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Uno de  los  Maestros  dijo  que,  en  el  mundo  de  hoy,  donde  se  encuentran  tan  pocos  que  tengan   deseos   desinteresados  p...

martes, 26 de agosto de 2014

LA PLENITUD DEL AMOR


"Quien ha llegado a unirse con el principio divino que hay en él, con el Espíritu cósmico o el Alma universal, conoce realmente lo que es la plenitud del Amor.  Puede seguir viviendo esta plenitud en el plano físico, aunque con la condición de mantener la unión con lo alto. Desde ese momento, todo se hace divino, porque tiene el poder de transformar la materia, la purifica, la ilumina.

Aquí abajo, todo es variable, inestable, hay que saberlo, y lo que uno cree que es oro, se convierte rápidamente en plomo. Para que vuestro amor siga siendo de oro, es necesario que contenga elementos divinos.

Los Iniciados que, durante sus meditaciones llegan a elevarse hasta las regiones del amor divino, reciben de estas regiones partículas etéricas de una gran pureza. Y estas partículas descienden hasta el plano físico donde dan de beber a todas las células de su cuerpo. Experimentan una plenitud tan grande, que ya no tienen necesidad de nada: ya no los atormenta ningún deseo físico puesto que es verdaderamente el Cielo quien ha tomado posesión de su alma, de su corazón e incluso de todos los órganos de su cuerpo.
No basta que se eleve para tocar y captar la energía divina; debe ser capaz también de hacerla descender y de recibirla en sí mismo.

Quien está iluminado sabe que no encontrará el amor de Dios si antes no se ha desembarazado de todos los sentimientos y de todas las ideas que no vibran en armonía con esa fuerza cósmica. La energía divina no entra en un receptáculo, en un recipiente que no está preparado para recibirla.

Desde el momento en que entráis en los planos más sutiles, y sobre todo si entráis en las regiones del alma y del espíritu, ya no podréis sentiros solos. Porque el Alma universal, el Espíritu universal están siempre allí, alrededor de vosotros, en vosotros mismos, y en todo momento podéis comunicaros con ellos.

El amor no os aportará la verdadera felicidad hasta que no hayáis llegado a encontrarlo en las regiones del alma y del espíritu.

fragmentos: Omraam Mikhael Aivanhov

EL AURA: ESCUDO PROTECTOR


"Todo lo que existe, los seres humanos, los animales, las plantas e incluso las piedras emiten partículas, producen emanaciones y esta atmósfera fluida, sutil que envuelve todas las cosas, es, justamente, lo que llamamos aura.  El aura es esta especie de halo que envuelve a cada ser humano; en algunos es ancha, amplia, luminosa, potente... posee vibraciones intensas y colores espléndidos; en otros, al contrario, es pequeña, apagada, disforme y fea. 

A través de nuestra aura se produce un intercambio ininterrumpido entre nosotros y las fuerzas de la naturaleza.

El aura es una combinación de todas nuestras materias sutiles, y cada una de ellas, debido a sus emanaciones particulares, añade nuevos aspectos. El cuerpo etérico del hombre forma un aura que penetra en el aura de su cuerpo físico y esta aura, que engloba el aura de los dos cuerpos, revela la salud y su fortaleza. El cuerpo astral y el mental, debido a su actividad o a su inercia, sus cualidades o sus defectos, añaden otras emanaciones, otros colores a esta primera aura, revelando, de este modo, la naturaleza de sus sentimientos y de sus pensamientos. Si los cuerpos causal, búdico y átmico están despiertos, añaden aún otros colores más luminosos, otras vibraciones más potentes.

El aura es, pues, la fusión de todas las emanaciones del ser humano. Es un síntesis muy amplia, muy rica, que contiene todo lo que se encuentra dentro del hombre.

La atmósfera de la tierra está impregnada de todas las emanaciones de los seres humanos, animales, plantas, piedras, aguas, montañas y fuerzas que provienen de los planetas y de las estrellas.

Los que opinan que la naturaleza de sus actos, de sus pensamientos y de sus sentimientos no tienen ninguna importancia porque la moral y la religión son ahora algo caduco de lo que uno puede desentenderse, no hacen más que debilitar su aura y sólo producen colores mates y sucios, vibraciones caóticas y desarmónicas, e inconscientemente, quienes lo perciben se alejan de ellos.

Para quienes buscan el amor, la luz, no hay otro método mejor que el de trabajar en su aura con el fin de suprimir los matices apagados, los cuales destruyen, a través de sus vibraciones, todo lo bueno que puede haber en los demás.  Os habéis dado cuenta: después de estar al lado de ciertas personas apenas 5 minutos, luego buscáis en vano vuestra inspiración, vuestra alegría y vuestra fe en Dios; todo ha desaparecido... Otros permanecen junto a vosotros sólo cinco minutos y es como si resucitaras, vuestras viejas células han desaparecido y de nuevo vuelve la fe, de nuevo os sentís estimulados. Tenéis que saber que la causa de estos cambios se debe a su aura.

