo vibra y se mueve o se aquieta.
 
Aquel que pudo abrir sus ojos a la Vida, lo percibe por doquier. Una Vida inteligente, voluntariosa en su querer ser. Toma las formas y densidades que necesita. Se vuelve pez en las aguas, cervatillo en los bosques, roca en las montañas, relámpago en el cielo, beso en los labios, brillo en la espada, murmullos en el silencio, formas fugitivas traslúcidas en las noches, voces que nos hablan desde dentro de nosotros mismos, música de piedra en los viejos templos y arquitectura inmaterial en Wagner.
 
Todo vive por siempre dentro de este Ciclo de Vida, dentro de este Macrobios cuyo Espíritu es Dios-Nuestro-Señor. La muerte no existe.
 
Aun siendo la Substancia Una, esta Substancia vibra y es rica en matices que otorgan diferentes oportunidades de formas de vida. Dentro de nuestro Universo, y más concretamente en nuestro Sistema Solar, existen diez planos de vibración según puede entenderlos el hombre.
 
Cada uno de estos Mundos tiene a su vez en sí el reflejo de todos los demás aparte del propio.
 
La energía desacelerada se convierte en Materia visible a los ojos físicos. Atrapada y amontonada en nódulos gravitatorios, la energía se transforma en cosa, con sus propiedades, algunas intrínsecas y otras que le vienen desde planos más sutiles.
 
La cárcel de la materia, cárcel en verdad tan sólo de barrotes, pues los vientos energéticos la traspasan continuamente. Y los mismos barrotes no son más que viento detenido o desacelerado. El físico la sombra pasajera de divinos objetos, en marcha hacia objetivos que no son perceptibles desde la perspectiva materialista.
 
 
En el origen y la finalidad del Megacosmos están los Enigmas, todo lo que ignoramos e ignoraremos mientras estemos bajo nuestra humana condición.
 
Nuestra única seguridad interna es que en ello está Dios; pero no el Dios bueno, o con cualquier otro atributo humanizado. Simplemente Dios. Simplemente Misterio. Es lo que ignoramos, sacralizado por su dimensión sobrehumana, para-racional y totalmente fuera de nuestro alcance conceptual...
 
Los indos le llamaban la No-cosa y lo mismo hicieron todos los esoteristas de todos los pueblos. Todo está allí y nada está ahí. Y no nos excluímos nosotros mismos, los Seres Humanos.
 
 
 
fragmento de : "Los Espíritus Elementales de la Naturaleza” 1985
Jorge Angel Livraga

viernes, 14 de marzo de 2014

EL ADVENIMIENTO DE UNA NUEVA EDAD MEDIA



"Desde el punto de vista mítico, todas las leyendas y tradiciones antiguas coinciden en afirmar la existencia de un lugar en el que el desastre (diluvio, los terremotos, la decaencia) no llega, un lugar seguro en donde los hombres allí refugiados se salvan o se abstraen -en alguna medida- del ambiente exterior. Estos lugares, denominados Isla Seca, Tule, Tulán, Avalón, Aralú, etc, no es forzoso identificarlos con lugares o islas físicas reales, sino que también pueden representar aspectos culturales y morales de determinados núcleos humanos, que se aislan para sobrevivir. Durante la pasada Edad Media, hubo en Europa muchas diminutas islas secas, encarnadas en algunas cofradías religiosas o herméticas, que transmitían el conocimiento de manera oral principalmente. A su vez y en la misma época, otras civilizaciones que estaban en auge -como los árabes- actuaban de transmisores de la cultura (como la clásica griega y romana).

La futura Edad Media, debido a las circunstancias tan peculiares de nuestra actual civilización, va a poseer varias islas secas o refugios donde las aguas de Acuario no llegarán. Serán numerosas y de muy distinta naturaleza. Generalmente no estarán ubicadas en los grandes centros urbanos, sino más bien en lugares alejados en donde -muy previsoriamente- se hayan instalado bibliotecas e instrumentos con gente adecuada. Estas islas secas -o módulos de supervivencia-, serán decisivos para el Nuevo Renacimiento.

Los filósofos han sido siempre los inspiradores y generadores de los sucesivos renacimientos o períodos de esplendor.

El verdadero filósofo, no sólo se ha caracterizado por su capacidad de crítica, sino también por la fertilidad en dar soluciones. No basta con señalar los fallos o contradicciones de un sistema social, hay también que dejar una puerta abierta, mostrar nuevos senderos, proponer soluciones.

El filósofo es el Vigilante o Custodio de los valores Atemporales o Históricos de la sociedad, y su misión consiste en limpiarlos de las deformaciones que produce el tiempo, o rescatarlos de las brumas del pasado para intentar aplicarlos" 




Fragmentos de: EL ADVENIMIENTO DE UNA NUEVA EDAD MEDIA
Autor: JAVIER ALVARADO-1980

domingo, 9 de marzo de 2014

¿El Progreso es sinónimo de Cambio?


