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Cartas de los Mahatmas-fragmentos

Uno de  los  Maestros  dijo  que,  en  el  mundo  de  hoy,  donde  se  encuentran  tan  pocos  que  tengan   deseos   desinteresados  p...

sábado, 22 de febrero de 2014

LOS DOCE TRABAJOS DE HÉRCULES a través del Zodíaco

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El discípulo, como Hércules, debe luchar contra cada uno de los aspectos negativos y, por el contrario, desarrollar en sí mismo los aspectos positivos.

Debe luchar contra el lobo y el jabalí de Marte, la violencia salvaje, la crueldad  y alimentar en sí mismo el deseo de hacer los sacrificios necesarios para que se produzca la germinación.

Debe vencer el materialismo y la sensualidad de Tauro, y adquirir su paciencia, su tenacidad y su fuerza.

Debe luchar contra la tendencia nociva de Géminis, con su intelecto siempre presto a criticar, engañar, y estar dispuesto, en cambio, a manifestar los preceptos del amor y de la sabiduría.

Debe dominar la emotividad, la imaginación crepuscular y desordenada de Cáncer, favorecida por la Luna, y sensibilizarse a las corrientes espirituales, tener el deseo de elaborar su vida y de purificar todas las fuerzas que le han sido dadas.

Debe vencer el orgullo y la ostentación de Leo, para desarrollar su nobleza, su grandeza, su rectitud.

Debe vencer la estrechez de espíritu, la sequedad y la avaricia de Virgo, y aprender su pureza, su gusto por el orden y el método.

Debe vencer la pereza y la indecisión de Libra y desarrollar su necesidad de armonía y belleza.

Debe triunfar frente a los celos y a las pasiones sensuales de Escorpio, y estar siempre dispuesto a morir a todo aquello que es inferior, como lo enseñaba Jesús cuando decía: "Si no morís, no viviréis"

Debe luchar contra el instinto de rebelión y la inestabilidad de Sagitario, y ser capaz de elevarse constantemente hasta Dios, de poseer un pensamiento poderoso y de defender la ciudadela de los Iniciados, de los hijos de Dios. Sagitario es el defensor que está subido a las murallas desde donde vigila, con el arco tendido, para proteger el Reino de Dios, la Fraternidad Blanca Universal.

Debe vencer el orgullo, la dureza y la intransigencia de Capricornio, para alcanzar, a través de la meditación y la contemplación, las más altas cimas de las montañas espirituales.

Debe vencer el individualismo, la necesidad de escándalo y de rebelión de Acuario, para fundirse con la inmensa comunidad de la fraternidad universal, en la vida cósmica.

Debe escapar de las brumas y las prisiones internas de Piscis, y aprender su abnegación, renuncia y sacrificio.

Así, el trabajo del discípulo consiste en recorrer todos los signos, luchando consigo mismo contra todos los enemigos interiores. Cuando estos trabajos estén terminados y haya adquirido las doce virtudes, como Hércules, llegará a ser un semi-dios.



fragmento de OMRAAM MIKHAEL AIVANHOV

jueves, 20 de febrero de 2014

LOS PELIGROS DEL DESPERTAR DE KUNDALINI



"La fuerza de Kundalini dormita en la base de la médula espinal. Es el madre que ha creado el universo, "la fuerza fuerte de todas las fuerzas", como la llama Hermes Trimegisto. Una vez despierta, puede dirigirse hacia arriba o hacia abajo. Si se  dirige hacia arriba, el ser experimenta un inimaginable crecimiento espiritual. Si se dirige hacia abajo, puede tener conseuencias muy lamentables. Aquél que sin ser puro ni dueño de sí mismo despierta la fuerza Kundalini, se convierte en presa de una pasión sexual desenfrenada que lo arrastra hacia el abismo a una velocidad vertiginosa, y de una ambición desmesurada que lo llevará a oponerse al mundo entero. Por esta razón se aconseja a los discípulos que no intenten despertar a Kundalini antes de haber trabajo la pureza y la humildad. Ya que esta fuerza, la más poderosa de todas, puede destruir y crear al mismo tiempo. En realidad Kundalini puede ser despertado a diferentes niveles: podemos despertarlo 7 veces porque duerme 7 sueños, y está oculto bajo 7 capas de materia.