Por eso el aura es como un instrumento mágico en manos de los Iniciados. Por dondequiera que vayan mejoran los minerales, las plantas, los animales y los hombres.


El estado del aura, su pureza y su nitidez dependen, sin embargo, de la manera cómo vive el hombre. Si éste se deja llevar por la pereza interior, por el desorden, por los vicios, su aura se asemeja a una ciénaga...


Un aura pura os beneficia ante todo a vosotros mismos,pero transforma al mismo tiempo el ambiente que os rodea...

Las cualidades que le déis a vuestro aura dependen de las cualidades que logréis desarrollar.




fragmento de: Omraam Mikhael Aivanhov

miércoles, 20 de agosto de 2014

EL SEXTO RAYO: IDEALISMO Y DEVOCIÓN



Siete rayos de energía son los cimientos de la vida material en este sistema solar, según nos mencionan las enseñanzas tradicionales ocultas que nos transmitiera H.P. Blavatsky en Doctrina Secreta o Isis sin Velo.

En el sistema de rayos a Neptuno se lo asocia con el Sexto Rayo, el del Idealismo y la Devoción. Esotéricamente, ese rayo rige el plano astral, de modo que las imágenes con él conectadas son las de Npetuno como el "Dios de las Aguas", el "Océano de la Vida" y las "Aguas de la Sustancia". En este contexto, las "aguas" representan la sabiduría esotérica y, su efecto purificador, como en la experiencia del bautismo espiritual, la segunda iniciación.

VIRTUDES: LUZ.- Las características positivas incluyen la devoción, el idealismo espiritual, las inclinaciones religiosas, la plegaria, el misticismo visionario, los sentimientos de unidad y de inmanencia de la divinidad en la vida, la reverencia, la lealtad, las aspiraciones, la sensibilidad beneficiosa, la compasión y la ternura.

Las características ambivalentes incluyen la firmeza idealista, los sentimientos y emociones personales altamente sensibilizados y la tendencia a la renuncia.

Defectos: Sombras .-Entre las caracteristicas más negativas, debidas a los malentendidos y a las expresiones individuales equivocadas y separativas, se cuentan el amor celoso, la parcialidad, el sectarismo, los prejuicios, el autoengaño, el fanatismo, la devoción mal encaminada, la vaguedad, el exceso de receptividad a las influencias externas, las fantasías basadas en emociones y deseos, el escapismo que aisla, el psiquismo mediúmnico sobre niveles inferiores engañosos y el amor posesivo y dependiente.

La dificultad que afronta el individuo con una marcada afinidad con el sexto rayo es la de expresar sus características superiores de manera congruente sin perderse en las miasmas del tumultuoso torbellino del plano astral y de su propias reacciones emocionales.

El sexto rayo refleja el eterno conflicto entre el yo inferior y el superior, entre el ser aparte formado por el cuerpo, las emociones y la mente y el ser total formado por el alma y el espíritu



fragmentos de
Paul Haydn

martes, 19 de agosto de 2014

DE AMORE (Comentario a “El Banquete” de Platon)

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Comencemos recordando que Ficino define el Banquete como “descanso de las tareas, liberación para los cuidados y nutrición del genio; es demostración de amor y esplendor, alimento de la buena voluntad, condimento de la amistad, levadura de la gracia y solaz de la vida, su fin es la dulce comunión de la vida”.

La Academia de Careggi fue la primera y el modelo de las numerosas academias no oficiales, de dilettanti, del Renacimiento. Con ocasión de sus informales manifestaciones se reunían amigos y discípulos de Marsilio Ficino, hombres de Estado, altos comerciantes, religiosos, poetas, músicos y hombres que a menudo eran algunas de estas cosas simultáneamente, y que se atenían, a una rala disciplina.

El proyecto de la Academia surgió vagamente de Cosme de Medici, cuando conoció a Gemisto Platón en la “llegada de los griegos” a Florencia para el Concilio de la unión de las dos Iglesias(1439). Cosme, entonces, parece vislumbrar la posibilidad de crear, bajo la continuidad del poder de su familia, un utópico Estado platónico en Florencia. Pero no es hasta los últimos años de su vida cuando Cosme, a través de Landino y también de su médico personal, Diotifeci, conoce al hijo de éste, un joven fervientemente interesado por Platón. Comienza el mecenazgo de Marsilio Ficino, y poco después, en 1463, Cosme le regalará la Obra de Platon, la de Plotino, el Pimandro de Hermes Trimegistro, algunos escritos pitagóricos, y la villa de Careggi. Tras Cosme, y el breve período continuista de Piero il Gotoso, el joven Lorenzo de Medici, educado por Landino y Ficino mismo, recogerá el proyecto de Careggi como algo ya perteneciente a su casa y, desde entonces, coincidiendo el esplendor de la Academia con el período laurenciano, el grupo neoplatónico irá unido para la posteridad con la edad llamada aurea del Magnífico, como la propuesta más incisiva de la renovatio humanista.

