44
Mi alegría es vigilar, esperar junto al camino, donde la sombra va tras la luz, y la lluvia sigue los pasos del verano.
Mensajeros, que traen nuevas de cielos desconocidos, me saludan y siguen aprisa por la senda. Mi corazón late contento dentro de mí, y el aliento de la brisa que pasa me es dulce.
Del alba al anochecer, estoy sentado en mi puerta. Sé que, cuando menos lo piense, vendrá el feliz instante en que veré.
Mientras, sonrío y canto solo. Mientras, el aire se está llenando del aroma de la promesa.
Mi alegría es vigilar, esperar junto al camino, donde la sombra va tras la luz, y la lluvia sigue los pasos del verano.
Mensajeros, que traen nuevas de cielos desconocidos, me saludan y siguen aprisa por la senda. Mi corazón late contento dentro de mí, y el aliento de la brisa que pasa me es dulce.
Del alba al anochecer, estoy sentado en mi puerta. Sé que, cuando menos lo piense, vendrá el feliz instante en que veré.
Mientras, sonrío y canto solo. Mientras, el aire se está llenando del aroma de la promesa.
45
¿No oíste, sus pasos silenciosos? El viene, viene, viene siempre.
En cada instante y en cada edad, todos los días y todas las noches, él viene, viene, viene siempre.
He cantado muchas canciones y de mil maneras; pero siempre decían sus notas: él viene, viene, viene siempre.
En los días fragantes del soleado abril, por la vereda del bosque, él viene, viene, viene siempre.
En la oscura angustia lluviosa de las noches de julio, sobre el carro atronador de las nubes, él viene, viene, viene siempre.
De pena en pena mía, son sus pasos los que oprimen mi corazón, y el dorado roce de sus pies es lo que hace brillar mi alegría.
R. Tagore
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