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miércoles, 17 de junio de 2015

El Hatha Yoga y los tantras pueden ser peligrosos?




Tal es la Ciencia Oculta en que los modernos ascetas y yoguis de la India basan su desarrollo y poderes anímicos. Se les conoce con el calificativo de Hatha Yoguis. La ciencia del Hatha Yoga se apoya en el Prânâyâma o “detención del aliento”, a cuyo ejercicio se oponen unánimemente nuestros Maestros. Porque ¿qué es el Pranâyâma? Literalmente traducido significa: la “muerte del aliento vital”. Según hemos dicho, Prâna no es Jîva la eterna fuente de la vida inmortal; ni está en modo alguno relacionado con Pranava, como algunos piensan, porque Pranava es un sinónimo de AUM en sentido místico. En Las fuerzas más sutiles de la Naturaleza, se halla todo lo que sobre esto se ha enseñado pública y claramente. Pero tales prácticas sólo pueden conducir a la magia negra y a la mediumnidad. Varios Chelas impacientes, a quienes personalmente conocimos en la India, cayeron en las prácticas del Hatha Yoga, no obstante nuestras advertencias. Dos de ellos se volvieron tísicos y uno de estos murió; algunos quedaron casi idiotas; otro se suicidó; y uno logró desarrollarse como Tântrika o Mago Negro; pero felizmente para él, pronto vino la muerte a cortar su carrera.

            La ciencia de los Cinco Alientos: el húmedo, el ígneo, el aéreo, etc., tiene un doble significado y dos aplicaciones. Los Tântrikas la toman literalmente, en lo relativo a la regulación del vital aliento pulmonar; mientras que los antiguos râja yoguis la referían al aliento mental o de “voluntad”, que sólo puede conducir a las superiores facultades de clarividencia, a la función del tercer ojo y a la adquisición de los verdaderos poderes ocultos del Râja Yoga. Enorme es la diferencia entre ambos métodos. El primero, según queda indicado, emplea los cinco Tattvas inferiores; el segundo comienza por emplear únicamente los tres superiores, para el desarrollo mental y volitivo, dejando los demás para luego de dominados aquellos tres; por lo que sólo emplean uno (Âkâsha) de los cinco Tattvas tántricos. Según dice muy bien la obra citada: “los Tattvas son las modificaciones de Svara”. Pero Svara es la raíz del sonido, el substrato de la pitagórica música de las esferas, lo está más allá del espíritu en la moderna acepción de la palabra, el espíritu en el espíritu; o como propiamente se interpreta, “la corriente de la oleada de vida”, la emanación de la Vida Única. El Gran Aliento de que hablábamos en el primer tomo de esta obra es ÂTMÂ, que etimológicamente significa: “el movimiento eterno”. Ahora bien; mientras el chela asceta de nuestra escuela sigue cuidadosamente para su desarrollo mental el método propio de la evolución del Universo, esto es, de lo universal a lo particular, el Hatha Yogui invierte los términos y empieza por esforzarse en obtener la supresión de su (vital) aliento. Pero si, como enseña la filosofía hinduísta, “Svara asume la forma de Âkâsha” al comienzo de cada evolución, y sucesivamente va tomando las formas de Vâyu (aire), Agni (fuego), Âpas (agua), y Prithivî (materia sólida) (23), resulta patente la razón de empezar por los superiores y suprasensibles Tattvas. Los Râja Yoguis no descienden, en los planos de la substancia, más acá del Sûkshma (la materia sutil), mientras que los Hatha Yoguis únicamente desarrollan y emplean sus poderes en el plano material. Algunos Tântrikas colocan los tres Nâdis, llamados: Sushumnâ, Idâ y Pingalâ, en la médula oblongada, cuya línea central designan con el nombre de Sushumnâ, y con los respectivos de Pingalâ e Idâ las divisiones derecha e izquierda. También colocan en el corazón los tres Nâdis, con los mismos nombres. La escuela transhimaláyica de los antiguos Râja Yoguis de la India, con los cuales no deben confundirse los yoguis modernos, coloca el Sushumnâ, asiento principal de los tres Nâdis, en el conducto central de la médula espinal, e Idâ y Pingalâ a los lados izquierdo y derecho. Sushumnâ es el Brahmadanda, el canal (de la médula espinal), cuyo oficio desconoce la Fisiología, como desconoce los oficios del bazo y de la glándula pineal. Son Idâ y Pingalâ los sostenidos y bemoles del fa, tónica de la naturaleza humana y nota media de la septenaria armonía de los principios que, cuando vibran convenientemente, despiertan a los centinelas de ambos lados (al Manas espiritual y al Kâma físico), y subyugan lo inferior por medio de lo superior. Pero este efecto ha de resultar del ejercicio del poder de la voluntad, y no de la científica o regulada supresión del aliento. Si observáis una sección transversal de la médula espinal, advertiréis tres columnas una de las cuales transmite las órdenes volitivas, y la otra una vital corriente de Jîva (24) durante lo que se llama el estado de Samâdhi y otros análogos.