La labor de Ficino adquiere una importancia capital al reavivar cuantitativa y cualitativamente la tradición platónica en la historia del pensamiento occidental. Traduce las obras completas de Platón, este mismo trabajo lo realiza con Plotino y otros muchos autores de la amplia tradición platónica.

En la Academia de Careggi, se crea una forma de pensar y de sentir, de vivir, en suma. Es el pensamiento de la Academia platónica el que va a dar nombre a esos sentimientos y a ofrecer una comovisión legitimadora.
El Comentario a “El Banquete” es un pretexto para exponer el propio pensamiento ficiniano. Y serán la luz, la mirada, los conceptos que van a definir la filosofía ficiniana.

Esquemáticamente, el Comentario fundamenta en primer lugar una ontología, a la que después dota de dinamismo, y este movimiento cristaliza en el principio de afinidad, o amor cósmico. Planteada la base general, Ficino se centra en el alma del hombre, eslabón intermedio de la cadena del ser. Como el resto del universo, el alma se mueve por el amor o, mejor dicho, dos amores; uno tiende hacia lo exterior y terreno, y por tanto, material y perecedero; el otro, hacia lo interior y divino, o sea, espiritual e inmortal. Estas dos opciones son la Belleza y el Bien. Los dos son aspectos de una misma cosa, pues los grados ascendentes de la Belleza confluyen en su origen con el Bien. La Belleza es algo a lo que se tiene acceso a través de los sentidos, mientras que el Bien, es algo abstracto e inasible, que necesita de una iniciación especial.

El Comentario se dedica a todos los matices del proceso de aprehensión y la relación de esta belleza y ese amor terrenos que nos hablan del otro mundo, y detenidamente, de qué modo y en virtud de qué la belleza y el amor de este mundo nos pueden conducir y traspasar a aquél. Si sólo nos quedamos en la belleza externa, el amor vulgar quizá desemboque en una locura enfermiza, e incluso podemos perder nuestra naturaleza humana y convertirnos en bestias. La otra alternativa será la divina locura, la iniciación en la ascensión de los furores, la profundización paulatina de la Belleza hasta el Bien, de la poesía al amor auténtico con el que alcanzaremos el logro de nuestras aspiraciones, la actuación de nuestra posibilidad superior, la unión con Dios, la inmortalidad, la felicidad eterna.

Dice Ficino: “El Amor va de Bien a Bien”, éste es el principio y el final del Comentario. Y entre tanto se habla del trayecto, de las huellas del camino para no perderse, de los grados intermedios, del “transcurrir hasta”.

A Ficino le interesa la situación del hombre en el Universo. El hombre no es sino alma. Habla de cuatro estratos: Dios, mente angélica, alma del mundo y cuerpo del mundo. En virtud de su posición central, el alma del hombre acoge simultáneamente los atributos de los grados superiores e inferiores. Con la opción a elegir entre uno u otro extremo del sistema, a reforzarlo e incrementarlo. Si el alma abraza con demasiado calor y detenimiento al cuerpo, el hombre puede perder su carácter de intermediario, y su raíz última, su inmortalidad.

Dios ha dotado al alma de dos luces: una, natural e innata, y otra, divina e infusa, que se relacionarán con la Venus Urania y la Venus vulgar. Según la utilización que haga de estas luces el hombre, puede sumergirse en la materia y bestializarse, o divinizarse. El espíritu del hombre posee dos fuerzas, la fuerza de entender y la potencia de engendrar. Estas dos fuerzas son en nosotros dos Venus, que van acompañadas de dos amores.
Pero la mayoría de los hombres, como Narciso, persiguen su sombra en el agua y se esfuerzan en abrazarla, o sea, admiran la belleza en el frágil cuerpo, que corre como el agua, y que es la sombra de su propio espíritu. Más no alcanzan nunca la sombra. Porque el espíritu, siguiendo el cuerpo, se desprecia a sí mismo, y no se sacia con el uso del cuerpo. Pues el no apetece en realidad el propio cuerpo, sino que, como Narciso, seducido por la forma corporal, que es la imagen de su hermosura, desea su propia belleza. Deseando una cosa y persiguiendo otra, no puede colmar jamás su deseo. Y por esto, se consume deshecho en lágrima, y así es atormentado y corrompido por las bajezas del cuerpo y muere, porque ya parece más cuerpo que espíritu.

Por tanto, las aspiraciones del hombre, su ansia de inmortalidad no es vana. La explicación de este movimiento fundamental sólo la hallaremos tras la exposición del dinamismo del sistema ficiniano.

Todo el Universo se mueve por amor, por un deseo innato de atracción, por un principio de afinidad. El mundo es una gigantesca armonía. En torno a Dios que es el Centro, se mueven los cuatro círculos; mente, alma, naturaleza, materia. “Dios es el Bien y la Belleza, los cuatro círculos”. El rayo de Dios ha pintado en estos cuatro sucesivamente las ideas, las razones, las semillas y las formas. No hay nada que escape, que esté desligado. Todo tiene su correspondencia, su enlace, su sentido. Los contrarios se ven contrarrestados. El universo es un enorme organismo. El mundo entero es un dar, un recibir, un devolver. Hay un perfecto acuerdo entre macrocosmos y microcosmos. Y si el hombre quiere llegar hasta Dios, quiere elevarse, tendrá que recorrer, armonizando con el ritmo universal, los cuatro anillos que le separan arrastrado por el amor, copula mundi, desde el mundo de las formas, en el que está inserto.

