El Culto del Toro y la Vaca

Entre los egipcios y los indos era el símbolo del Logos. 

En filosofía esotérica es el Espíritu que vivifica la Naturaleza creadora, o sea el Espíritu Santo. Simboliza el poder generador de la Naturaleza. el nº 1 y la letra Aleph
El toro es uno de los 4 animales sagrados.

El culto del toro y del carnero se tributaba a un sólo y mismo poder, el de la creación generatriz, bajo dos aspectos: el celeste y cósmico, y el terrestre y humano. Los dioses de cabeza de carnero pertenecen todos ellos al último de los aspectos, mientras que los de cabeza de toro pertenecen al primero (celeste y cósmico). Osiris, a quien estaba consagrado el toro, no fué considerado nunca como una divinidad fálica, tampoco lo fue Ziva con su toro Nandi, a pesar del lingam. Como Apis, Nandi es de puro color blanco de leche. Uno y otro eran emblemas del poder generador o evolucionario en el Kosmos universal. Aquellos que consideran los dioses solares y los toros como de un carácter fálico, o relacionan el sol con él, están en un error. Solamente los dioses lunares, los carneros y los corderos son priápicos.

El culto del toro Apis, Hapi Ankh o el Osiris viviente, dejó de existir unos 3000 años atrás; el culto del carnero y del cordero continúa en nuestros días.

El negro toro Mnevis, hijo de Ptah, estaba consagrado al dios Ra en Heliopolis, el toro de la Paz de Hermonthis, lo estaba a Amon Horus, etc., etec., y el mismo Apis no era un animal macho, sino hermafrodita, lo cual demuestra su carácter cósmico. 

 fotografía en Asturias 

Son Símbolos físicos naturales de un ideal metafísico.

La vaca estaba consagrada a Isis, la Madre Universal, la Naturaleza, y a Hathor, principio femenino de la Naturaleza, diosas ambas que estaban asociadas con el sol y la luna

En los Vedas la aurora de la creación está representada por una vaca. Esta aurora es Hathor, y el día que sigue a ella, o sea la Naturaleza ya formada es Isis, porque ambas son una misma excepto en cuestión de tiempo.

fragmento de HELENA P. BLAVATSKY

GLOSARIO TEOSÓFICO