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Cartas de los Mahatmas-fragmentos

Uno de  los  Maestros  dijo  que,  en  el  mundo  de  hoy,  donde  se  encuentran  tan  pocos  que  tengan   deseos   desinteresados  p...

lunes, 30 de julio de 2018

La Oleada de almas





«La oleada de almas más profundas,
En nuestro ser más recóndito se estrella,
Elevándonos inconscientemente,
De todas las preocupaciones ordinarias.»
LONGFELLOW, Santa Filomena.

El gran cambio psíquico y espiritual que está verificándose en el campo del Alma humana es muy significativo. Comenzó casi al principio del último cuarto de nuestro siglo a punto de terminar y terminará –según dice una profecía mística– para bien o para mal de la humanidad civilizada, con el ciclo actual que terminará en 1897. Sin embargo, el gran cambio no se efectúa en  solemne  silencio  ni  son  pocos  los  que  pueden  percibirlo.  Al  contrario,  se  presenta  en  medio de un bullicio estentóreo de lenguas escandalosas, en contraste con la opinión pública cuya comparación con el rugido incesante y ascendente de agitación política tumultuosa, se asemejará al revoloteo de las hojas de la joven floresta en un cálido día primaveral. En realidad, el Espíritu humano, que durante tanto tiempo fue ocultado de la vista pública y desterrado  de  la  arena  del  aprendizaje  moderno,  finalmente  ha  despertado.  Ahora  se  está  afirmando  y  está  exigiendo  enfáticamente  sus  derechos  no  reconocidos,  pero,  sin  embargo,  legítimos. No acepta más ser el objeto del pisoteo del brutal pie del Materialismo, no quiere ser el tema de especulación de las Iglesias y la insondable fuente de entrada económica para aquellos que  se  han  auto-constituido  sus  custodios  universales.  El  materialismo  negaría  la  Presencia  Divina y todo derecho a existir; mientras los otros tratan de acentuarlo y probarlo mediante sus Emisarios y Custodios Eclesiásticos provistos de bolsas y cajas para recaudar fondos. Sin embargo,  el  Espíritu  humano  –el  rayo  y  la  directa,  si  bien  ahora  distorsionada  emanación  del Espíritu Universal–, finalmente se ha despertado. Hasta la fecha, aunque frecuentemente injuriado, perseguido y degradado a través de la ignorancia, ambición y codicia; mientras con frecuencia, un Orgullo desatinado lo ha convertido «en un ciego transeúnte, como un bufón al que otros bufones escarnecen». En el reino de la Ilusión se mantuvo inaudito e ignorado. Hoy, el Espíritu humano ha vuelto como el Rey Lear, de una demencia aparente a sus sentidos; y, alzando la voz, ahora habla con tono autoritario, que los seres de antaño solían escuchar en silencio reverencial a través de edades incalculables hasta que, ensordecidos por el fragor y el bullicio de la civilización y la cultura, no pudieron oírlo más...¡Mira a tu alrededor y observa! Piensa en lo que ves y oyes y saca conclusiones. La edad del burdo materialismo, de la insensatez y de la ceguera del Alma está rápidamente escurriéndose. Una lucha mortal entre el Misticismo y el Materialismo no es más inminente, sino que ya es intensa. Y el partido que ganará en la hora suprema se convertirá en el maestro de la situación y  del  futuro es  decir,  se  convertirá  en  déspota  y  triturador  de  las  almas  de  los  millones de hombres ya nacidos y por nacer, hasta la parte final del siglo XX. Si podemos confiar en los signos  del  tiempo,  los  Animalistas no  seguirán  siendo  los  conquistadores.  A  estos  no  los  avalan  los  valientes  y  prolíficos  autores  y  escritores  que  últimamente  se  han  sublevado  por  defender  los  derechos  del  Espíritu  para  que  reinen  sobre  la  materia.  Muchas  son  las  Almas  honestas y pletóricas de aspiraciones que se elevan como un dique contra el torrente de aguas fangosas del Materialismo. Encarando la, hasta ahora, inundación dominante que continúa imperturbablemente,   arrastrando   los   fragmentos   del  naufragio   del   Espíritu   Humano   derrocado, precipitándolo en abismos ignotos, y ahora ordenando: «¡Hasta aquí has llegado, no irás más allá!».Entre toda esta aparente discordia y desorganización de la armonía social; entre la confusión y las vacilaciones anémicas y cobardes de las masas, vinculadas al yugo estrecho de la rutina, la propiedad y la hipocresía; entre la reciente calma muerta del pensamiento público que ha desterrado  de  la  literatura  toda  referencia  acerca  del  Alma,  el  Espíritu  y  su  función  divina  durante  el  completo  período  intermedio  de  nuestro  siglo  –escuchamos  surgir  un  sonido.  Como  una  nota  de  promesa  clara,  definida,  de  mucho  alcance,  la  voz  de  la  grandiosa  Alma  humana declara, abandonando los tonos tímidos, el ascenso y la casi resurrección del Espíritu humano  en  las  masas.  Ahora  está  despertando  en  los  representantes  más  eminentes  en  el  campo del pensamiento y de la erudición; habla en el más humilde y en el más encomiado, estimulándolos a todos a la acción. El Espíritu humano renovado y dispensador de vida está, intrépidamente, liberándose de las cadenas oscuras de la existencia animal y de la materia que, hasta entonces, habían subyugado todo. Observadlo, dice el poeta, mientras se eleva con sus amplias alas prístinas, ascendiendo a las regiones de la verdadera vida y luz; donde, tranquilo y divino, contempla, con auténtica piedad, esos ídolos áureos del moderno culto material, con sus pies de arcilla, los cuales, hasta entonces, han eclipsado de la vista cegada de las masas, sus verdaderos dioses vivientes...Una vez un crítico escribió que la literatura es la confesión de la vida social, capaz de reflejar todos sus pecados y todos sus actos viles y heroicos. En este sentido, un libro es mucho más importante  que  cualquier  ser  humano.  Los  libros  no  representan  a  un  hombre,  sino  son  el  espejo  de  un  montón  de  hombres.  Por  lo  tanto,  el  gran  poeta-filósofo  Inglés,  hablando  de  los  libros,  dijo  que  era  difícil  matarlos,  eran  tan  prolíficos  como  los  dientes  del  dragón  de  la  fábula;  al  sembrarlos  aquí  y  allá,  engendrarán  luchadores  armados.  Matar  un  buen  libro  equivale a matar un ser humano. El «poeta-filósofo» tiene razón. Es cierto que la literatura está comenzando una nueva era. Nuevos pensamientos y nuevos intereses  han  creado  necesidades  intelectuales  inéditas;  por  lo  tanto,  está  surgiendo  una  incipiente raza de autores. Estas nuevas especies en cuestión, gradual e imperceptiblemente, excluirán a los antiguos, esos matusalenes de antaño quienes, aunque aún reinen nominalmente, se les consiente hacerlo por costumbre más que por predilección. No es aquel que repite como loro y de manera obstinada la antigua fórmula literaria, ateniéndose,  desesperadamente, a  las  tradiciones  del  editor,  ni  satisfará  las  nuevas  necesidades;  ni  el  hombre  que  prefiere  la  estrecha  disciplina  de  su  grupo  en  lugar  de  la  búsqueda  del  Espíritu  humano  desterrado  desde  hace  mucho  tiempo  y  las  VERDADES  ahora  perdidas;  ni  aquellos  que  separándose  de su amada «autoridad», izan intrépidamente la bandera del Hombre Futuro sustentándola impávidamente. Al final, son aquellos que, entre el actual dominio omnímodo de la adoración de la materia, los intereses materiales y el EGOÍSMO, habrán luchado con denuedo en favor de los derechos humanos y la naturaleza divina del ser, se convertirán, si vencen, en los maestros de las masas en el próximo siglo y también en sus benefactores. Sin embargo, desgraciado sea el siglo XX si prevalece la escuela de pensamiento vigente, ya que el Espíritu quedaría en cautiverio una vez más, enmudeciéndolo hasta el final de la edad entrante. No son los fanáticos de una hermenéutica literal, ni los iconoclastas y Vándalos los que pugnan contra el nuevo Espíritu de pensamiento, ni las Cabezas Huecas modernas, que apoyan a las antiguas tradiciones religiosas Puritanas y sociales, que jamás serán los protectores ni  los  Salvadores  del  pensamiento  y  del  Espíritu  humano  en  su  fase  actual  de  resurrección.  No  serán  estos  sustentadores  del  antiguo  culto,  ni  las  herejías  medioevales  de  aquellos  que  guardan,  como  una  reliquia,  todo  error  de  su  secta  o  grupo  y  que  vigilan  celosamente  su  propio pensamiento, no sea que, saliendo de su adolescencia, asimilen alguna idea más fresca y benéfica, ni estos son los sabios del futuro. No es para ellos que la hora de la nueva edad histórica habrá sonado; sino para los que hayan aprendido a expresar y practicar las aspiraciones y las necesidades físicas de las generaciones emergentes y de las masas ahora pisoteadas. Para que uno comprenda plenamente la vida individual con sus misterios fisiológicos, psíquicos y espirituales, él debe dedicarse con todo el fervor de la filantropía altruista y el amor hacia sus hermanos, al estudio y al conocimiento de la vida colectiva o de la Humanidad. Sin preconceptos ni prejuicios, así como también sin el menor temor hacia los posibles resultados en una u otra dirección, él debe descifrar, entender y recordar los profundos y más recónditos sentimientos y aspiraciones del gran corazón doliente de los pobres. Para hacer esto, él debe primero: «afinar su alma con la de la Humanidad», como enseña la antigua filosofía; dominar cabalmente el correcto significado de cada línea y palabra en el Libro de la Vida de la HUMANIDAD cuyas páginas se vuelven rápidamente y saturarse por completo con la verdad de que esta última es una unidad inseparable de su propio SER. ¿Cuántas  personas  capaces  de  interpretar  profundamente  la  vida  podemos  encontrar  en  nuestra  época  tan  decantada  de  ciencia  y  cultura?  