Así pues, tenemos el Bien en el centro y la Belleza en el círculo. Que son dos aspectos de la misma cosa, uno es la perfección interior; la otra, la exterior. La Bondad es la raíz que sustenta el crecimiento de la flor (la belleza). En su sistema circular el origen y el fin es el Bien, pero el tránsito de un punto al otro del círculo, la Belleza. La aventura del hombre es el viaje a través de la Belleza.

En la belleza universal hay un degradado de luz a través de los círculos concéntricos. De más claras a más oscuras, el rayo de la belleza universal pinta “en los ángeles, modelos e ideas; en las almas, razones y nociones; en la materia, imágenes y formas”. La luminosidad es una garantía de la participación del esplendor de Dios. Para Ficino “la belleza del cuerpo es una cierta vivacidad, gracia, gesto que resplandece por el influjo de su idea”. Toda belleza visual es espiritual.

En el caso de Ficino, el amor produce "muerte" para después producir vida eterna. El amante pierde su spiritus, ante el amado, y muere. Sólo después de la aceptación y la entrega, a modo de intercambio o devolución, del espiritu del amado, resucitará, y así “aquel que tenía una vida, a través de la muerte, tiene ahora dos”.* En la obra “De amore”, es el argumento más fuerte e inmediato de la inmortalidad. En esta vida la posesión del otro no es completa, el deseo no se agota en el amado. Esta insatisfacción gira hacia una proyección trascendente. En último término, el objeto del deseo es Dios, que da un gozar inacabado, que se reproduce eternamente. Y en esto consiste el amor platónico que, a través de la contemplación de la belleza física del amado, nos lleva, como en Plotino, a la belleza de las virtudes, las ideas, y, finalmente, a la contemplación de aquella belleza indeterminada, pura, única.

Entre las manías o locuras en el hombre, Ficino señala dos clases, debidas a defectos del cerebro o del corazón. A la del corazón se la llama comúnmente amor. Pero hay otro tipo de locura, o furor divino, que “eleva al hombre por encima de su naturaleza y lo convierte en Dios”. Este furor se puede dividir en cuatro clases ascendentes: el poético, el histérico, el profético y el amoroso.

Como resultado del amor el hombre armoniza con el cosmos, con el mundo, con su sociedad. Pero el amor, es el dios alado, o el que da alas, “el verdadero amor no es otra cosa que un esfuerzo por volar a la belleza divina, provocado en nosotros por la presencia de la belleza corporal”.

Ficino inunda su filosofía con la metáfora de la luz. El Comentario se abre con una metáfora de la creación como incendio de deseo. La luz es la unidad última, el principio espiritual de todas las cosas. Su fuente es Dios, el Sol. El todo lo ilumina, lo vivifica, lo calienta. Todo Amor comienza en la mirada. A la luz del Sol, al rayo de la luz única que le ilumina y alumbra toda la belleza del mundo, la mirada responde con otra luz interior. Entonces se produce el efecto del espejo, el desdoblamiento. De la parte de allá del espejo está la belleza iluminada por Dios, en sus diferentes formas y matices, de la parte de acá la fecundidad del alma reproduce un microcosmos resplandeciente. “En su seno brilla la luz eterna de Dios, completamente llena de las razones y las ideas de todas las cosas, y hacia la cual el alma, cuando quiere, se vuelve”. El espejo es la imaginación. El espejo nunca refleja lo que representa. En este espejo, la iluminación más fuerte es la interior, la que procede de los ojos interiores que saben de una realidad más sentida, más vivida. De una realidad más amplia.

La luz del espíritu es verdad, la cual es la única cosa que Platon pedía a Dios en sus ruegos: “Concédeme, Dios, que mi espíritu se haga bello, y que las cosas que pertenecen al cuerpo no impidan la belleza del espíritu. Que yo considere rico sólo al que es sabio”. Declara con estas palabras, que la belleza del espíritu consiste en la verdad y en la sabiduría, y como ésta es concedida a los hombres por Dios. Una misma verdad dada a nosotros por Dios en sus distintos efectos, adquiere los nombres de las diversas virtudes. En cuanto muestra las cosas divinas, se llama sabiduría, que Platón pide a Dios sobre cualquier cosa. En cuanto muestra las cosas naturales, ciencia, si las humanas, prudencia, si nos hace equitativos, justicia, si invencibles, fortaleza, si tranquilos, se llama templanza.

Y para terminar recordamos las palabras de Diótima a Sócrates: “Te aconsejo que en primer lugar consideres la belleza del espíritu, que se basa en las costumbres, para que entiendas que hay una sola razón de todas estas costumbres, por la cual del mismo modo son llamadas honestas." O sea, una única verdad de vida purísima que, por los actos de la justicia, la fortaleza y la templanza, nos conduce a la verdadera felicidad.