En cierta manera es fácil despertar a Kundalini, pero lo más difícil y justamente lo esencial es saber dónde y cómo dirigirlo. La dirección que tome Kundalini no depende de la voluntad del hombre, sino de sus cualidades y virtudes. Cuando la serpiente Kundalini despierta, se lanza hacia el lugar donde puede encontrar alimento. Si es la parte inferior la que le ofrece alimento, allá se dirige, y entonces todo ha terminado: es un pozo sin fondo, un verdadero abismo. Mientras que si es la parte superior la que le atrae, se dirige hacia arriba.

El ascenso de la fuerza Kundalini se realiza a través del canal Sushumna, situado en el interior de la médula espinal. De una y otra parte del canal Sushumna suben y se entrelazan, en espiral, los dos canales Ida (de polaridad negativa y relacionado con la Luna) y Pingala (de polridad positiva y relacionado con el Sol).

El mejor consejo que se puede dar a los occidentales es que no intenten despertar a Kundalini, sino que vivan una vida pura, conforme a las leyes divinas. En el momento adecuado, ya despertará; no hay que precipitarse. Cualquier otra manera de proceder es arriesgado, ya que esta fuerza es parecida a un fuego que puede incluso devastar y destruir ciertos órganos del cuerpo. Cuando todo sucede de manera natural, sin brusquedades, el hombre despierta armoniosamente a la conciencia del mundo divino.

Los sabios de la India dicen que antes de despertar a la serpiente Kundalini, el yogui debe liberar el canal central de la columna vertebral, Sushumna. Lo consigue con una vida pura y unos ejercicios apropiados. Esta limpieza es necesaria ya que, cuando la serpiente Kundalini se despierta, activa la vida psíquica del hombre; es un fuego tan intenso que lo quema todo. Por esto su camino debe ser liberado de todas las impurezas y de todos los obstáculos, para que así pueda pasar rápidamente sin producir trastornos en el hombre y alcanzar el centro coronario, el chakra Sahasrara."



fragmentos de OMRAAM MIKHAEL AIVANHOV

miércoles, 19 de febrero de 2014

EGIPTO Y EL CORAZÓN DE LA MAGIA





Calendario de Denderah
  
"Lo más importante, como veremos, para poder recorrer el sendero de la Magia Blanca, es conquistar un Corazón Puro, un Corazón libre de impurezas y egoísmos, para que despierten nuestras potencias latentes más poderosas, encontrando una mente, un corazón y una energía purificadas, a través de las cuales pueda hacer "circular la Luz” para el Bien de todos y al Servicio de la Evolución del conjunto. Siendo éste el mayor, el mejor distintivo y señal de reconocimiento en un discípulo del Sendero Blanco. Todos los Maestros han insistido en sus enseñanzas en la necesidad de conseguir primero en el sendero de la realización espiritual, limpiar nuestro vaso -la personalidad- para luego poder portar un agua limpia.


Esta Etica interior que sería estética en el exterior o bondad de corazón y cortesía. Se podría resumir en estos 5 principios atemporales: Rectos pensamientos, rectos sentimientos, rectas palabras, recta acción y recta forma de vida. Escala mágica para nosotros que podrá abrir nuevamente un canal que comunique constantemente el Cielo y la tierra."




