El hombre de pura y virtuosa vida no ha de temer castigo alguno, pues tan sólo queda sujeto a una detención en el mundo astral, hasta que esté bastante purificado para recibir la Palabra de su Señor espiritual, perteneciente a la poderosa Hueste; pero si durante la vida prevalece la naturaleza animal, queda el alma más o menos inconsciente del espíritu, según el grado de sensibilidad cerebral y nerviosa, hasta que más o menos tarde acaba por olvidarse de su divina misión en la tierra. Porque si a manera del vurdalak o vampiro de la leyenda servía, el cerebro se nutre y vigoriza a expensas del espíritu, la ya semi–inconsciente alma queda embriagada con los vapores de la vida terrena, pierde toda esperanza de redención y es incapaz de vislumbrar el brillo del espíritu y de oír las admoniciones de su “ángel custodio”, de su “dios”. Entonces convierte el alma sus anhelos a la mayor plenitud de la vida terrestre, con lo que únicamente puede descubrir los misterios de la naturaleza física. Todas sus penas y alegrías, esperanzas y temores se contraen a las vicisitudes de la vida mundana y rechaza cuanto no puede percibir por sus órganos de actuación sensoria. Poco a poco va muriendo el alma hasta su completa aniquilación, lo cual ocurre a veces muchos años antes de morir el cuerpo físico, en cuyo principio vital ha quedado ya absorbida el alma cuando llega la hora de la muerte. El único residuo de la entidad humana en semejantes circunstancias es un cadáver astral a manera de bruto o idiota, que impotente para elevarse a más altas regiones, se disuelve en los elementos de la atmósfera terrestre. Los videntes, los justos, cuantos lograron el supremo conocimiento del verdadero hombre, recibieron enseñanzas divinas en sueños o por otros medios de comunicación. Auxiliados por los espíritus puros que moran en las regiones de eterna bienaventuranza, predijeron los videntes el porvenir y previnieron a la humanidad contra futuras contingencias. Aunque el escepticismo se burle de estas afirmaciones, están corroboradas por la fe basada en el conocimiento espiritual que ilumina laconciencia superior. En el ciclo que atravesamos menudean los casos de muerte de almas y a cada punto tropezamos con gentes desalmadas. No es, por lo tanto, extraño que Hegel y Schellinghayan fracasado en su tentativa de planear un abstracto sistema metafísico, cuando hombres que de cultos se precian niegan de plano contra toda evidencia los palpables fenómenos espiritistas que ocurren todos los días y a toda hora. Si los materialistas niegan lo concreto, menos dispuestos todavía estarán para aceptar lo abstracto
H.P. Blavatsky- Isis sin Velo
H.P. Blavatsky- Isis sin Velo
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