Por  supuesto,  no  nos  estamos  refiriendo  sólo  a  los  autores,  sino  a  los  filántropos  y  a  los  altruistas  contemporáneos  que  actúan  sin  reconocimiento,  si  bien  todos  los  conocen;  los  amigos  de  la  gente,  los  amantes  generosos  del ser humano y los defensores del derecho humano para la emancipación del Espíritu. En realidad, estos son muy pocos; ya que constituyen las raras flores de la edad, y generalmente son los mártires de las masas inclinadas al prejuicio y los oportunistas. Como las maravillosas «Flores de la Nieve» de la Siberia nórdica, las cuales, con el fin de germinar el suelo glacial y  congelado,  deben  penetrar  un  espeso  estrato  de  nieve  sólida  y  helada,  así  estos  caracteres  atípicos deben pugnar sus luchas toda la vida contra la indiferencia, la crueldad humana y el mundo egoísta y escarnecedor de los acaudalados. Aún, sólo ellos pueden cumplir la tarea de perseverancia. Sólo a ellos se les ha entregado la misión de hacer virar a los «Diez Superiores» de  los  círculos  sociales  de  la  clase  más  conspicua,  de  la  ancha  y  simple  vía  de  la  riqueza,  la  vanidad y los placeres vacuos, para encauzarlos en el sendero arduo y espinoso de los problemas morales superiores y la percepción de deberes morales más elevados que aquellos a los cuales están  dedicando  su  búsqueda.  Estos  son  también  los  individuos  que,  estando  ya  despiertos  a  una  actividad  superior  del  Alma,  se  les  dota,  al  mismo  tiempo,  de  talento  literario  y  cuyo  deber consiste en desempeñar el rol de despertar a la Bella durmiente  la Bestia en su Castillo encantado  de  Frivolidad,  hacia  la  vida  real  y  la  luz.  Aquellos  que  pueden,  que  procedan  intrépidamente manteniendo esta idea axial en su mente y tendrán éxito. Se debe regenerar a los ricos si queremos beneficiar a los pobres; ya que la clase de los «desheredados» es la planta muy  frondosa  de  la  raíz  del  mal  que  reside  en  los  acaudalados.  A  primera  vista,  esto  puede  parecer paradójico, sin embargo es verídico, como podría verse. En  presencia  de  la  degradación  actual  de  todo  ideal,  y  también  de  las  aspiraciones  más  nobles  del  corazón  humano,  que  cada  día  adquieren  más  prominencia  en  las  clases  altas,  ¿qué podemos esperar de los «desamparados»? Toca a la cabeza guiar a los pies, a los cuales, no  se  les  puede  considerar  responsables  por  sus  acciones.  Consecuentemente,  hay  que  trabajar para el advenimiento de la regeneración moral de las clases cultas pero mucho más inmorales, antes de tratar de hacer lo mismo por nuestros jóvenes Hermanos ignorantes. La regeneración de estos últimos se emprendió años atrás y continúa estando vigente hoy, pero sin buenos resultados perceptibles. No es evidente que la razón de esto se remonta al hecho de que, (exceptuando a) unos pocos trabajadores diligentes, sinceros y dispuestos al sacrificio completo en ese campo, la gran mayoría de voluntarios vienen de estas mismas clases frívolas y super-egoístas  que  «juegan  a  la  caridad»  y  cuyas  ideas  sobre  el  mejoramiento  del  estado  físico  y  moral  de  los  pobres  están  circunferidas  a  su  concepto  favorito  según  el  cual  sólo  la  Biblia y el dinero pueden efectuar. Afirmamos que nada de esto puede realizar ningún bien; ya  que  la  predicación  de  la  letra  muerta  y  una  lectura  de  la  Biblia  forzada,  exacerban  a  la  gente conduciéndolas, después, al ateísmo, mientras el dinero, como una ayuda temporaria, remunera las cajas de las cantinas en lugar de ser el medio con el cual comprar el pan. Por lo tanto, la raíz del mal yace en una causa moral y no física. Si  se  nos  pregunta  qué  es  lo  que  puede  ayudar,  les  respondemos  intrépidamente:  –la  literatura  Teosófica;  apresurándonos  a  especificar  que  con  este  término,  no  implicamos  los  libros  concernientes  a  los  adeptos  y  a  los  fenómenos,  ni  a  las  publicaciones  de  la  Sociedad  Teosófica.
Disfruten y saquen provecho de la «oleada» que ahora está penetrando felizmente sobre media Humanidad. Hablen del despertar del Espíritu de la Humanidad, al Espíritu humano y al Espíritu en el hombre, estos tres en Uno y el Uno en el Todo. Dickens y Tackery, ambos nacidos  un  siglo  demasiado  tarde  o  un  siglo  demasiado  pronto  –se  intercalaron  entre  dos  oleadas del pensamiento humano espiritual, y si bien han dado un buen servicio individual, induciendo  ciertas  reformas  parciales,  aún  no  lograron  tocar  a  la  Sociedad  y  a  las  masas  en  general. Lo que el mundo Europeo necesita actualmente, es una docena de escritores como el ruso Dostoyevsky, cuyas obras, aun siendo tierra ignota para la mayoría, son bien conocidas en  el  Continente,  así  como  también  en  Inglaterra  y  Estados  Unidos  entre  las  clases  cultas.  La  actitud  del  novelista  Ruso  es  la  siguiente:  –ha  hablado  de  manera  denodada  e  intrépida  sobre  las  verdades  menos  agradables,  a  las  clases superiores  y  hasta  a  aquellas  oficiales  –las cuales constituyen un peligro más grande que las primeras. Sin embargo, vean que la mayoría de  reformas  administrativas  de  los  últimos  20  años,  se  deben  a  la  influencia  silenciosa  e  inoportuna de su pluma. Según uno de sus críticos, las grandes verdades que el escritor expuso, tocaron a todas las clases de forma tan vívida y poderosa que las personas con concepciones diametralmente  antitéticas,  no  podían  más  que  sentir  una  simpatía  más  amable  hacia  este  escritor impávido, e incluso se lo expresaron a él. A  los  ojos  de  todos,  amigos  o  enemigos,  se  convirtió  en  el  portavoz  de  la  necesidad  de  la  Sociedad,  irreprimible  e  indemorable,  de  ver  con  absoluta  sinceridad,  las  profundidades  más  íntimas de su propia alma y llegar a ser el juez imparcial de sus acciones y de sus aspiraciones. Toda nueva corriente de pensamiento, toda nueva tendencia de la edad tuvo y siempre tendrá sus contrincantes y sus enemigos, algunos acometiéndola con osadía pero sin éxito y otros con gran destreza. Sin embargo, podemos decir que están hechos de la misma pasta, común a todos. Alimentan su resistencia y objeciones con los mismos objetivos externos, egoístas y mundanos y los idénticos fines y cálculos materiales que aquellos que guiaban a sus contendientes, mientras apuntan otros problemas y abogan a otros métodos, en realidad, no cesan ni por un instante, de vivir con sus enemigos en un mundo poblado por los mismos intereses comunes, y continuando también en idénticas concepciones fundamentales de la vida. Entonces, lo que llegó a ser necesario era un hombre quien, ajeno a todo partidismo o lucha en  favor  de  la  supremacía,  aportara  su  pasado  como  una  garantía  que  avalara  la  sinceridad  y  honestidad de sus ideas y propósitos; una persona cuyo sufrimiento personal fuera un imprimatur para la firmeza de sus convicciones y por último, un escritor de innegable genio literario: –Sólo un hombre de tal género podía pronunciar palabras capaces de despertar el verdadero espíritu en una Sociedad que está navegando a la deriva en una dirección errónea. Dostoyevsky  era  un  hombre  de  este  calibre  –el  patriota-preso,  el  ganapán  retornado  de  Siberia; el escritor famoso en Europa y en Rusia, el pobre inhumano gracias al aporte voluntario, el poeta que tocaba el alma de toda persona pobre, insultada, injuriada y humillada; aquel que presentó, con una crueldad imperturbable, las plagas y las llagas de su edad...Esta  clase  de  escritores  es  la  que  hace  falta  en  nuestros  días  de  re-despertar;  y  no  autores  que  escriben  por  la  riqueza  o  la  fama,  como  apóstoles  impávidos  de  la  viviente  Palabra  de  la  Verdad,  los  sanadores  morales  de  las  llagas  pustulosas  de  nuestro  siglo.  Francia  tiene  a  su  Zola quien muestra, de manera suficientemente brutal, pero realista –la degradación y la lepra moral de su gente. Pero Zola, mientras castiga los vicios de las clases inferiores, nunca se ha atrevido, a fustigar un nivel más alto con su pluma, a la petite bourgeosie, haciendo entonces, caso omiso de la inmoralidad de las clases superiores. Resultado: los campesinos que no leen novelas no han sido afectados en lo más mínimo por sus escritos, mientras que a la bourgeoinsie que no le interesa casi nada la plebe, ha prestado una tal atención a su novela Pot Bouille como para  hacer  perder  al  realista  Francés,  todo  deseo  de  meterse  donde  no  lo  llaman.  Desde  el  principio,  Zola  ha  seguido  un  camino  que,  aún  conduciéndolo  a  la  fama  y  a  la  fortuna,  ha  demostrado ser infructuoso en lo que concierne a los efectos benéficos.