"Con más voluntad de cientifismo que ciencia verdadera se concibe al Universo y al Hombre como frutos de la casualidad, pues se forja la paradoja de que la razón, que todo lo abarca y justifica, es ultérrimamamente hija de la sinrazón, como Uranos lo fue del Caos. Pero en la nueva versión de interpretación de este enigma hijo de los Misterios, ya no hay capacidad de profundizar y una angustia subconsciente va a abrir los cauces de la violencia.

En nombre de la libertad se forjan los mitos de los iluministas y la teoría del buen salvaje. Quien no estaba de acuerdo con esto era un retrógrado, y así, no tardarán en rodar las cabezas coronadas o no, ante el altar de la paz.

Del concepto inmovilista medieval de un universo que se encuentra exclusivamente a la espera del día del Juicio final, y cuyos movimientos son apariencias carentes de un significado que trascienda la mera mecánica de las cosas se pasa a la antítesis de un universo en febril cambio, sin misterios, visible y tangible en su totalidad y donde todo evoluciona y progresa constantemente. Para los "evolucionistas", la Naturaleza jamás se detiene ni da saltos; es una simple máquina muy bien aceitada con la sangre de sus criaturas.

Los científicos actuales, con menos presunciones y más sabiduría no pueden dejar de asombrarse a la vista de tantos y tantos enigmas como nos muestran los más perfeccionados medios de interpretación de las cosas y de los hechos; pues comprobado está que la Naturaleza guarda en su seno misteriosos relojes que aceleran o detienen el fluir de los acontecimientos, que son vehículos cuyos fines trascienden lo llanamente fenomenológico


La razón injustamente confundida con la inteligencia, y sin depurarse de los instintos sino escondiéndolos bajo el pesado manto de la retórica, dio carácter al siglo XIX y pasó al XX.

La peligrosa idea de que todo progreso está basado en el cambio constante hizo que del liberalismo surgiesen pseudomísticas revolucionarias que colocaron la careta de la ciencia a las peores distorsiones, originándose los conceptos de lucha de clases y de racismos.

Un simple filósofo, que por gracia de algún prodigio hubiese surgido del fondo de los tiempos, les habría explicado que el hombre que jamás se detiene al escalar una montaña, impelido al eterno cambio y movimiento, seguirá caminando al llegar a la cumbre y de tal suerte bajará inexorablemente, convirtiendo su progreso en descenso, si no en caída mortal.

Pero los intelectuales y científicos a la moda cuando el nacimiento del siglo XX carecían de esa sencillez y humildad. En su ceguera creyeron que el perfeccionamiento de los medios mejoraba al Hombre, y que poder cruzar el mar, la tierra o el aire a gran velocidad los hacía infinitamente superiores  en todo al que no podía realizar estas cosas.

Se confundió, lamentablemente, LA ERUDICIÓN CON LA SABIDURÍA, LA DECLAMACIÓN DE LOS PRINCIPIOS MORALES CON LA PRÁCTICA DE LA PAZ, Y EL CAMBIO CONSTANTE CON EL PERFECCIONAMIENTO.

Se concibió  artificialmente al Universo, al Hombre y a la relación entre los seres y cosas. Un afán consumista convirtió nuestro mundo en un basural lleno de chatarra física, psicológica, mental y espiritual.



Jamás hubieron más desamparados en la tierra, ni la injusticia se impulso de tan brutal manera. En el soñado y esperado año 2.000 habrá 4.000 millones de pobres absolutos...o tal vez más. A este horror nos han llevado las "ideas positivas" y "científicas".

No basta con cambiar, hay que hacerlo para mejor. Y si tal cosa no es posible, más vale conservar lo poco o mucho que de bueno se disponga, con humildad de corazón y sin bravatas que de la lengua no pasan.

Vale más el ojo luminoso de una lumbre en la noche, con una rueda de buenos amigos custodiándolo, entre los cuales reine el amor y la sana camaradería, que las ostentosas declaraciones y los rocambolescos desafíos lanzados desde las tribunas o detrás de las corazas defendidas por artilugios electrónicos, cuyas pilas de alimentación son los sudores de los pueblos esclavizados por la obsesión del progreso indefinido y la necesidad de cambiar constantemente.

Por más loas que hoy se hagan y por más de moda que esté el homenaje a los que con sus delirios nos precipitaron en este infierno, reclamamos el derecho natural a la vida, más allá de toda contaminación y terrorismo.

Los jóvenes tiene que poder zafarse de las viejas cadenas  de las sectas políticas, económicas, sociales, raciales o religiosas, para poder lanzarse hacia el futuro, apoyándose sólidamente en un presente al que no torturen las sombras de las ideas y sistemas que fracasaron. Que no se oculte ese fracaso, no por culpar a nadie, sino para alentar nuevos caminos a la esperanza, la felicidad y el verdadero conocimiento de sí mismo. ¡Tengamos coraje!

En muchas cosas, tenemos que volver a empezar. Pero cambiar por cambiar no es sinónimo de progreso, sino de desconcierto. Lo justo, lo bueno y lo bello, no cambian jamás.
fragmentos de:
JORGE ANGEL LIVRAGA RIZZI
Agosto 1986