fragmento de mi libro: EGIPTO Y EL CORAZÓN DE LA MAGIA
Registro Propiedad Intelectual nº M-0013252007
Nefertum (D. Villegas)

martes, 18 de febrero de 2014

LA UNIÓN DE LOS OPUESTOS EN EL INTERIOR

"Los hombres y mujeres no saben encontrar el otro principio en su interior y por esta causa lo buscan en el exterior y se atormentan porque no lo encuentra, o bien, si lo encuentran, no les aporta la plenitud. El hombre y la mujer no pueden encontrar la plenitud buscando en el exterior, sino uniendo los dos principios en ellos mismos, siendo hombre y mujer al mismo tiempo. A partir de ese momento ya no sienten la necesidad de unirse externamente con un ser complementario, porque ya están completos; tienen la sabiduría, la fuerza, el poder del hombre y tienen también la ternura, la delicadeza, la pureza y la sensibilidad de la mujer; no les falta nada, todo les obedece porque saben ser a la vez emisores y receptores"
Omraam Mikhaël Aïvanhov

domingo, 9 de febrero de 2014

LA CIUDAD CELESTE



 
"Para los alquimistas, la cruz es el crisol en el cual efectúan todas las operaciones sobre la materia con el fin de transformarla en oro.
 
 
Una vez vuestro nombre quede inscrito en el libro de la vida, el Cielo ya no os olvidará, y os enviará refuerzos, la salud y la alegría.
 
 
El Reino de Dios llegará cuando el amor y la sabiduría reinen y entonces desaparecerá la noche porque cada ser habrá encontrado la Luz.
 
 
Este Reino existe y ha existido siempre. Gracias a él se mantiene la verdadera tradición desde hace siglos, ya que de este centro iniciático proceden todos los grandes Maestros que han venido para aportar la luz a la humanidad"
 
 
 
fragmento de LA CIUDAD CELESTE
Omraam Mikhaël Aïvanhov

miércoles, 5 de febrero de 2014

ODA A LA ALEGRÍA de F. Schiller

 
 
¡Oh, amigos, no con esos acentos!
¡Entonemos cantos placenteros
y plenos de alegría!

 
¡Alegría, hermosa chispa de los dioses
hija del Elíseo!
¡Ebrios de ardor penetramos,
diosa celeste, en tu santuario!
Tu hechizo vuelve a unir
lo que el mundo había separado,
todos los hombres se vuelven hermanos
allí donde se posa tu ala suave.
Quien haya alcanzado la fortuna
de poseer la amistad de un amigo, quien
haya conquistado a una mujer deleitable
una su júbilo al nuestro.
Sí, quien pueda llamar suya aunque
sólo sea a un alma sobre la faz de la Tierra.
Y quien no pueda hacerlo,
que se aleje llorando de esta hermandad.
Todos los seres beben la alegría
en el seno de la naturaleza,
todos, los buenos y los malos,
siguen su camino de rosas.
Nos dio ósculos y pámpanos
y un fiel amigo hasta la muerte.
Al gusano se le concedió placer
y al querubín estar ante Dios.
 
Gozosos, como los astros que recorren
los grandiosos espacios celestes,
transitad, hermanos,
por vuestro camino, alegremente,
como el héroe hacia la victoria.
 
 
 
¡Alegría, hermosa chispa de los dioses
hija del Elíseo!
¡Ebrios de ardor penetramos,
diosa celeste, en tu santuario!
Tu hechizo vuelve a unir
lo que el mundo había separado,
todos los hombres se vuelven hermanos
allí donde se posa tu ala suave.
¡Abrazaos, criaturas innumerables!
¡Que ese beso alcance al mundo entero!
¡Hermanos!, sobre la bóveda estrellada
tiene que vivir un Padre amoroso.
¿No vislumbras, ¡oh mundo!, a tu Creador?
Búscalo sobre la bóveda estrellada.
Allí, sobre las estrellas, debe vivir.
¡Alegría, hermosa chispa de los dioses,
hija del Elíseo!
¡Ebrios de ardor penetramos,
diosa celeste, en tu santuario!
¡Abrazaos, criaturas innumerables!
¡Que ese beso alcance al mundo entero!
¿Os postráis, criaturas innumerables?
¿No vislumbras, ¡oh mundo!, a tu Creador?
¡Búscalo sobre la bóveda estrellada!
Hermanos, sobre la bóveda estrellada
tiene que vivir un Padre amoroso.
¡Alegría, hija del Elíseo!
Tu hechizo vuelve a unir
lo que el mundo había separado
todos los hombres se vuelven hermanos
allí donde se posa tu ala suave.
¡Abrazaos, criaturas innumerables!
¡Que ese beso alcance al mundo entero!
¡Hermanos!, sobre la bóveda estrellada
tiene que vivir un Padre amoroso.
¡Alegría, hermosa chispa de los dioses,
hija del Elíseo!
¡Alegría, hermosa chispa de los dioses!