Es  dudoso  que  los  teósofos  actuales  o  futuros,  realicen  una  aplicación  de  la  sugerencia  anterior.  Escribir  novelas  con  un  sentido  moral  suficientemente  profundo  para  imbuir  en  la  Sociedad,  ya  que  implica  un  gran  calibre  literario  y  un  teósofo  congénito como  lo  era  Dostoyevsky  –dejando  a  Zola  fuera  de  cualquier  comparación.  Sin  embargo,  estos  talentos  son raros en todos los países. Aun cuando se carezca de tal versación, se puede hacer el bien de manera más reducida y humilde, anotando y exponiendo, en narrativas impersonales, los vicios  y  los  males  evidentes  de  nuestra  época,  valiéndose  de  la  palabra,  de  la  acción,  de  la  prensa  y  del  ejemplo  práctico


H. P. BLAVATSKY
COLLECTED WRITING OBRAS COMPLETAS
TOMO XII-1889 - 1890

jueves, 19 de julio de 2018

H.P. Blavatsky y su Misión por Franz HARTMANN




Lo que H. P. B. deseaba, eso pensaba; lo que pensaba, decía; y lo que decía, hizo sin mirar las consecuencias. En ella, como en un niño inocente, pensamientos, palabras y actos, eran una sola cosa y en completa armonía. Si intentásemos solucionar el misterio de la “Esfinge del siglo XIX” y presentar la historia del verdadero Ego de H. P. B., deberíamos ante todo conocer la individualidad, la “nueva criatura” (1) encarnada en la forma de H. P. B., y saber algo de sus vidas anteriores, para que nos fuese posible comprender las causas por las que apareció en esta tierra en forma de mujer. Entonces tendríamos que aceptar la teoría de que el alma del regenerado es capaz de vivir y obrar más allá de los límites del cuerpo físico, que es su morada e instrumento para su manifestación exterior, y que el alma espiritual de tal persona en una forma astral etérea puede estar en un país lejano, por ejemplo en el Tibet, en tanto que el cuerpo físico vive aún y actúa consciente e inteligentemente en Europa y América. Pero el mundo no está aún en disposición de recibir una historia seria, que contenga hechos todavía  terra incógnita para Europa y la ciencia y cuya inteligencia se encuentra sólo en el Acta Sanctorum, hoy día mirado aún por la iglesia como “leyenda y fábula” o (para expresarlo con menos delicadeza) como un conjunto de mentiras. Tal   historia   requeriría  lectores  conocedores de las doctrinas de Reencarnación y Karma; lectores que hubiesen conquistado su propia naturaleza, y por su propia experiencia les fuese posible realizar lo que ello significa ser en el mundo,  pero no de él. Pero aunque la Biblia dice: “el que no naciere otra vez, no puede ver el reino de Dios”(Juan III 3), sin embargo, los términos renacimiento y regeneración se han convertido en palabras sin sentido para el moderno fanático y en absurdos para el hombre de ciencia. El religioso visionario se adula a sí mismo, con la creencia de que ya se ha regenerado y alcanzado la inmortalidad. No sabe que la regeneración en el espíritu es acompañada del despertamiento de los sentidos espirituales, y que esta “regeneración” no puede tener lugar mientras se es ciego a la luz de la verdad y sordo a la “voz del silencio”. “Regeneración”, hoy es una palabra sin sentido para el mundano; y para el clérigo, a lo sumo, significa un cambio de creencia y un progreso moral. El moderno “Cristiano” no comprende pasajes de su Biblia como los siguientes: “Hijitos míos, que vuelvo otra vez a estar de parto de vosotros, hasta que Cristo sea formado en vosotros.”(Gálatas IV 19). “ En Cristo Jesús, ni la circuncisión vale nada, ni la incircuncisión, sino la nueva criatura.” (Gálatas VI 15), etc., etc. Ellos no creen que su maestro dice de sus verdaderos discípulos, que los regenerados, aquellos en quienes “el Hijo de Dios ha llegado a la medida de la edad de la plenitud de Cristo” (Efesios IV 13), harán las mismas cosas maravillosas realizadas por él mismo. No quieren creer que a nadie es posible entrar en posesión de la conciencia inmortal, a menos que la “nueva criatura” haya nacido en él; y se envanecen presumiendo que su espíritu es ya inmortal. Pero la inmortalidad Espiritual del Espíritu de Dios no volverá inmortales a sus almas, si estas almas rehusan ser fertilizadas por el Espíritu de Dios y dar a luz a la divina criatura. Que los “Cristianos” reflexionen sobre el significado de las palabras de la Biblia, donde dice: “El que no naciere de agua y Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Lo que es nacido de carne, carne es; y lo que es nacido de espíritu, espíritu es. No te maravilles de que te dije: os es necesario nacer otra vez.” (Juan III 5). Poco servirá al devoto creer que  su  espíritu  es  inmortal  en  tanto  que  no  exista  espíritu  que  pueda propiamente_____________(1)   Galatas, VII 15. llamarle suyo; porque su alma no contiene al divino amor o espíritu, y por lo tanto, no puede engendrar “la nueva criatura” que pueda pretender la inmortalidad en el Cristo. Esta unión del alma mortal con el Espíritu inmortal es el objeto y fin de todo Ocultismo y Teosofía.   Esta  regeneración   fue   lo   que  H. P. B.   enseñó;   porque  “regeneración espiritual” e “iniciación” son términos sinónimos. Una doctrina que no adula la vanidad humana, haciendo creer a los hombres que son ya inmortales gracias  a los méritos de una persona que vivió en el pasado, sino que pretende que la inmortalidad es un don ganado exclusivamente por heróicos esfuerzos, combatiendo con los elementos más bajos de nuestra naturaleza, y que hace posible la acción de la divina gracia dentro de nosotros, no es bien recibida por los que prefieren correr tras el dinero y los placeres, y piensan que después de su muerte entrarán en el cielo  sobre  las  espaldas  de  otro  hombre;   y  por   lo   tanto,   la   historia   de   una   alma regenerada pudo ser creída y entendida por unos pocos. Mucho más fácil sería cubrir ta lhistoria con la forma ficciosa de novela, sin pretensiones de ser creída, y que cada cual acepte lo que sea capaz de comprender y abandone el resto (1). 

Para comprender el verdadero misterio que rodea a H.P.B., primero será necesario comprender el misterio llamado “Hombre”: porque el Iniciado comparado con el vulgar, es   como   un   pájaro   comparado   con   un   huevo.  El   pájaro   conoce  los   huevos  y  sus historias, pero los huevos nada saben de la existencia de los pájaros. Para resolver el gran misterio llamado hombre, la humanidad tendrá que deslizarse fuera del “huevo filosófico”  y convirtiéndose  en  libre,  alcanzar  el   noble   auto-conocimiento  de  la Divinidad en la Humanidad; pero en los tiempos presentes, parecen ser pocos los que, aun entre los llamados teosofistas, tiene el más débil concepto de lo que significa “divino autoconocimiento”. Debido al  universal error existente  con   respecto   a  la  naturaleza  del  hombre,  y  la ignorancia de lo que es divino en esta naturaleza, H. P. B. ha sido universalmente mal comprendida y desnaturalizada. Después de una larga y paciente observación, refuerza una convicción, que yo mismo insistentemente he rehusado el aceptar, esto es, que en este respecto mucho más daño ha sido hecho por los celosos amigos y admiradores de H. P. B. que por sus enemigos. H. P. B. jamás pidió ser deificada y negó la posesión de poderes milagrosos; pero hubo muchos de sus partidarios que rindieron a su persona una adoración fetichista, haciendo las más rudas y extravagantes relaciones en su favor, que investigadas  se encontraron  sin valor, y sí sólo trajo el descrédito  sobre ella y  la Sociedad, en tanto que, con muy pocas excepciones, estos amigos entusiastas fueron los primeros en abandonarla convirtiéndose en sus enemigos, cuando las ilusiones que ellos mismos creaban se desvanecían. Conforme  a  las  historias  inventadas, creídas y circuladas  por  estos admiradores,  de que H. P. B. estaba continuamente acompañada de espíritus, invisibles “Maestros del Tibet”, esperando servirla, y  verbatim  le dictaban sus escritos o “precipitaban” manuscritos mientras ella echaba la siesta. (2)Gnomos, silfos, ondinas y salamandras estuvieron siempre bajo su mando, llevando sus cartas e inspeccionando la cocina. No ocurría nada en  cualquier  parte del  mundo que;___________(1)  