"Ama primero esta única verdad de costumbres y luz bellísima del espíritu. Sabe, que debes elevarte por encima de las costumbres a la clarísima verdad de la sabiduría, la ciencia y la prudencia. La luz infinita es independiente de todo cuerpo, pues brilla sin medida ni límite, porque brilla por su naturaleza. Por tanto, la luz y la belleza de Dios, que es enteramente pura y libre de toda condición, se llama belleza infinita. Y la belleza infinita requiere un amor inmenso”.

Estamos totalmente de acuerdo con el autor de este libro, y pensamos que releer, meditar y charlar sobre estos temas, es un verdadero “Banquete” para el alma, que sin duda alguna, se fortalece con estos alimentos. Experimentando la comunión con la vida.
Resumen: DE AMORE (Comentario a “El Banquete” de Platon)
de Marsilio Ficino

lunes, 18 de agosto de 2014

NEPTUNO EN PISCIS (tránsito hasta 2025)





"Ésta es la etapa final en el ciclo actual de Neptuno, y cabe la esperanza de que podamos ver una culminación de las características más positivas de la vibración de este planeta.

Todo final de un ciclo es el momento de la siembra de otro nuevo, y Neptuno se siente cómodo en el signo de Piscis. Es probable que esta fase tenga también y parte de confusión y vacilación, ya que el mundo aún está en espera de muchos cambios radicales y hay una disparidad entre los estados más modernos y aquellos que todavía están muy al comienzo del camino del desarrollo como para tener asegurado el progreso. Se producirán tensiones entre las naciones económicamente poderosas y las áreas más débiles del mundo, aunque lentamente irá produciéndose una distribución no  tan basada en la explotación y más equitativa.


Seguirá yendo en aumento la aplicación práctica del progreso que ha tenido lugar en el mundo desde el descubrimiento de Neptuno, como también la comprensión de cuál es, básicamente, el camino de la humanidad ha de seguir. La conciencia planetaria y la responsabilidad ambiental estarán bien establecidas en muchas naciones, y se realizarán grandes esfuerzos para alcanzar el equilibrio ecológico; la presión mundial sobre las naciones que continúen con el daño ecológico irá en aumento y el acento se pondrá generalmente en el valor de la cooperación global e internacional para resolver los problemas mundiales, reconociendo que la tarea es demasiado grande para que las naciones puedan asumirla individualmente.


Es probable que nazcan nuevas formas de creatividad imaginativa, dotadas de un caracter majestuoso y sobrecogedor, y dirigidas a promover el sentimiento de unidad y a sanar al planeta en su totalidad. Cuando hayan llegado a este punto, los visionarios sociales ya estarán soñando con metas mayores para la humanidad, y el brillo en aumento de los ideales utópicos seguirá siendo, para el corazón de ésta, una voz que la llama."



fragmento de: Paul Haydn

domingo, 17 de agosto de 2014

Ibn Arabi y los Caminos del Amor


Resultado de imagen de imagenes de LA REINA GINEBRA


"El Amante es Dios, puesto que, en esta morada del amor, ningún átomo se mueve sin el permiso de Dios"

"¡Cuán agradable les has hecho la vida y cuán duraderos son los beneficios que tú les procuras! Tú les has abierto las puertas de los cielos, has hecho marchar en procesión a sus corazones en el Reino Celestial!"

"Sólo con que los siervos ( de Dios) dejen penetrar una discontinuidad en el Universo, el Camino de Dios, desaparecería en único beneficio de los demonios que se introducen instantáneamente a través de las brechas abiertas en las filas…"
"Destrúyase el Universo, el Ser verdadero permanecerá ahí, fiel a sí mismo"

Todos los místicos de todas las épocas han enseñado que hay tantos caminos como caminantes. Pero como en la leyenda del Grial, sólo a unos pocos les es dado vivir esta aventura espiritual que encadena las vivencias de un modo tan misterioso, "eléctrico" y definitivo.

En textos tibetanos- los libros del Dzyan-, se habla de estas sendas como las Sendas de la Felicidad, siete en número. Para cada alma, la estrella o Dios interior tiende un rayo de luz que se proyecta sobre la tierra en la que dicha alma está de pie: está es la senda. Pero así como la luna traza infinitas estelas de plata sobre el mar, tantas como ojos que miran, para cada buscador la senda es una: desciende como un rayo de luz y se proyecta en el karma de cada uno, dándole un sentido, una teleología; estructurándolo en forma de escalera interior; pues "UN SOLO SER NO PUEDE AMAR MÁS QUE UN SOLO Y UNICO PRINCIPIO". Capitanes intrépidos encuentran esta senda interior a través de la Voluntad, el dominio de sí, la conquista exterior e interior. Filósofos e ideólogos a través de aquello que inspira, da luz y consistencia a sus creaciones mentales. Almas devocionales, en aquello que da pureza a sus sentimientos y temple a su lealtad. El filósofo que es motivo de nuestro breve estudio, encontró y recorrió la senda que lleva al Dios del Amor, Alma de las religiones. Como un mar de sabiduría y amor se presenta este inagotable depósito que nutre las almas de todos los amantes. Porque como muy bien explica Ibn Arabí, es Amor el que ama y el que es amado. Esta senda mística, caminada por los "pocos sabios que en el mundo han sido" no es fácil, pero es la que permite sumirse en la Morada del Amor, el corazón que renueva la esperanza en las almas de los creyentes. ¿Quién, sin caminar por esta senda tan estrecha como el filo de una navaja podría decir con Ibn Arabí:


"Mi corazón se ha hecho capaz de adoptar todas las formas.
Es pasto de gacelas y convento de monjes cristianos:
Templo de ídolos, Kaaba de los peregrinos,
Tablas de la ley judía y el libro del Corán

Yo vivo en la religión del amor,
dondequiera que se vuelvan sus cabalgaduras, ahí está mi religión y mi fe"

La obra escrita de este sabio murciano es colosal. Sólo el Futuhat, su obra maestra y última, llena más de cuatromil páginas. Cientos de libros le preceden. Casi todas sus obras están escritas, dice Ibn Arabí, por designio divino y no son aproximaciones, sino tratados definitivos sobre el tema que abordan. El título completo del Futuhat es "Libro de las conquistas espirituales de la Meca relativo al conocimiento del Rey y del Reino".

Es en esta obra que aparece su Tratado del Amor, una conquista de los secretos del Amor y de las sendas que llevan a Dios, el Amante y Amado verdaderos.Toda la vida aparece como un juego de espejismos donde están grabados los Nombres de Dios que trazan la senda hacia él. La vida es una ilusión más o menos luminosa según refleje más o menos el esplendor de Dios. Se trata del antiguo concepto oriental de la Divinidad Desconocida, y la Naturaleza, Maya, como un velo que la envuelve.

"El sediento tiene la impresión de que el espejismo es el agua, ante la necesidad que tiene de apagar su sed sin la cual no se preocuparía por el agua que se convierte en el objeto de su necesidad y de su salvaguarda. Porque el agua es el móvil de su búsqueda y de su amor a causa del secreto de la vida que en él está contenido. Pero cuando llega allí donde creía saborear el agua, no encuentra nada excepto a Dios mismo en lugar del agua. El designio del sediento era el agua sensible, mientras que el de Dios tenía como objeto conducirlo a Él por este medio ilusorio sin que se diera cuenta"

Es para las almas amantes, Amor quien traza la senda. Los seres existen porque son amados; si no, sumergeríanse en la nada. Amor es la luz que despierta a la vida. Por esto los griegos lo eligieron en su primera tríada de Dioses: En la Teogonía de Hesíodo, del seno del Caos, como una flecha de fuego surge Eros, el impulso primero. Aquello que mueve al amante- no el deseo, que es freno del verdadero amor- es una imagen del primer movimiento, de la primera actividad.

Cuando Ibn Arabí enumera los nombres o estados por los que se reconoce al Amante, vuelve sobre la misma imagen. Si en los himnos órficos Eros es una antorcha errante, también para Ibn Arabí "el estado del amante es ser móvil como el pájaro" . Como tea encendida ilumina y crea, y prendida la llama sigue adelante. "No hay día en que el amante no alce su vuelo en sí de una obra a otra con vivacidad". Al principio el amante cree que los Nombres- dice Ibn Arabí, leámoslo como Arquetipos- de las criaturas son como los nidos donde ellos viven; pero luego se da cuenta que no; que en realidad los Nombres son Nombres de Dios. Es decir, que aquello que uno ama son facetas y brillos en el Gran Diamante que es Dios.Y el amante se convierte en un ave que en vuelo rápido se aparta del nido, después de dar vueltas en torno al Nombre que consideraba como propio.

Ibn Arabí describe el estado del amante como el que está siempre en marcha hacia Dios mediante sus Nombres. Dios se manifestará al amante tanto en los nombres de las criaturas como en los Nombres Divinos perfectos.

El fuego que brilla en los ojos del Amante es Dios. Y la serena profundidad, como mar en calma que llama y seduce, en los ojos del amado es también Dios. Y amor el bogar de este fuego.

En la Edad Media en que la tónica de la mística fue la enajenación divina- sea en el Cristianismo o en el Islam- "El Estado del Amante es desaparecer bajo el efecto de una afirmación del Amado: (…) ES DIOS MISMO EL QUE AFIRMA". En la Antigüedad clásica griega y romana prima la amistad de las almas y el arrebato es de los ojos que se miran en los ojos, alma a alma, luz a luz. Mani, el fundador de la religión del Arte, tampoco especularía sobre "Aquello de lo que nada se puede hablar", lo Desconocido. El amor, pura mística, guía en el sendero y aparece- así lo llama él- como Gemelo Luminoso. Pero ya sea en el rapto que enajena de Ibn Arabí, en el amor gentil de paganos o en el amor cortés medieval los enunciados son siempre los mismos. Estudiando cualquiera de ellos podemos comprender los otros ¿pues no son las mismas las Leyes de Amor?.
Quizás sea más viril cabalgar por las llanuras sin fin de la mancha con Dulcinea como una imagen luminosa y perpetua, al lado, y combatir en su nombre contra genios y endragos; que atravesar el desierto pronunciando el nombre de Dios, y dar sabiduría y luz a cuantos se acerquen, obedeciendo, sumisos, la orden del cielo. Pero más allá de las apariencias, el estandarte de Amor ondea con fuerza en ambos.