ODA A LA ALEGRÍA - FEDERICO SCHILLER

sábado, 1 de febrero de 2014

LA PRESENCIA DE DIOS

Ese «Algo» que llamamos Dios dió «voluntad» de perduración a las cosas, «amor» a los seres y una planificación portentosamente «inteligente» a los cuerpos y a la vida

Más objetivo que todas las teorías teológicas y científicas es el hecho de que el hombre, desde sus remotísimos orígenes, se tuvo a sí mismo y a su entorno material como algo efímero, cambiante y pasajero. La mutación de los seres y las cosas le proporcionó la evidencia de que la muerte seguía inexorablemente a todo nacimiento, pero también de que todo ello habría de tener una justificación, un sentido, un por qué.

Vio que las manadas marchan en busca de agua y alimentos; las torrenteras en procura del mar; el fuego se alzaba inexorablemente hacia el cielo. Y de todas estas cosas dedujo (o misteriosas voces se lo dictaron al oído) que también él y todos los seres vivientes marchaban hacia algún lugar que estaba más allá del entorno inmediato. Millones de años antes que Aristóteles, había nacido la Metafísica.

Con las enseñanzas de sus conductores espirituales y la observación de los ciclos que en la Naturaleza se manifestaban, el hombre tuvo la certeza de que nada desaparecía definitiva y totalmente, que todo retornaba y renacía. Así, fue considerando su cuerpo como su choza: un habitáculo pasajero que sería reemplazado por otro cuando, por vejez o por destrucción, ya no le fuese útil. Descubrió su propia inmortalidad y su presencia renovada en el teatro del mundo. Asimismo, que el lugar de los vivos y el de los muertos estaban separados, pero por una pared muy delgada, a través de la cual se oía y hasta se podía ver.

Un universo insustancial, pero tremendamente real, se abrió ante sus sentidos y su inteligencia. Y junto al utensilio de labranza talló amuletos y levantó altares que, como mágicos escalones, le permitían asomarse a ese «hombre interior» que estaba más allá de los sufrimientos y los goces, a un mundo donde las manadas de animales eran inmensas y la caza no se agotaba nunca, donde los árboles no se derrumbaban jamás... Detrás del cambiante cielo planetario descubrió el estelar. Los elementos perdurables se le hicieron evidentes. Uniendo unos con otros, concibió las primeras figuras geométricas, puras y estables; intuyó los Arquetipos. Que no estaban sujetos al tiempo y que dominaban el espacio.
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Se encontró entre un mundo terrestre y un mundo celeste, subiendo y bajando del uno al otro, recorriendo el invisible puente de las reencarnaciones que, en casi todos los casos, asoció al arco iris y sus siete colores.

Se admiró de las bestias que podían respirar bajo el agua, de las que volaban más alto que las montañas, y de los árboles que guardaban en sus cortezas los sellos personales de sus abuelos muertos. Meditó sobre la voluntad gritada por las piedras al despeñarse y sobre el silencioso surgir de un milagro verde en cada semilla sepultada, y asoció esto último a la fecundación de la mujer y a la esperanza renovada de los hijos.