pero fue perfectamente evidente a los independientes,  que  H. P. B  no  lo  sabía  todo y  que  igualmente,  en sus más grandes turbaciones, el bello correo no funcionaba; que para recibir noticias se valía, como los demás mortales, de los terrestres correos y telégrafos. Ello es, que en la base de tales aserciones, había una cierta cantidad de verdad, pero los hechos fueron exagerados más allá de todo límite por sus entusiastas amigos. H. P. B., según confesión propia, no era instruida. No era ni aun inteligente (clever). Por el contrario, las grandes cosas que hizo, lo fueron con la ayuda de alguno de sus asociados, del modo más torpe, y frecuentemente perjudicó al buen resultado. Al ser llamada “el más grande impostor del siglo” por el agente de la “Soc. de Invest. Psíq.”, y presentarla con ese título, certifica simplemente su propia incapacidad para juzgar suscarácter, porque H. P. B., como todos los que la conocieron pueden atestiguar, no fue capaz nunca de disfrazarse, y cualquiera impostura, grande o pequeña, que hubiese intentado, habría sido inmediatamente descubierto, aun por un niño.H. P. B. no fue ni inteligente ni ingeniosa, pero estuvo en posesión de aquello que la mayoría de sus críticos tristemente ignoran, esto es, sabiduría del alma, un apartado dela “ciencia” aún no descubierto por los modernos científicos y pseudo-filósofos. El alma que vivió en ella fue una gran alma, un Mahatma (de Maha, grande, y Atma, alma). Esta   gran   alma   y   no  la   vestidura   que   H.   P.   B.   usó,   será   el  objeto   de   nuestra investigación, no con el fin de regalar la curiosidad científica, sino para beneficiar con el ejemplo. Oigo mil voces que me preguntan: ¿Qué es la sabiduría del alma y cómo puede ser obtenida? ¿Hay algún otro conocimiento que el del cerebro que razona? ¿Puede uno conocer otras cosas que las que se nos enseñó en la escuela, hemos leído en libros o recordamos haber oído? A esto contestaremos: Infeliz del pueblo que no sabe por el corazón lo que es bueno y hermoso. Desgraciados de aquellos que no poseen percepción interior para la justicia y la verdad; que no pueden sentir verdadero amor, esperanza, fé,y que tienen que estudiar la enciclopedia para encontrar el significado de los términos,  benevolencia,  caridad,  generosidad,  espiritualidad,  virtud,  etc.,  etc. todo  esto no es creación  de la imaginación ni producto del cuerpo físico, sino poderes espirituales vivientes, dotando con sus cualidades el alma que los posee. Si se permite a estos poderes crecer y desarrollarse, su verdadera naturaleza se presentará clara a la mente; pero el que no los posea no podrá, por la especulación intelectual, llegar a realizar lo que son. El estudio de estos poderes y el arte de desarrollarlos por la práctica, constituyó la ciencia del alma, que la Sra. Blavatsky enseñó. El resto de sus doctrinas, en cuanto respecta a la constitución del hombre, evolución de los mundos, etc., etcétera, fueron accesorios para facilitar el auto-conocimiento, destruir el fanatismo y la superstición, para   libertar   la   mente  de  prejuicios, darla  un  más  ancho  campo  de  ennoblecedor pensamiento  y  posibilitarla   una   más  grande  y  elevada   concepción   de   Dios,   de  la Naturaleza y del Hombre. ¿Qué tiene que ver tal estudio con las historias de espíritus, investigaciones psíquicas, cafeteras, trampas y otras frioleras que frecuentan la mente de quien busca en las cosas externas la prueba de la existencia de lo que ellos mismos deben  poseer, antes de que puedan merecer  verdaderamente  ser llamados  hombres hechos  a imagen de Dios? En verdad, aquellos que se convirtieron en enemigos porque no pudieron satisfacer su curiosidad, deben ser vituperados por su porfiada repulsa de la verdad divina. La primera cosa necesaria para adquirir la sabiduría del alma es la posesión de un alma, que   significa  el  poder   del  sentir.   Entre  los  adversarios  de   H. P. B.,  es  raro  el  elemento del alma.  Parecen existir sólo en el plano de la mente, esa parte del hombre que especula y razona solamente, pero que no tiene conocimiento real;  los antiguos escritores la comparaban con la fría luz de la luna, porque en ella nada hay del solano caliente amor. El elemento del alma es la voluntad, y la voluntad divina es amor universal como para crear un paraíso, no en la imaginación, sino en el corazón de los que están en posesión de él. Cuando la estrella matutina del divino amor nace en el alma, la paz entra con él. Así, pues, no se dice que los Angeles canten en el nacimiento de Cristo dentro del corazón humano: “Gloria a los que están bien versados en ciencia y sofistería”; sino que se dice que cantan: “Gloria a aquel Dios, que es Amor universal, y paz a los hombres de buena (esto es, divina) voluntad.” De gran cantidad de enseñanzas puede ser rellenado el cerebro durante una vida, pero cuando llega la muerte, toda esta moralla sin valor en el reino de la eternidad será abandonado; pero el desarrollo de la divina flor de loto del alma en el claror del divino amor, puede necesitar muchas sucesivas encarnaciones.  Con el primer rayo de este amor, asimilado por el alma y haciéndole consciente de su propia y elevada naturaleza y destino, el “Chelado” desciende sobre el peregrino en el camino que conduce a la iniciación e inmortalidad. Cuando el fuego de amor es encendido en el corazón, la luz se eleva e ilumina la mente produciendo ciertos cambios aun en la forma física. (Efesios IV 16). Sin este amor divino, toda enseñanza es inútil, vanos todos los esfuerzos: porque Dios es Él mismo Amor (I Juan IV 8), y no puede haber unión con Dios si es desechado el Amor (I Corintios XIII 2). Quien encuentra Amor, encuentra Vida espiritual (Proverbios VIII 35); pero quien repudia el Amor, repudia la luz y busca la oscuridad y la muerte. El hombre ha sido llamado un “ser mixto” porque no es completamente  material,  sino   también   espiritual   en   su naturaleza. En él (como dice Jacobo Böhme) está el campo de batalla de tres reinos: el de la luz, el de la oscuridad y el de la naturaleza. “Continuamente la luz del día brilla en la oscuridad y la oscuridad no la comprende”, pero cuando la oscuridad es disipada por la luz y el Espíritu en el hombre despierta su divina auto-consciencia, entonces aparece en el hombre una nueva colección de facultades interiores, una nueva clase de poderes y percepciones espirituales y la memoria que pertenece al Ego  reencarnado   asirá   la  mente   terrestre   y   externa.  Estas   enseñanzas,   que   son incomprensibles para la mayoría porque pertenecen a una clase que está por encima de su experiencia, son de la más grande importancia como estímulo de los pocos que desean seguir el sendero hallado por aquella gran alma que estuvo encarnada en el cuerpo de H.P.B., y nosotros deberíamos, por lo tanto, en vez de perder tiempo en investigar trivialidades como las que pertenecieron a su personalidad (por ejemplo, la omisión de citas), intentar el estudio de su vida interna y seguir a su alma en su vuelo hacia el trono de la Divina Sabiduría.*   *   *



Franz HARTMANN
(Traducido por M. Pérez Alcorta.)
Revista Teosófica  SOPHIA Septiembre 1909


martes, 10 de julio de 2018

VISIONES KÁRMICAS -I

Este  notable  y  profético  estudio  del  funcionamiento  de  la  ley  kármica  en  la  historia  Europea  desde  el  siglo  V  en  adelante,  fue  escrito  por  H.P.B.  veintiséis  años  antes  de  la  Primera  Guerra  Mundial  de  1914-18. Aunque  no  declarado  explícitamente,  es  muy  evidente  en  la  narración  que  H.P.B.  representa  la  vida  y  los  sufrimientos  del  emperador  Federico  III  de  Prusia,  que  era  el  mismo  individuo  que  habitara  antes  el  cuerpo  de  Clovis,  rey  de  los  Francos. La  historia  fue  publicada  el  mismo  mes  en  que  falleció  el  emperador  Federico  III,  después  de  un  breve  reinado  de  tan  solo  99  días
Un  campo  repleto  con  carruajes  bélicos,  caballos  relinchando  y  legiones  de  soldados  con  cabellera  larga...  Una  tienda  real,  fastuosa  en  su  esplendor  bárbaro.  Sus  paredes  de  lino  se  arrugan  bajo  el  peso  de  las  armas.  En  el  centro,  se  yergue  un  asiento  cubierto  de  pieles.  Ahí  está  sentado  un  guerrero  de  aspecto  salvaje.  Pasa  revista  a  los  prisioneros  de    guerra  que,  paulatinamente,  desfilan  delante  de  él  y  cuyo  futuro  es  dictado  por  la  arbitrariedad  de  este  déspota  sin  piedad.Ahora  se  encuentra  cara  a  cara  con  una  nueva  prisionera  la  cual  le  habla  con  fervor  pasional...  Mientras  la  escucha,  suprimiendo  la  cólera  en  su  rostro  masculino,  sin  embargo,  fiero  y  cruel,  sus  ojos  se  encarnizan  desorbitándose  con  furia.  Al  inclinarse  hacia  adelante  con  mirada  fiera,  su  presencia,  con  los  mechones  apelotonados  que  cubrían  la  frente  ceñuda,  su  cuerpo  de  huesos  imponentes  con  músculos  turgentes  y  las  dos  grandes  manos  colocadas  sobre  el  escudo  situado  en  la  rodilla  derecha,  justificó  la  observación  susurrada  por  un  soldado  canoso  a  su  vecino:  «¡La  santa  profetisa  recibirá  poca  misericordia  por  parte  de  Clovis!».BLa  cautiva,  colocada  entre  dos  guerreros  borgoñones,  frente  al  ex-príncipe  de  los  Salianos  y  ahora  rey  de  los  Francos,  es  una    anciana  de  cabellera  canosa  y  despeinada,  que  recae  sobre  sus  espaldas  esqueléticas.  A  pesar  de  su  edad  avanzada,  su  imagen  alta  es  erecta  y  los  ojos  moros  inspirados,  miran  orgullosa  e  intrépidamente  el  rostro  cruel  del  hijo  de  Gilderich.En  voz  alta  y  telúrica  le  dice:  «Oh  Rey,  ahora  eres  grande  y  poderoso,  sin  embargo,  tus  días  están  contados  y  reinarás  sólo  por  otros  tres  veranos.  Naciste  malévolo...  eres  pérfido  con  tus  amigos  y  aliados.  Defraudaste  a  más  de  uno  la  corona  que  le  correspondía  legalmente.  Asesino  de  tus  semejantes,  en  el  campo  de  batalla  añades,  al  cuchillo  ya  la  lanza,  el  puñal,  el  veneno  y  la  traición.  ¡Cuidado  en  cómo  te  comportas  con  la  servidora  de  Nerthus!»  (NOTA:  «The  Nourishing»  (Tácito,  De  Germania,  40)–la  Tierra,  una  Diosa  Madre,  la  deidad  más  benéfica  de  los  antiguos  alemanes.  FINAL  NOTA).