Fijémonos en el Quijote, en su divina locura, y aparecerán ante nuestra mirada todos los atributos o nombres del Amante que está ya cerca de Dios, tal y como los describe Ibn Arabí. Y aunque nuestro héroe español afirmase que su complexión era la de Marte, los clásicos afirmaban que donde está Marte está Venus como aureola de luz; y donde está Venus está Marte como encendido amor. Marte presupone a Venus. Venus presupone a Marte. El Quijote es el ojo rojo de Marte, juramentado a la destrucción del mal y las formas diabólicas que emponzoñan el aire; y Dulcinea el rocío de belleza y bondad que sobre él desciende.

Donde Ibn Arabí afirma que "El espíritu es luz y la materia tinieblas" y que el estado del amante es ser muerto. Cervantes afirma en su héroe: "Yo voy caminando por un mundo de hierro para convertirlo en un mundo de oro"

Ibn Arabí habla de la divina locura del amante, que no puede evaluar ya la justa medida de las cosas de este bajo mundo. No puede hallar su justo valor y se sale del marco de la obligación legal. Y Cervantes habla del héroe que desafía la Santa Hermandad; para liberar a unos encadenados de Sierra Morena; porque según la ley de los cielos no era tanto el error para tanta sanción.

Como ya dijimos, en Ibn Arabí, el estado del Amante es el de estar siempre en marcha hacia Dios a través de sus nombres. Y en el Quijote, es heroicidad hacer retroceder horizontes, batalla a batalla, proeza a proeza. Quizás hasta que en el ocaso del Sol- ensangrentado sin duda en la Mancha, en España- ilumine Véspero con su dulce y tierna caricia: sonrisa de Venus.

Donde Ibn Arabí dice que el Amante debe permanecer en vigilia contínua; cómo descansar si se está lejos de aquello que amamos: "El sueño lejos de ti me está negado, ¿cómo se puede dormir separado del amado?". El Quijote afirma que no le es lícito dormir, y cuando todo duerme, el vela; los enamorados no duermen, sueñan con los ojos abiertos. Es la tristeza la del amante en Ibn Arabí, tristeza continua y serena, de aquél cuyo lema es, según Ibn Arabí: "¡No han valorado a Dios en su justo valor!". Y esta tristeza da también nombre a nuestro Caballero: "Caballero de la Triste Figura".

Y es del Quijote el estado del amante que Ibn Arabí describe como "sobrepasar toda medida en el comportamiento"; porque no se preocupa el enamorado en meditar sobre la gestión del mundo y porque tiene la imaginación desbordada. Son también del Quijote los suspiros de amor y aprobar sólo lo que agrada al amado. Porque según enseña Ibn Arabi entre Amante y Amado sólo se encuentra el velo de aquello que nace y que muere y es amor quien debe rasgarlo.

Y la conciencia de que la realidad del amado es de una importancia que infinitamente excede a la propia: Cómo sumergirse si no en las lejanías del amado. También la obediencia, pues, como dice Ibn Arabí, "Si amas verdaderamente, obedecerás; pues el Amante se adapta a aquel que ama". Una obediencia total, pero viva, no como la de una piedra, pues las piedras no caminan, y lo que se quiere es unirse al amado. Qué es más, hacerse más y más grande, adquiriendo gloria y renombre y conquistando un mundo ofrecerlo a la Amada- esta es la mística del Quijote. O cada vez más pequeño, hasta ser un átomo , no más , que danza feliz en el seno de Amor. Esta es la llave de la verdadera humildad. Humilde es el que se hace pequeño para dar cabida a los otros en la corriente de la Vida, el que nada guarda sino que todo lo da. Y es ésta la que elije Ibn Arabí cuando explica que "una de las posibilidades más extraordinarias que se manifiesta en la Existencia universal es la capacidad de contenido del corazón" y cuando menciona el "deterioro" como uno de los estados de los amantes. Es la imagen del que se va deteriorando en salud y vitalidad; y que tánto se relaciona con los seres divinos y su luz, que vive en el Amor "como el punto imaginario que sólo tiene existencia en lo ilusorio" Ibn Arabí lo relaciona con una visión profética en que vio cómo el Ángel de la Muerte se volvía más y más pequeño en su corazón hasta desaparecer en la corriente de la Vida, como burbuja que muere. 
 
