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Cartas de los Mahatmas-fragmentos

Uno de  los  Maestros  dijo  que,  en  el  mundo  de  hoy,  donde  se  encuentran  tan  pocos  que  tengan   deseos   desinteresados  p...

martes, 23 de abril de 2019

LA VERDAD JAMÁS PUEDE SER DESTRUIDA

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La verdad jamás puede ser destruida; de aquí que fracasase la tentativa de hacer desaparecer por completo de la faz de la tierra todo vestigio de la antigua Sabiduría, y de encadenar y amordazar a cuantos pudiesen dar testimonio de ella. Sise considera los millares y quizás millones de manuscritos quemados, los monumentos reducidos a polvo con sus por demás indiscretas inscripciones y símbolos pictóricos, la multitud de ermitaños y ascetas primitivos vagando entre las ruinas de las ciudades del alto y el bajo Egipto, y por desiertos y montañas, por valles y cordilleras, buscando con ardor obeliscos y columnas, rollos y pergaminos para destruirlos si contenían el símbolo de la Tau, o cualquier otro signo que la nueva fe se hubiese apropiado, se comprenderá fácilmente que haya quedado tan poco de los anales del pasado. 

Grandes y celosos fueron los esfuerzos llevados a cabo por el fanatismo durante aquellos primeros siglos, para borrar hasta la menor huella de la obra mental e intelectual de los paganos; pero todo ha sido en balde, aunque el mismo espíritu de los oscuros genio del fanatismo y de la intolerancia, haya adulterado sistemáticamente desde entonces, todas las brillantes páginas escritas en los períodos anteriores al Cristianismo. La historia misma, en sus inseguros anales, ha conservado bastante de lo que ha sobrevivido de aquellos períodos, para arrojar una luz imparcial sobre el conjunto. Deténgase, pues, el lector un momento en compañía de la que escribe estas líneas en el punto de observación elegido, y fije toda su atención en los 1.000 años que, correspondiendo a los períodos anterior y posterior al Cristianismo, se hallan divididos en dos partes por el año Uno de la Natividad. Este suceso, sea o no correcto, desde el punto de vista histórico ha sido, no obstante, erigido en el primero de los múltiples baluartes levantados contra la vuelta posible de una sola vislumbre a las tan odiadas religiones del pasado: odiadas y temidas por lanzar tan vívida luz sobre la interpretación nueva e intencionalmente velada de lo que ahora se llama la«Nueva Ley». Por sobrehumanos que fuesen los esfuerzos de los primeros Padres de la Iglesia para borrar la Doctrina Secreta de la memoria de los hombres, todos ellos han fracasado." 

A   la   verdad,   el   endiablado   espíritu   fanático   del cristianismo primitivo y de la Edad Media, así como el del islamismo, gustaron siempre vivir en las tinieblas y la ignorancia, y ambos han hecho...

el sol de sangre, la tierra una tumba.
La tumba un infierno, y el infierno mismo una oscuridad más lóbrega.

Ambas  religiones  han  conquistado  sus  prosélitos  con  la  punta  de  la  espada; ambas han construido  sus  templos  sobre  enormes hecatombes  de  víctimas  humanas.  En  elpórtico  del siglo  I  de  nuestra  era,  brillaron  fatídicamente  las  palabras  ominosas «EL KARMA  DE ISRAEL».  Sobre  los  umbrales  del  nuestro  podrán  leer  los  profetas  del porvenir otras palabras que harán referencia al Karma de la historia falsificada astutamente, de los sucesos desnaturalizados  de  propósito  y  de  los  grandes caracteres  calumniados  ante  la  posteridad  y destruidos  hasta  hacer  imposible  su reconocimientoentre  los  dos  carros  de  Jagannâtha: Fanatismo y Materialismo; el uno aceptando demasiado, y el otro negándolo todo. Sabio es aquel  que  se  mantiene en  el  punto  medio  y  que  cree  en  la  justicia  eterna  de  las  cosas. Dice Faiza Dîwân, el «testigo de los maravillosos discursos de un libre pensador que pertenece a un millar de sectas»: En la asamblea del día de la resurrección, cuando las cosas pasadas sean perdonadas, los  pecados  de  la  Ka’bah  serán  perdonados  en  gracia  al  polvo  de  las  iglesias Cristianas. »A esto contesta el profesor Max Müller: «Los pecados del Islam son indignos como el polvo del Cristianismo; en el día de la resurrección, tanto  mahometanos  como cristianos, verán la vanidad de sus doctrinas religiosas. Los hombres luchan por la religión en la  tierra;  en  el  cielo  encontrarán  que  sólo existe  una  religión verdadera:  la  adoración  del ESPÍRITU DE DIOS»[Ob. cit., pág. 257]