«¡Ha,  ha,  ha!...  vieja  bruja  infernal!»,  eructa  el  Rey  con  escarnio  maligno  y  ominoso.  «Has  reptado  verdaderamente  de  las  entrañas  de  tu  diosa-madre.  ¿No  temes  mi  cólera?  Está  bien;  sin  embargo,  tus  imprecaciones  vacías  no  me  infunden  ningún  pavor...  ¡Soy  un  Cristiano  bautizado!».«Así  es»,  contestó  la  Sibila.  «Todos  saben  que  Clovis  ha  abandonado  a  sus  dioses  atávicos;  ha  perdido  la  fe  en  las  advertencias  del  caballo  blanco  del  Sol  e,  inducido  por  el  miedo  hacia  los  Alemanes,  sirvió  rastreramente  a  Remigio,  el  vasallo  del  Nazareno  en  Rhemis.  ¿Acaso  vives  más  en  armonía  con  tu  nueva  fe?  ¿No  has,  quizá,  matado  a  sangre  fría,  a  todos  tus  hermanos  que  confiaban  en  ti,  ya  sea  antes  de  tu  apostasía  o  después  de  ella?  ¿No  juraste  ser  fiel  a  Alárico,  rey  de  los  Visigodos,  mas  en  realidad  lo  mataste  alevosamente,  perforando  su  espalda  con  tu  lanza  mientras  él  estaba  luchando  con  valor  contra  un  enemigo?  ¿Es  quizá  tu  nueva  fe  y  tus  nuevos  dioses  que  te  enseñan  a  orquestar,  en  tu  alma  lóbrega,  trampas  maléficas  contra  Teodórico  que  te  derrotó?...  ¡Cuidado  Clovis,  cuidado!  ¡Ya  que  ahora,  los  dioses  de  tus  padres  se  han  levantado  contra  tí!  ¡Cuidado,  repito,  porque...».«¡Mujer!»  gritó  airado  el  Rey  –«Mujer,  cesa  de  disparatar  y  respóndeme.  ¿Dónde  está  el  tesoro  de  la  gruta  que  los  sacerdotes  de  Satán  han  acumulado  y  escondido  después  de  que  la  Cruz  Sagrada  los  desperdigó?...  Eres  la  única  que  lo  sabe.  ¡Contesta  o,  por  el  cielo  y  el  infierno,  te  haré  tragar  tu  lengua  para  siempre!»...Ella  hace  caso  omiso  de  su  amenaza  y  continúa  dirigiéndose  a  él  con  tranquilidad  y  sin  miedo,  como  si  no  lo  hubiese  oído:«...¡Los  dioses  dicen  que  tú,  Clovis,  eres  maldito!...  Renacerás  entre  tus  enemigos  actuales  y  sufrirás  las  torturas  que  infligiste  a  tus  víctimas.  ¡Todo  el  poder  y  la  gloria  que  les  sustrajiste  serán  tuyos  sólo  en  efigie,  sin  alcanzarlos  jamás!...  Tú...».La  profetisa  no  pudo  terminar  su  oración. El  Rey  vociferó  una  terrible  blasfemia  y,  agachándose  como  una  bestia  salvaje  en  su  asiento  cubierto  de  piel,  se  lanzó  sobre  ella  con  la  agilidad  de  un  jaguar,  tirándola  al  suelo  con  un  golpe.  Mientras  él  levanta  su  afilada  lanza  mortal,  «la  Santa»  de  los  adoradores  del  sol  hace  reverberar  el  aire  con  una  última  imprecación.«¡Te  maldigo,  enemigo  de  Nerthus!  ¡Que  mi  agonía  decuplique  la  tuya!...  Que  la  Gran  Ley  ejerza  su  venganza...».La  pesada  lanza  cae  y,  perforando  la  garganta  de  la  víctima,  le  clava  la  cabeza  al  suelo.  Un  flujo  de  sangre  roja  carmesí  se  derrama  de  la  herida  profunda,  cubriendo  al  rey  ya  los  soldados    con  una  mancha  indeleble.  El  Tiempo,  que  sirve  de  referencia  a  los  dioses  y  a  los  seres  humanos  en  el  campo  ilimitado  de  la  Eternidad,  el  infanticida  de  su  prole  y  el  asesino  de  la  memoria  en  la  humanidad,  sigue  silencioso  su  flujo  incesante  a  lo  largo  de  los  eones  y  las  edades...  Entre  millones  de  Almas,  nace  un  Alma-Ego  en  la  buena  o  en  la  mala  suerte,  ¡quién  sabe!  Cautiva  en  su  nueva  Forma    humana,  crece  con  ella  y,  al  final,  ambas  llegan  a  ser  conscientes  de  su  existencia.Felices  son  los  años  en  que  su  juventud  florece,  ajenas  a  la  penuria  y  al  dolor.  No  saben  nada  del  Pasado  o  del  Futuro.  Para  ellas  todo  es  un  Presente  jocoso:  ya  que  el  Alma-Ego  no  está consciente  de  que  ya  había  vivido  en  otros  tabernáculos  humanos.  Desconoce  que  renacerá  de  nuevo  y  no  repara  en  el  mañana. Su  Forma  es  tranquila  y  contenta.  Hasta  la  fecha  no  ha  causado  ningún  problema  serio  para  el  Alma-Ego.  Su  felicidad  procede  de  la  serenidad  dulce  y  continua  de  su  temple,  del  afecto  que  esparce  a  donde  va.  Es  una  Forma  noble  y  su  corazón  reboza  de  benevolencia.  La  Forma  jamás  ha  sobresaltado  su  Alma-Ego  con  una  sacudida  excesivamente  violenta  o  estorbado  la  tranquilidad  plácida  de  su  inquilino.Cuatro  décadas  se  deslizan  como  un  breve  peregrinaje.  Un  largo  paseo  en  las  sendas  asoleadas  de  la  vida,  salpicadas  de  rosas  perennes  sin  espinas.  Los  raros  dolores  que  se  presentan  a  este  binomio:  la  Forma  y  el  Alma,  son  como  la  luz  pálida  de  la  fría  luna  nórdica,  cuyos  rayos  envuelven,  en  una  sombra  más  profunda,  lo  que  rodea  a  los  objetos  embebidos  de  luz  lunar,  en  lugar  de  ser  la  oscuridad  nocturna,  la  noche  del  dolor  y  la  desesperación  sin  esperanza.Hijo  de  un  Príncipe,  nació  para  un  día  gobernar  el  reino  paterno.  Desde  la  infancia  lo  han  rodeado  la  reverencia  y  los  honores.  Meritorio  del  respeto  universal  y  seguro  del  amor  de  todos.  ¿Qué  más  podría  desear  el  Alma-Ego  de  la  Forma  en  que  habita?Así,  el  Alma-Ego  sigue  gozando  la  existencia  en  su  ciudadela,  observando  tranquilamente  el  panorama  de  la  vida  en  constante  cambio  por  sus  dos  ventanas:  los  dos  dulces  ojos  azules  de  un  ser  bueno. Un  día,  un  enemigo  arrogante  y  pugnaz  amenaza  el  reino  paterno.  En  el  Alma-Ego  se  despiertan  los  instintos  salvajes  del  antiguo  guerrero.  Deja  su  tierra  de  sueño  en  la  flor  de  la  vida  e  induce  a  su  Ego  de  arcilla  a  blandir  la  espada  del  soldado,  asegurándole  que  lo  hace  por  defender  a  su  país.Al  incitarse  mutuamente  a  la  acción,  derrotan  al  enemigo  ensalzándose  con  la  gloria  y  el  orgullo.  Obligan  al  enemigo  altanero  a  postrarse  a  sus  pies  en  el  polvo  en  suprema  humillación.  Por  eso  la  historia  les  otorgó  la  corona  al  valor  de  laureles  perennes,  que  son  los  del  éxito.  Pisotean  al  enemigo  rendido  y  transforman  el  pequeño  reino  de  su  señor  en  un  gran  imperio.  Satisfechos,  no  pueden  alcanzar  nada  más  por  el  momento.  Entonces,  se  encierran,  nuevamente,  en  la  tierra  de  sueño  de  su  dulce  morada.Durante  tres  quinquenios  el  Alma-Ego  permanece  en  su  asiento  usual,  oteando  desde  su  ventana  el  mundo  circunstante.  El  cielo  es  azul  y  los  amplios  horizontes  pululan  con  estas  flores  que  aparentemente  son  inmarcesibles,  las  cuales  prosperan  en  la  luz  solar  de  salud  y  vigor.  Todo  es  hermoso,  como  un  pasto  lozano  en  primavera...Sin  embargo,  a  todos  les  llega  un  día  infausto  en  el  drama  del  ser.  Aguarda  su  ocasión  en  la  vida  del  rey  y  del  pordiosero.  Deja  una  huella  en  la  historia  de  todo  mortal  nacido  de  la  mujer  y  no  puede  ahuyentarse,  suplicarse,  ni  propiciarse.  La  salud  es  una  gota  de  rocío  que  cae  de  los  cielos  para  vitalizar  los  capullos  terrenos  sólo  durante  las  horas  matutinas  de  la  vida,  su    primavera  y  verano...  Su  duración  es  breve  y  vuelve  de  donde  provino:  los  reinos  invisibles.