Claro, el problema es el Hombre. Entendiendo qué es el Hombre, entenderíamos también cual es su senda, su senda de amor. Para Ibn Arabí, el Hombre es el eje del mundo, su síntesis, y el Mundo es la belleza de Dios. "El Mundo Creado por Dios es perfecta economía y según los principios de la perfección" la forma del Hombre es la Forma de Dios, lo que distingue a Angeles y Hombres es que los hombres pueden crear, llamar a la actividad a los seres a través del nombre y del número. "Dios favoreció al Hombre perfecto con la ciencia de los nombres. En virtud de esta dignidad y de este grado es más excelente que el ángel. ¡Esta es la elección que Dios ha confiado al hombre (…) Dios dio estos nombres a Adán de un Tesoro depositado bajo el Trono, y los ángeles no lo supieron (…) Dios confirió a Adán todos los nombres sin excepción, de forma que éste lo glorificó con cada nombre divino que le correspondía".

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Cruciales son los caminos del Amor para Ibn Arabí: los que pasan a través de los nombres de la Naturaleza para llegar a los Nombres de Dios. Cada elemento de la Naturaleza es un símbolo de un Nombre de Dios. El enamorado percibe en su amada el misterio del mar, o el psíquico y denso fulgor de la luna, en su belleza la estrella. Sus gestos los ve como la brisa que mueve las hojas del árbol, y su sonrisa es el amanecer. Y canta su risa como un arpa que mueven los dedos del viento. Se asemeja su voz al rumor del riachuelo en la montaña. ¿Y qué ama aquí el Amante? Ama la naturaleza cuyas imágenes él puede nombrar, y ve más claras y puras aún en su amada. ¡Y los ama en ella que es un alma hermana!, ¡otro misterio, y más grande aún!. Y pronto aprenderá que estos símbolos naturales invocan a los nombres de Dios, y aprenderá a amar; en su Amada, en sus hermanos, o en el espejo de la naturaleza; la Paz, la Bondad, la Medida, el Poder, la Serenidad… todos los Nombres de Dios que son nombres del Ser de la Amada. Y como "un solo ser no puede amar en verdad mas que un solo y único principio" , todas estas veredas que conducen al Dios del Amor, se convierten en un solo camino. El de la estela que el amante deja a su paso. Como se funde su esperanza con la luz que proyecta su estrella, su Nombre de Dios. Puede llamar con todos los Nombres a Dios, todos viven en él y sin embargo, sólo en uno de ellos puede entrar en su seno. Tal es el destino del Hombre, las sendas le aguardan

Carlos Montesinos


Publicado en la Revista Esfinge

sábado, 16 de agosto de 2014

El Tao



 
 
 
 
En la China se afirmaba que
el Tao es el sendero en donde
todos los seres coexisten armónicamente.
El Tao es el fluir eterno de todo lo que vive y existe.
Todo hombre tiene su sendero dentro del Tao Eterno.
Encontrar el propio Tao
en armonía con el Tao Universal
es el gran secreto de la vida.
 

LA DAMA DEL NILO

 
 
Si de algo no cabe duda -siguió diciendo Hatshepsut cuando la procesión inició la marcha-, es que tu mano está en el templo como lo está la mía. Lo he pensado mucho, Senmut, y quiero que inscribas tu nombre dentro del santuario del Dios para que todos los hombres sepan cuánto te valoro y en qué alta estima te tengo.
 
Él se volvió hacia ella y le hizo una reverencia. Siguieron andando, pero la mente de Senmut era un hervidero de pensamientos. Era tan poco frecuente el honor que acababa de dispensarle que sólo pudo pensar en un único caso similar, que podía observarse en la planícia de Saqqara, donde el rey Zoser le había permitido al Dios Imhotep firmar sus obras con su propio nombre. Era un don tan preciado que traspasaba los umbrales de este mundo, pues los dioses verían su nombre en un lugar donde sólo están tallados los nombres reales. Lo juzgarían como si fuera un rey. Enseguida supo dónde quería grabar su nombre y la historia de su vida y de sus títulos: donde sólo pudieran verlo los dioses y las personas de linaje real, que eran las únicas a quienes les estaba permitido entrar en el santuario y cerrar la puerta, privilegio del que ni siquiera los sacerdotes gozaban.

 
Me conferís un gran honor, Majestad . dijo con el corazón alegre.
Hatshepsut sonrió y giró su cabeza dorada para mirarle a los ojos
¡Todavía no he terminado contigo, príncipe orgulloso y altanero!

 
Los que se encontraban detrás de Hatshepsut la vieron como jamás la habían visto antes: la cabeza dorada, la tez cubierta de polvo de oro, los brazos enjoyados extendidos; todo parecía refulgir de manera especial, como con un halo de fuego. Se hizo un silencio profundo. Tutmés se inclinó frente a Amón y volvió a colocar incienso en el turíbulo. Hatshepsut no se movió: permaneció en actitud de adoración y de espera, convencida de que algo estaba a punto de suceder. Cuando se postraba por última vez, de los labios del ídolo brotó una voz pura y sonora, y todos los presentes quedaron paralizados.

 
-Levántate y vete, Amado Rey de Egipto-dijo




Fragmentos de LA DAMA DEL NILO
PAULINE GEDGE