Cuando tuvo que dar una forma definitiva a su casa, le puso una o más columnas que tan sólo tuvo que cortar en el bosque, pues eran troncos de árbol. Los animales cazados le proporcionaron no sólo alimento, sino pieles y cueros para abrigarse y hacer menos dolorosas las caminatas. De los pedrejones y las montañas extrajo el material para las puntas de sus armas, y también los raspadores con los que pudo dar formas útiles a las cosas. Con espinas de pescados hizo anzuelos que le proporcionarían nuevos peces. Las estrellas fijas le permitieron orientarse de noche y pudo regresar felizmente a su grupo familiar. Calentando con fuego ciertas piedras, éstas destilaban un líquido incandescente que, una vez endurecido y depositado en recipientes de arcilla, permitió al hombre el descubrimiento de la metalurgia, cientos de miles de años antes de lo que creen los actuales especialistas, esos de la misma «raza» que los que, en congresos científicos del siglo pasado, aseguraban que la cueva de Altamira había sido pintada por un francés.

Entendió que él era algo más que su cuerpo, y por eso, cuando éste moría, lo destruía; ya fuera a través del fuego o el enterramiento, atado bajo la forma de momia o desmembrado ritualmente. Era la constatación del conocimiento esotérico de su propia supervivencia, y aun de su liberación del más pesado y fastidioso de sus vehículos. La ley de los ciclos le haría volver a la Tierra; pero, mientras tanto, prefería ignorar o dejar ese conocimiento para los más fuertes espiritualmente: sus sacerdotes, magos y reyes-iniciados. Y así, según los tiempos, se fueron separando y juntando las respectivas vertientes «exotérica» y «esotérica».

Pero en algo coincidieron todos... En algo tan evidente que sólo los muy necios, en el momento más necio de la Historia, pudieron negar: la presencia de Dios. Pues esa que llamamos «presencia», era inmanente en todas las cosas y en todos los seres. En verdad, el hombre llegó a su verdadera diferenciación del animal cuando tuvo seguridad de la existencia de Dios, misteriosamente inserto en su propia participación de la Divinidad-Naturaleza. Para nuestros antecesores no había dicotomía ni contradicción entre el alma y el cuerpo. Todo era uno y a la vez múltiple, infinitamente rico en matices, características y tamaños.

Así como si nos mentalizamos en ver una mano diremos que es «una», y si nos mentalizamos en ver dedos diremos que son «cinco», la percepción de lo uno y de lo múltiple depende del criterio con que se contemple. El hombre fue receptáculo de una instrucción que le permitió percibir unidad y multiplicidad, destino y libertad, obediencia y creación.

Hoy, a finales de este conflictivo siglo XX que ha tenido por virtud enseñarnos que sabemos muy poco y que nos equivocamos muy frecuentemente, nos parecen cómicas las afirmaciones «positivas» y su ateísmo infantil, por no decir simiesco. Tal vez la única evidencia, que lo es tanto para el instruido como para el ignorante, es ese «Algo» que llamamos Dios y que dio «voluntad» de perduración a las cosas, «amor» a los seres y una planificación portentosamente «inteligente» a los cuerpos y a la vida.
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La «casualidad» jamás pudo pintar ojos de búho en las alas de las mariposas nocturnas para espantar a sus enemigos, diagramar la doble válvula aspirante-impelente de un corazón, ni programar el mantenimiento de los «microclimas» en las cavernas mediante alteraciones en la temperatura y ajuste de la concentración de ciertos gases suspensos en el aire. Ese «algo» veló porque las bacterias anaerobias pudiesen sobrevivir sin aire y por la precesión de los equinoccios. Proporcionó las inteligencias colectivas que rigen las manadas (las «almas grupales» de los esoteristas) y los escudos invisibles que protegen la superficie del planeta contra la radioactividad cósmica. Del peligroso rayo sacó el benéfico ozono, y de las terribles olas que baten los acantiladas, los indispensables iones negativos. Son tantas y tantas estas manifestaciones... pero detrás, por delante y en ellas mismas está la presencia de Dios.