¡Cuántas  veces,  bajo  el  capullo  más  brillante  y  hermoso,  acecha  la  simiente  de  un  parásito  larvado! Cuántas  veces,  en  la  raíz  de  la  flor  más  rara–  el  gusano  trabaja  en  su  refugio...La  arena  del  reloj  que  enumera  las  horas  de  la  vida  humana  desciende  más  rápidamente.  El  gusano  ha  devorado  el  corazón  del  capullo  de  la  salud.  Un  día  se  descubre  que  el  cuerpo  vigoroso  está  postrado  en  la  cama  espinosa  del  dolor. El  Alma-Ego  ha  cesado  de  brillar.  Se  sienta  inmóvil  y  a  través  de  lo  que  se  ha  convertido  en  las  ventanas  de  su  cueva,  observa  tristemente  el  mundo  que  para  ella  se  está  envolviendo,  rápidamente,  en  los  sudarios  funerales  del  sufrimiento.  ¿Se  está,  quizá,  acercando  la  víspera  de  la  noche  eterna? Hermosos  son  los  lugares  de  temporada  en  la  ribera  Mediterránea.  Una  sucesión  interminable  de  rocas  negras  y  fragosas,  contra  las  cuales  se  estrellan  las  olas,  entre  la  arena  dorada  de  la  costa  y  las  aguas  azules  profundas  del  golfo.  Ofrecen  su  pecho  de  granito  a  los  impetuosos  vientos  del  noroeste,  protegiendo  las  habitaciones  de  los  acaudalados  que  se  aglomeran  a  lo  largo  de  las  faldas  interiores.  Las  cabañas  semi-derruidas  en  la  ribera,  son  el  refugio  insuficiente  de  los  pobres.  Las  paredes  que  el  viento  y  las  olas  turbulentas  arrancan  y  devoran,  a  menudo  aplastan  sus  cuerpos  escuálidos,  siguiendo,  sencillamente,  la  gran  ley  de  la  supervivencia  del  más  apto.  ¿Por  qué  deberían  ser  protegidos?Hermosa  es  la  mañana  cuando  el  sol  se  levanta  con  matices  de  ámbar  áureo  y  sus  primeros  rayos  besan  los  farallones  de  la  bella  ribera.  Alegre  es  el  canto  de  la  alondra  cuando  emerge  de  su  nido  acogedor  y  bebe  el  rocío  matutino  de  los  cálices  de  las  flores;  cuando  la  punta  del  capullo  de  rosa  vibra  bajo  las  caricias  del  primer  rayo  de  sol  y  la  tierra  y  el  cielo  se  saludan    sonriéndose.  Triste  es  el  Alma-Ego  a  solas,  mientras  observa  la  naturaleza  al  despertar  en  el  gran  sofá  al  lado  opuesto  de  la  amplia  ventana  que  se  abre  sobre  la  bahía.El  mediodía  que  se  acerca  es  apacible  cuando  la  sombra  empieza  a  reflejarse  firmemente  en  el  reloj  solar  durante  la  hora  de  la  siesta.  El  sol  cálido  disipa  las  nubes  en  el  aire  cristalino  y  los  últimos  vestigios  de  la  neblina  matutina  que  permanecen  en  los  relieves  de  las  colinas  distantes,  se  desvanecen.  Toda  la  naturaleza  está  preparándose  para  el  reposo  durante  la  hora    tórrida  y  desidiosa  del  mediodía.  Las  tribus  aladas  cesan  de  gorjear,  sus  alas  delicadas  e  irisadas  retumban  y  dejan  colgar  sus  cabecitas  somnolientas,  refugiándose  del  calor  ardiente.  Una  alondra  matutina  está  preparando  un  nido  en  los  arbustos  circunstantes  bajo  los  adornos  de  flores  de  granado  y  la  hermosa  bahía  del  Mediterráneo.  La  cantante  incansable  es  silenciosa.«Su  voz  reverberará  jubilosa  mañana»,  suspira  el  Alma-Ego,  mientras  oye  los  insectos  atenuar  su  zumbido  en  el  pasto  lozano.  «¿Será  mi  voz,  alguna  vez,  tan  jocosa?».Ahora,  la  brisa,  con  su  fragancia  floral,  apenas  mueve  las  lánguidas  cabezas  de  las  plantas  frondosas.  La  visión  del  Alma-Ego  se  concentra  en  una  palma  solitaria  que  crece  en  un  intersticio  de  una  roca  cubierta  de  musgo.  Los  poderosos  vientos  nocturnos  del  noroeste  han  torcido  y  casi  arrancado  su  tronco  en  un  tiempo  erecto  y  cilíndrico.  Mientras  se  extiende  fatigadamente,  sus  brazos  colgantes  oscilan  en  el  aire  de  un  azul  iridiscente.  Su  cuerpo  tiembla  y  parece  en  víspera  de  romperse  a  la  mitad  cuando  sople  el  primer  viento  borrascoso.

El  Alma-Ego,  mientras  observa  tristemente  desde  sus  ventanas,  se  entretiene  en  un  soliloquio:  «Entonces,  la  parte  cortada  se  precipitará  en  el  mar  y  la  palma,  en  un  tiempo  majestuosa,  cesará  de  existir».En  la  hora  del  ocaso,  todo  vuelve  a  la  vida  en  la  fresca  y  vieja  morada  campestre.  A  cada  instante,  las  sombras  del  reloj  solar  se  espesan  y  la  naturaleza  animada  se  despierta  más  atareada  que  nunca,  en  las  horas  más  frescas  de  la  noche  inminente.  Los  pájaros  y  los  insectos  trinan  y  zumban  sus  últimos  himnos  nocturnos  alrededor  de  la  Forma  alta  y  aun  poderosa,  mientras  camina  fatigada  y  lentamente  por  el  sendero  de  grava.  Ahora  su  visión  atenta  se  dirige  con  anhelo  hacia  la  superficie  azul  del  mar  pacífico.  El  golfo  brilla  como  un  tapiz  de  terciopelo  azul,  salpicado  de  joyas  en  los  rayos  danzantes  del  sol  poniente  y  sonríe  como  un  niño  sin  preocupaciones  y  cansado  de  saltar  y  jugar  todo  el  día.  Adelante,  el  mar  abierto,  en  su  pérfida  hermosura,  se  extiende  a  lo  largo  del  espejo  tranquilo  de  sus  aguas  frías,  saladas  y  amargas  como  las  lágrimas  humanas.  Yace  en  su  reposo  engañoso  como  un  hermoso  monstruo  durmiente,  vigilando  sobre  el  misterio  insondable  de  sus  abismos  lóbregos.  El  verdadero  cementerio  sin  monumentos  de  los  millones  que  se  hundieron  en  sus  profundidades...Sin  una  tumba,  sin  toque  a  muerto,  sin  un  ataúd  y  desconocidos.  .  .  (NOTA:  [Byron,  Childe  Harold’s  Pilgrimage,  Canto  IV,  clxxix].  FINAL  NOTA).

Mientras  que,  una  vez  que  suene  la  hora  para  la  Forma  un  tiempo  noble,  su  triste  reliquia  se  mostrará  en  pompa  magna  y  las  campanas  tocarán  a  muerto  para  el  alma  que  ha  transitado.  Un  millón  de  trompetas  anunciarán  su  muerte.  Reyes,  príncipes  y  próceres  de  la  tierra  presenciarán  las  exequias  o  enviarán  a  sus  representantes  con  caras  fúnebres  y  mensajes  de  condolencia  para  los  familiares...

«He  aquí  una  ventaja  sobre  los  que  'no  tienen  ataúd  y  son  desconocidos»,  observa  amargamente  el  Alma-Ego.


Continuación en VISIONES KÁRMICAS II

H.P. BLAVATSKY 

lunes, 9 de julio de 2018

VISIONES KÁRMICAS-II



Así  los  días  se  suceden  uno  tras  otro.  Mientras  el  Tiempo  que  transcurre  con  sus  alas  veloces  apremia  su  vuelo,  cada  hora  que  pasa  destruye  algún  hilo  en  el  tejido  de  la  vida  y  el  Alma-Ego  experimenta  una  transformación  paulatina  en  sus  visiones  de  las  cosas  y  los  seres  humanos.  La  Forma,  revoloteando  entre  dos  eternidades,  lejana  de  su  lugar  nativo,  sola  entre  doctores  y  ayudantes,  a  cada  día  se  acerca  más  a  su  Alma-Espíritu.  Otra  luz  inalcanzada  e  inaccesible  en  los  días  jocosos,  desciende  suavemente  sobre  el  prisionero  exhausto.  Ahora  ve  lo  que  jamás  había  percibido  antes..