En otras palabras, «NO HAY RELIGIÓN (o LEY) SUPERIOR A LA VERDAD»—(Satyât  Nâsti  Paro  Dharmah)—el  lema  del  Mahârâjah  de  Benares,  adoptado  por  la Sociedad Teosófica
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H.P.Blavatsky
fragmentos de LA DOCTRINA DE LAS ERAS ARCAICAS

martes, 16 de abril de 2019

Alquimia y simbolismo en las Catedrales

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Un mito universal que trata de la inmortalidad del alma y de la existencia de un destino cósmico del cual el hombre debe participar de manera consciente y activa.
El mundo moderno nos ha acostumbrado a una forma de vida en la que el tiempo hace de nosotros sus esclavos, y nos impide parar y ver lo que nos rodea con los ojos del alma, con la visión del pensador, del filósofo que es capaz de leer en los símbolos, y de buscar la sabiduría no solo en los textos, sino también en el mundo que le rodea.
No era así durante los siglos XII y XIII, cuando una verdadera revolución de la fe iluminó las artes y las ciencias dejándolas al servicio del espíritu. Fue entonces cuando nació el siglo de las catedrales. Ese espíritu llevó al hombre de la vieja Europa a una fiebre de construir más de doscientas catedrales, en aquellos lugares donde se ubicaban las viejas y destartaladas iglesias, que ocupaban a su vez los ancestrales lugares de culto de los viejos pobladores del continente.
Fueron los constructores de las catedrales los que, encarnando los principios de la arquitectura sagrada sobre la piedra, hicieron de las catedrales un espacio privilegiado de unión entre el hombre y Dios, entre el hombre y el cosmos.
Cada catedral tiene, sin embargo, sus propias características. No hay ninguna igual a otra, todas recrean las viejas normas de construcción dictadas por el maestro constructor, pero cada una de ellas guarda su singularidad además de su ubicación, que las hace únicas.
Las catedrales no eran solamente templos, como hemos dicho, dedicados estrictamente al culto religioso; a su vez, se convierten en lugares de encuentro, de discusión, de contemplación. De ello surge el concepto de la escuela-catedral, donde se imparten conocimientos de las llamadas artes liberales, divididas en el trívium (retórica, gramática y dialéctica) y el quadrívium (aritmética, geometría, astrología y música), siendo muy pronto la dialéctica la que se convirtió en la materia maestra como arte del razonamiento. La catedral debe considerarse una recreación del mundo y de sus leyes: desde la formulación de su proyecto hasta la elección de la fecha de colocación de su primera piedra, reflejan al universo y su manifestación. Así se establece una relación trivalente entre el Hombre, el Mundo y Dios.
La catedral reproduce los tres niveles, es decir, el Cielo, la Tierra, y el Mundo Subterráneo, o sea, el espíritu, el alma y el cuerpo del templo. El hombre y el templo han sido creados con el mismo modelo, y el lazo que une al hombre y a la Divinidad es la catedral. El mundo subterráneo es la sede de las potencias ctónicas, donde las semillas fructifican gracias a las energías telúricas que reciben. Estas fuerzas están representadas por la virgen negra, venerada en lugares como la cripta de las catedrales, y relacionada con los misterios de la resurrección y de la transmutación.
La tierra es el medio donde se desarrolla la vida, la naturaleza con todos sus elementos. Es el hábitat humano durante su estancia terrestre. El cielo es la sede de la luz de las potencias solares y de la Divinidad, es aquí donde se anuda la construcción y se encarna a modo de bóveda. El nudo que ata este mundo es la piedra clave, que concentra y difunde las fuerzas hacia las columnas, de la misma manera que el cielo difunde sus energías y se une con la tierra. El templo por excelencia, la catedral, es un espacio de transmutación, puesto que es capaz de transformar lo profano en sagrado, lo que significa una operación alquímica.
La alquimia estaba considerada como la ciencia de las transformaciones, y estas podían operar tanto a nivel físico como psíquico o espiritual. Cierto número de catedrales presentan en sus representaciones los medallones con los signos de conocimiento alquímico que los constructores labraron en ciertos lugares muy significativos de las catedrales. La búsqueda alquímica sobrepasa los conocimientos sobre la materia, es la práctica a través de la cual la materia, la psique y el espíritu podrían volver a la unidad primordial, es decir, a Dios.
La imagen puede contener: una o varias personasFotografía de Elena Belega

Autor: GUILLERMO CADAVIECO

Recogido de:
https://filosofia.nueva-acropolis.es/2017/simbolismo-alquimia-las-catedrales/