            Quien haya estudiado ambos métodos, el Hatha Yoga y el Râja Yoga, echará de ver una enorme diferencia entre ambos: el primero es puramente psíquicofísico; el segundo puramente psíquicoespiritual. Los tántricos no parecen ir allá de los seis visibles y conocidos plexos, con cada uno de los cuales relacionan los Tattvas; y la gran importancia que atribuyen al plexo principal de estos, el Mûlâdhâra Chakra (el plexo sagrado) indica su egoísta y material anhelo de adquirir poderes. Los Cinco Alientos y los cinco Tattvas de los tántricos, se relacionan principalmente con los plexos prostático, epigástrico, cardíaco y laríngeo; y como casi desconocen el Âjnâ, nada saben del sintetizante plexo laríngeo. Muy distintamente les sucede a los discípulos de la antigua escuela, que comienzan por dominar el órgano a que los anatómicos occidentales llaman cuerpo pituitario, sito en la base del cerebro, sobre la faringe.  


Es fatal “dedicarse al Yoga” con sólo un somero y a menudo extraviado conocimiento de sus verdades prácticas; porque el diez por ciento de estudiantes, o desenvolverán facultades mediumnísticas, o perderán el tiempo y se aburrirán tanto en la práctica como en la teoría. Antes de entregarse a tan arriesgado experimento y de ir más allá de un minucioso examen del propio yo inferior y de sus pasos en la vida, o lo que en terminología ocultista se llama el “Libro de la Vida diaria del Chela”, es preciso aprender, por lo menos la diferencia entre la “magia” blanca o divina y la magia negra o diabólica, y convencerse de que si se “dedica uno al yoga” sin experiencia alguna, y sin tener quien le muestre los peligros, antes hay que cerciorarse de que no se están cruzando de día en día y de hora en hora, los límites de lo divino para caer en lo satánico. Sin embargo, muy fácil es conocer la diferencia; pues basta recordar que ninguna verdad esotérica enteramente revelada se publicará jamás impresa en libros ni periódicos.




Ahora bien; como la diferencia capital entre la magia blanca y la negra es el objeto con el cual se practica, pues son de secundaria importancia los agentes empleados para producir resultados fenomenales, resulta en extremo tenue la línea divisoria entre ambas. Sin embargo, no es tan grave el peligro al considerar que los libros llamados ocultos lo son tan sólo en cierto sentido; es decir, que el texto es oculto sólo por razón de los velos. El lector ha de entender acabadamente el simbolismo, antes de descubrir el genuino significado de la enseñanza. Además, dichos libros no están nunca completos; pues sus varias partes llevan distintos títulos, y en cada una de ellas se inserta algún trozo de otra obra; de suerte que sin una clave, no se encuentra la verdad completa. 


            En vista de que algunos estudiantes tratan de seguir un método de yoga a su manera, sin otro guía que las escasas e incompletas insinuaciones halladas en revistas y libros teosóficos (que tienen que ser naturalmente incompletas), escojo una de las mejores exposiciones de las antiguas obras ocultas, Las Fuerzas más sutiles de la Naturaleza (Nature’s Finer Forces, Londres, 1897), a fin de hacer ver cuán fácilmente puede uno extraviarse con sus velos.

            Parece que el autor de dicha obra se ha engañado a sí mismo. Los tantras, leído esotéricamente, rebosan sabiduría como las más nobles obras ocultas. Estudiados sin guía y llevados a la práctica, pueden determinar varios resultados fenoménicos en los planos moral y fisiológico. Pero perdido estará sin remedio quien acepte la letra muerta de sus reglas y prácticas e intente llevarlas a cabo con algún egoísta propósito. Seguidas con puro corazón e intenciones inegoístas, con el mero objeto de experimentación, no producirán resultado alguno, o bien desengañarán y retrasarán al operador, los que produzca. Pero ¡ay! del egoísta que trate de educir facultades ocultas con el único fin de lograr beneficios materiales y satisfacer venganzas o ambiciones. La separación del Yo superior de los principios inferiores, y el apartamiento de Buddhi-Manas de la personalidad tántrica, serán las rápidas y terribles consecuencias kármicas de la Magia Negra.

            En Oriente, en la India y en China, se encuentran hombres y mujeres desalmados, tanto como en el Occidente, aunque allí no toma el vicio tanto incremento como aquí. A ello les conduce el olvido de la ancestral sabiduría, y la práctica de la Magia Negra. Pero de esto hablaremos más adelante, limitándonos por ahora a añadir: estáis advertidos y conocéis el peligro.

Además, como ya mostramos, la práctica de los Cinco Alientos resulta fisiológica y psicológicamente en una lesión mortal. Y todo esto es por cierto lo que se llama, Prânâyâma, o la «muerte de la respiración», ya que, para el que la practica resulta, en muerte –en muerte moral siempre, y en muerte física muy frecuentemente.



Autora: Helena P. Blavatsky
Fragmento DOCTRINA SECRETA

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