.¡Cuán  grandiosas  y  misteriosas  son  las  noches  primaverales  en  la  ribera,  cuando  los  vientos  se  atenúan  y  los  elementos  se  aplacan!  Un  silencio  solemne  reina  en  la  naturaleza.  Sólo  el  arrullo  plateado  y  casi  inaudible  de  las  olas,  mientras  acarician  suavemente  la  arena  mojada,  besando  las  piedras  y  las  conchas  en  su  alternarse,  alcanza  el  oído  como  el  respiro  leve  y  regular  de  un  pecho  durmiente.  Durante  estas  horas  de  quietud,  cuán  insignificante  e  inerme  se  siente  el  ser  humano  mientras  se  encuentra  entre  dos  magnitudes  gigantescas:  el  firmamento  arriba  y  la  tierra  dormitando  abajo.  El  cielo  y  la  tierra  se  han  sumido  en  el  sueño,  pero  sus  almas  están  despiertas  y  dialogan  susurrándose  misterios  inefables.  Entonces,  el  lado  oculto  de  la  Naturaleza  levanta  su  velo  oscuro  para  nosotros,  revelando  secretos  que  durante  el  día sería  vano  tratar  de  educir  de  ella.  El  firmamento,  tan  distante  y  remoto  de  la  tierra,  ahora  parece  avecinarse  e  inclinarse  sobre  ésta.  Los  campos  siderales  intercambian  abrazos  con  sus  hermanas  más  humildes  de  la  tierra:  los  valles  salpicados  de  margaritas  y  los  dormitantes  campos  lozanos.  La  bóveda  celestial  ha  caído  exangüe  en  los  brazos  del  gran  mar  tranquilo  y  sus  millones  de  estrellas  se  reflejan  y  se  bañan  en  todo  espejo  de  agua.  Para  el  alma  adolorida,  estas  esferas  centelleantes  son  los  ojos  de  los  ángeles.  Dirigen  su  mirada  llena  de  misericordia  inefable  hacia  la  humanidad  doliente.  No  es  el  rocío  nocturno  que  baña  las  flores  durmientes;  sino  las  lágrimas  sensitivas  que  caen  de  estas  estrellas  al  ver  el  Gran  DOLOR  HUMANO  ...«Sí,  dulce  y  hermosa  es  una  noche  meridional.  Sin  embargo:  Cuán  terrible  es  la  noche,  cuando  a  la  luz  de  una  vela  centelleante  miramos  la  cama  en  silencio,Cuando  todo  lo  que  amamos  desaparece  rápidamente...»

Otra  jornada  se  añade  a  la  sucesión  de  días  sepultados.  Las  verdes  colinas  distantes  y  los  capullos  fragantes  de  los  granados  se  han  fundido  en  las  tiernas  sombras  nocturnas.  El  dolor  y  la  felicidad  se  han  sumido  en  un  letargo,  el  reposo  que  alivia  el  alma.  En  los  jardines  reales  todo  ruido  ha  desaparecido  y  en  esta  inmovilidad  imperante  no  se  percibe  voz  ni  sonido. 

Sueños  con  alas  veloces  descienden  de  las  estrellas  sonrientes  en  acopios  coloreados  y  al  tocar  nuestro  suelo  se  esparcen  entre  mortales  e  inmortales,  animales  y  seres  humanos.  Aletean  sobre  los  durmientes,  los  cuales  lo  atraen  según  las  afinidades.  Sueños  de  júbilo  y  esperanza,  visiones  balsámicas  e  inocentes,  vislumbres  terribles  y  apoteósicas,  vistas  con  los  ojos  cerrados  y  percibidas  por  el  alma.  Algunos  instilan  felicidad  y  refrigerio,  otros  causan  sollozos  que  agitan  el  pecho  durmiente,  lágrimas  y  tortura  mental.  Todos  preparan,  inconscientemente,  al  que  duerme,  sus  pensamientos  en  el  estado  de  vigilia  del  nuevo  día.  Aun  durante  el  sueño,  el  Alma-Ego  no  encuentra  reposo.Su  cuerpo  febricitante  se  agita  angustiado,  incesantemente.  Para  él,  el  tiempo  de  los  sueños  felices  es  una  sombra  que  se  ha  desvanecido,  un  recuerdo  muy  remoto.  A  través  de  la  agonía  mental  del  alma,  el  hombre  se  ha  transformado.  La  angustia  física  de  la  forma  hace  vibrar,  en  su  interior,  un  Alma  completamente  despierta.  El  velo  de  la  ilusión  se  ha  descorrido  de  los  ídolos  insensitivos  del  mundo  y  su  vista  se  abre  clara  sobre  la  vanidad  y  la  insignificancia  de  la  fama  y  la  riqueza  que,  a  menudo,  le  parecen  horribles.  Los  pensamientos  del  Alma  caen  como  sombras  oscuras  en  las  facultades  pensantes  del  cuerpo  en  rápida  desorganización,  amagando  al  pensador  durante  el  día,  la  noche  y  las  horas...La  vista  de  su  caballo  bufante  no  lo  regocija  más.  Los  recuerdos  de  los  rifles  y  las  banderas  arrancadas  a  los  enemigos;  las  ciudades  devastadas,  las  trincheras,  los  cañones,  las  tiendas  y  una  serie  de  trofeos  conquistados,  inciden  poco  sobre  su  orgullo  nacional.  Estos  pensamientos  han  cesado  de  animarlo  y  la  ambición  no  puede  despertar  en  su  corazón  dolido  el  reconocimiento  altanero  de  cualquier  hazaña  valiente  y  caballerosa.  Son  otras  las  visiones  que  pueblan  sus  días  desolados  y  largas  noches  insomnes..

Lo  que  ve  es  una  multitud  de  bayonetas  en  un  combate  mutuo,  que  levanta  una  neblina  de  humo  y  sangre.  Millares  de  cuerpos  mutilados  cubren  el  terreno.  Han  sido  lisiados  por  las  armas  asesinas  que  la  ciencia  y  la  civilización  han  inventado  y  que  los  servidores  de  su  Dios  han  bendecido  para  que  tengan  éxito.  Sus  sueños  pululan  con  seres  heridos,  sangrientos,  moribundos,  mutilados,  con  mechones  despeinados  y  empapados  de  sangre  

Un  sueño  horrible  se  desprende  de  un  grupo  de  visiones  fugaces,  abatiéndose  gravemente  en  su  pecho  adolorido.  La  pesadilla  le  muestra  hombres  moribundos  en  el  campo  de  batalla,  mientras  maldicen  a  los  artífices  de  su  destrucción.  Cada  dolor  de  agonía  en  su  cuerpo  asténico  le  instila  en  el  sueño  la  reminiscencia  de  angustias  aun  peores,  agonías  infligidas  a  causa  de  él  y  para  él.  Ve  y  siente  la  tortura  de  los  millones  que  murieron  después  de  largas  horas  de  terrible  agonía  mental  y  física,  exhalando  el  último  respiro  en  los  bosques,  en  las  planicies  y  en  los  canales  con  agua  estancada  en  el  margen  de  la  calle,  cubiertos  de  sangre  bajo  un  cielo  que  el  humo  había  oscurecido.  Nuevamente,  sus  ojos  se  fijan  en  los  ríos  de  sangre,  cada  gota  de  los  cuales  representa  una  lágrima  de  desesperación,  un  grito  angustiante  y  el  dolor  de  una  vida.  Vuelve  a  oír  los  penetrantes  suspiros  de  la  desolación  y  los  llantos  agonizantes,  cuyo  eco  resuena  en  las  montañas,  los  bosques  y  los  valles.  Ve  las  madres  ancianas  que  han  perdido  la  luz  de  sus  almas,  mientras  las  familias  han  sido  despojadas  de  la  mano  que  las  alimentaba.  Observa  a  las  jóvenes  viudas  a  merced  del  mundo  frío  e  insensible  ya  millares  de  huérfanos  que  mendigan  sollozando.  Se  percata  de  que  las  jóvenes  hijas  de  sus  soldados  más  valientes  se  desembarazan  de  sus  atuendos  de  luto  para  ataviarse  con  los  vestidos  despampanantes  de  la  prostitución.  El  Alma-Ego  tiembla  horrorizada  en  la  Forma  durmiente...  Los  gritos  desesperados  de  los  hambrientos  le  parten  el  corazón,  el  humo  de  las  aldeas  que  arden,  de  los  hogares  arrasados  y  de  las  ciudades  devastadas,  lo  obceca...En  su  sueño  terrible  recuerda  aquel  momento  de  insensatez  durante  su  vida  de  soldado,  cuando,  irguiéndose  sobre  un  cúmulo  de  fallecidos  y  moribundos,  blandió  con  la  mano  derecha  una  espada  cubierta  de  sangre  humeante,  mientras  en  la  izquierda  tenía  el  estandarte  arrancado  de  la  mano  del  soldado  que  estaba  expirando  a  sus  pies  y,  con  voz  estentórea,  encumbró  el  trono  del  Omnipoderoso,  agradeciéndole  por  su  reciente  victoria.