¿Por qué entonces hay tantos ateos?

En verdad no hay tantos ateos como comúnmente se cree. Así como no podemos presuponer que todos los habitantes de un país «oficialmente» católico vayan a misa semanalmente y crean de verdad en el cielo y en el infierno, tal cual le pintan los Evangelios y el apocalipsis, o en la infalibilidad del Papa, tampoco debemos dar por cierto que todos los millones de habitantes de la URSS, por ejemplo, sean ateos. Por otra parte, el no ser «prácticante» estricto de una determinada religión no supone el no creer, sentir e inteligir esa presencia que llamamos Dios. Es bueno reflexionar sobre esto, pues hay muchas personas que creen en Dios y oran con sus trabajos, con la rectitud moral de sus vidas, con su honradez y generosidad... Y creen fervorosamente en que existe un «más allá» y un «Algo» que justifica todos sus esfuerzos y la marcha misma de la Galaxia.

¿Si hay un sólo Dios, por qué hay tantas religiones?

La exigencia de un «comunismo espiritual» es la más peligrosa. Así como un solo golpe de taco mueve varias bolas de billar, su «única presencia», al estar tan diversificada e incidir sobre tantos seres diferentes, hace surgir varias formas religiosas muy diferentes en la superficie ritualística, pero muy parecidas -cuando no idénticas- en su esencia.

Además, los diferentes tiempos y lugares han engendrado simbolismos teológicos diversos. La presencia de Dios no podía manifestarse de la misma manera en Sumeria hace 5000 años que en la India hace 2500, o en Arabia hace 1300. Las diferencias geopolíticas, económicas y sociales no permitirían una sola y única expresión.

Por otra parte, depende de quién es el que recibe una determinada instrucción. Se dice que Gengis Khan, en el siglo XIII, dejó anonadado a su consejero musulmán cuando, habiéndole preguntado si Alá estaba en todas las cosas, no encontraba razón para saludar a La Meca y no al trasero de su camello. Parece ser que no fue muy hábil el consejero, pues pudo haberle explicado que cuando los musulmanes saludan mirando hacia La Meca, no lo hacen solamente por Dios, sino por el acontecimiento histórico-mítico relacionado con Mahoma.

El creer que hay una sóla religión verdadera ha hecho correr ríos de sangre en el peor de los «racismos»: el espiritual. Todas son verdaderas en determinado lugar y en determinado tiempo histórico. Los que frecuentemente no son veraces son los hombres, que bajo los palios de las religiones aprovechan para forzar a los demás a seguir sus conceptos políticos, sociales y económicos. Los explotan y los degradan, engañándolos.

¿Son las sectas «esotéricas» la mejor religión?

Evidentemente no. Primero, porque estas sectas suelen ser simples religiones «artesanales», más o menos apoyadas en otra mayor; y así se habla de «Cristianismo esotérico» o de «Hare Krishna». Segundo, porque de «esotéricas» no tienen nada... Tan sólo son diferentes conjuntos de alienaciones y pedazos de tradiciones mal recopiladas.

Sin filosofía, o sea, sin Amor a la Verdad, no hay forma de mística que no aplaste a unos para encumbrar a otros y que no resulte antinatural.

El estudio de la Historia de la Humanidad permite el eclecticismo de ver tan válida la fe en Apolo-Helios como en «el Padre nuestro que está en los cielos». Y respetar filosóficamente el camino que cada uno cree y siente como el mejor, más allá del bautismo que de recién nacido se haya podido recibir de la buena voluntad de los padres, o simplemente de la moda y la costumbre familiar.

La «luz» de la Filosofía nos permite distinguir los muchos colores y formas, y descubrir en ellos, así como en el Universo todo, la presencia de Dios.


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Jorge Angel Livraga Rizzi
Sept. 1986