Se  sobresalta  en  su  sueño  y  se  despierta  aterrado.  Un  gran  escalofrío  sacude  su  cuerpo  como  una  hoja  de  álamo  y,  hundiéndose  en  su  almohada,  en  congoja  por  tal  reminiscencia,  oye  una  voz,  la  voz  del  Alma-Ego  que  le  dice:«La  fama  y  la  victoria  son  palabras  vanas...  Tributar  agradecimiento  y  oraciones  por  las  vidas  destruidas  ¡son  mentiras  maléficas  y  blasfemia!». El  Alma  le  susurra:  «¿Qué  han  otorgado  estas  victorias  sangrientas  a  ti  y  a  tu  país?  Un  pueblo  ataviado  en  una  armadura  de  hierro«,  le  contesta.  «Cuarenta  millones  de  hombres  muertos  a  toda  aspiración  espiritual  ya  la  vida  del  Alma.  Una  población  sorda  a  la  voz  apacible  del  deber  del  ciudadano  honrado,  contraria  a  una  vida  de  paz,  ciega  a  las  artes  ya  la  literatura,    indiferente  a  todo,  excepto  al  lucro  y  la  ambición.  ¿Qué  es  tu  Reino  futuro  ahora?  Una  legión  de  títeres  aguerridos,  singularmente;  una  gran  bestia  salvaje,  colectivamente.  Una  bestia  que,  como  este  océano,  ahora  dormita  sombríamente,  mas  está  siempre  lista  a  precipitarse  con  gran  furia  sobre  el  primer  enemigo  que  se  le  indique.  ¿Quién  se  lo  indica?  Es  como  si  un  Demonio  despiadado  y  orgulloso,  invistiéndose  repentinamente  de  autoridad  y  encarnando  la  Ambición  y  el  Poder,  hubiera  atenazado  con  presa  férrea  las  mentes  de  todo  el  país.  ¿Por  medio  de  qué  maléfico  encanto  ha  hecho  retroceder  a  la  gente  a  los  días  primordiales  de  la  nación,  cuando  sus  antepasados,  los  suevos  rubios  y  los  aleves  francos,  vagaban  con  índole  beligerante,  deseosos  de  matar,  diezmar  y  subyugar  el  uno  al  otro

.  El  Alma-Ego  vuela  hacia  la  tierra  de  los  sueños...  Viaja  a  lo  largo  de  eones  de  tiempo,  viviendo,  sintiendo  y  respirando  bajo  las  formas  y  los  personajes  más  heterogéneos.  Ahora  es  un  gigante,  un  Yotun,  que  se  precipita  a  Muspelheim  donde  Surtur  reina  con  su  espada  flamante.Lucha  intrépidamente  contra  una  hueste  de  animales  monstruosos,  ahuyentándolos  con  un  sólo  gesto  de  su  poderosa  mano.  Luego  se  ve  en  el  mundo  del  norte  sumergido  en  la  neblina.  Con  disfraz  de  arquero  denodado,  penetra  en  Helheim,  el  Reino  de  los  Muertos,  donde  un  Elfo  Negro  le  revela  una  serie  de  sus  vidas  y  las  respectivas  misteriosas  concatenaciones.  El  Alma-Ego  pregunta:  «¿Por  qué  el  ser  humano  sufre?».  «Porque  quiso  ser  un  hombre»,  es  la  respuesta  escarnecedora.  Enseguida,  el  Alma-Ego  se  encuentra  en  la  presencia  de  Saga,  la  diosa  sagrada.  Le  canta  las  hazañas  valientes  de  los  héroes  teutónicos,  sus  virtudes  y  vicios.  Muestra  al  alma  los  guerreros  poderosos  que  cayeron  en  el  campo  de  batalla  y  también  en  la  seguridad  sagrada  del  hogar  por  mano  de  muchas  de  sus  Formas  pasadas.  Se  ve  con  facción  de  doncellas,  mujeres,  hombres  jóvenes,  ancianos  y  niños...  Siente  que  ha  muerto  más  de  una  vez  en  esas  formas.  Fallece  como  Espíritu  heroico  y  las  Valquirias  misericordiosas  lo  trasladan  del  campo  de  batalla  sangriento  a  la  morada  de  la  Dicha,  bajo  las  hojas  rutilantes  de  Walhalla.  Emite  su  último  respiro  en  otra  forma  y  es  catapultado  en  el  plano  frío  y  sin  esperanza  del  remordimiento.  Cierra  sus  ojos  inocentes  en  su  último  sueño  de  bebé  y  los  Elfos  dichosos  de  la  Luz,  lo  transfieren  a  otro  cuerpo,  la  fuente  maldita  del  Dolor  y  del  Sufrimiento.  

¿Cuál  es  mi  Futuro?»,  pregunta  desesperada  el  Alma-Ego  a  Skuld,  la  tercera  hermana  Norna.  «¿Se  me  depara  un  futuro  siempre  lleno  de  lágrimas  y  sin  esperanza?»...Ninguna  respuesta  se  enunció.  El  Soñador  siente  que  revolotea  a  través  del  espacio  y  repentinamente  la  escena  cambia.  El  Alma-Ego  se  encuentra  en  un  lugar  que  le  es  muy  familiar,  el  bosque  real  y  el  asiento  delante  de  la  palma  rota.  Su  vista  se  extiende  nuevamente  hacia  el  vasto  espejo  de  agua  que  irisa  las  piedras  y  los  farallones.  Ahí  se  eleva  la  palma  solitaria  destinada  a  una  rápida  desaparición.  El  suave  arrullo  incesante  de  las  olas  livianas  ahora  asume  un  carácter  de  habla  humana  y  recuerda  al  Alma-Ego  las  promesas  formuladas  más  de  una  vez  en  el  mismo  lugar.  El  Soñador  repite  con  entusiasmo  las  palabras  pronunciadas  previamente.«De  ahora  en  adelante,  ¡jamás  sacrificaré  para  la  fama  y  la  vana  ambición  un  sólo  hijo  de  mi  tierra  natal!  Nuestro  mundo  está  tan  lleno  de  dolores  inevitables  y  tan  escaso  de  felicidad  y  dicha  para  que  yo  le  agregue  a  su  copa  de  amargura,  el  océano  insondeable  de  desesperación  y  sangre,  llamado  Guerra.  ¡Lejos  de  mí  un  pensamiento  de  este  tipo!  ...  Nunca  más.

Todo  el  acervo  parece  haber  experimentado  un  cambio  extraño.  Ya  han  desaparecido  la  ambición,  la  codicia  y  la  envidia  famélicas,  erróneamente  llamadas  Patriotismo.  El  egoísmo  cruel  ha  cedido  el  espacio  al  altruismo  justo,  mientras  la  fría  indiferencia  hacia  las  necesidades  de  las  multitudes,  ya  no  encuentra  un  terreno  fértil  en  el  corazón  de  los  pocos  favorecidos.  El  lujo  inútil,  las  falsas  pretensiones  sociales  o  religiosas,  han  desaparecido.  Librar  una  guerra  ya  no  es  posible  porque  se  han  abolido  los  ejércitos.  Los  soldados  se  han  convertido  en  labradores  diligentes  y  trabajadores  y  todo  el  universo  hace  eco  a  su  canción  en  un  éxtasis  de  felicidad.  Alrededor  del  Alma-Ego  los  reinos  y  los  países  viven  hermanados.  ¡Finalmente  ha  llegado  la  gran  hora  gloriosa!  Lo  que  casi  no  osaba  esperar  ni  pensar  en  la  inmovilidad  de  sus  largas  noches  de  dolor,  ahora  se  ha  convertido  en  realidad.  La  gran  maldición  ha  sido  conjurada  y  ¡el  mundo  se  encuentra  absuelto  y  redimido  en  su  regeneración!

  Algo  oscuro  se  interpone  entre  él  y  una  gran  luz  radiante  y  ve  la  sombra  de  la  cara  de  un  gigantesco  reloj  en  las  olas  etéreas.  En  su  superficie  ominosa  lee:
«LA  NUEVA  ERA:  970.995  AÑOS  DESDE  LA  DESTRUCCIÓN  INSTANTÁNEA  POR  EL  PNEUMO-DYNO-VRIL  DE  LOS  ÚLTIMOS  DOS  MILLONES  DE  SOLDADOS  EN  EL  CAMPO  DE  BATALLA  EN  LA  PORCIÓN  OCCIDENTAL  DEL  GLOBO.  971.000  AÑOS  DESDE  LA  SUMERSIÓN  DE  LOS  CONTINENTES  Y  LAS  ISLAS  EUROPEAS.  ESTE  ES  EL  DECRETO  DE  ORLOG  Y  LA  RESPUESTA  DE  SKULD...».

Con  un  gran  esfuerzo  vuelve  a  ser  el  mismo.  Inducido  por  el  Alma-Ego  a  recordar  y  a  actuar  en  conformidad,  alza  sus  brazos  al  cielo  y  jura,  ante  toda  la  naturaleza,  que  conservará  la  paz  hasta  el  fin  de  sus  días,  al  menos  en  su  país.



Un  distante  sonido  de  tambor  y  largos  gritos  de  lo  que,  en  su  sueño,  imagina  ser  los  agradecimientos  enfáticos  por  la  promesa  contraida.  Una  sacudida  abrupta,  un  fragor  violento  y  mientras  sus  ojos  se  abren,  el  Alma-Ego  observa  atónita.  Su  mirada  fatigada  se  encuentra  con  la  cara  solemne  del  médico  que  le  suministra  la  poción  usual.  El  tren  se  detiene.  El  se  levanta  de  su  sofá  más  débil  y  cansado  que  nunca  ya  su  alrededor  ve  prepararse,  en  el  campo  de  batalla,  unas  líneas  interminables  de  soldados  con  un  arma  destructiva,  aun  más  letal.


fragmentos
Blavatsky,  Helena  Petrovna  -  Collected  Writings,  Vol.  IX
1888