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viernes, 29 de agosto de 2008

EL TAO Y LA RECONCILIACION DE LOS OPUESTOS




"El estado en el que ego y no-ego ya no son opuestos se llama el eje del Tao". 
R. Wilhelm


El motivo filosófico que subyace en todos los conceptos de Jung es el de la reconciliación de los opuestos: un motivo viejo y universal que caracterizara las civilizaciones china e indo-aria, cada una de modo algo diferente, cada cual recalcando uno de los opuestos.

El Secreto de la Flor de Oro, dice así:

El Tao indiviso, el Gran Uno, da nacimiento a dos principios opuestos de la realidad, la Oscuridad y la Luz, ying y yang. Al comienza se piensa en ellos sólo como fuerzas de la naturaleza, independientemente del hombre. Después, de ellos derivan las polaridades sexuales, al igual que otras. De ying proviene ming, la vida; de yang, hsing o la esencia”.


Tao es “lo que existe a través de sí mismo”, guardando un paralelismo, por tanto, con lo “Auto-Existente”. Pero también es el Gran Número Entero y el Proceso de integración. El signo chino de Tao está compuesto por dos signos; uno significa “cabeza”; el otro, “ir”. Wilhelm traduce Tao como “Significado”; pero habitualmente se lo tradujo como “El Camino”. En un sentido al menos, es el Camino, o más bien el Proceso, en la cabeza. Jung, refiriendo la “Cabeza” a la consciencia, llega al significado: el camino consciente. Tao es la síntesis de ming, la vida y hsing, la esencia. La esencia y la vida, originalmente una sola en Tao, se separan en la concepción del hijo. La meta del desarrollo psicológico es volver a unirlas. Por lo tanto, Tao es el “el método o el modo consciente mediante el cual se une lo que está separado, o sea, la esencia (que es intercambiable con la consciencia) y la vida. La consciencia separada de la vida se refiere al estado que Jung describe como la “deflexión, o el desarraigo de la consciencia”. Asimismo, “la cuestión de hacer conscientes a los opuestos significa la reunión con las leyes de la vida representadas en el inconsciente”. Vivir conscientemente es producir Tao. Hacer esto plenamente es integrar a la consciencia (la esencia) y a las energías del inconsciente colectivo (la vida). Esto llega como resultado de una “proceso psíquico de desarrollo que se expresa en símbolos”. El gran símbolo de la individuación es el mandala; o sea, un círculo mágico que contiene una cruz o alguna otra estructura básicamente cuádruple.


La vida es el resultado de la relación que se establece entre el Sol y la Tierra, entre la energía y la sustancia, entre la Luz y la oscuridad. En el solsticio del verano, domina el Yang; en el solsticio del invierno, el Yin; en los equinoccios, se hallan en un estado de equilibrio dinámico. Los cuatro puntos cruciales, la Cruz de la actividad, los Cuatro actos del drama, que un Quinto Acto puede sintetizar o no. El Quinto Acto es la “Quintaesencia” del saber alquímico. Es el Quinto miembro, la casa de lo Creativo, ya sea arriba o abajo. Es el sitio sagrado en el que mora Tao, el Gran Significado, el ápice de la pirámide basada en los cuatro puntos cruciales del año, el Símbolo de los símbolos. Tao es la solución de todos los conflictos; y, por lo tanto, no es una cosa, ni siquiera una esencia, sino un proceso. Es el Proceso en la Cabeza; la marcha del Iniciado al ascender los escalones que lo conducen hacia la cima de la pirámide.

La meta del Sabio era equilibrar dentro de sí las polaridades opuestas, para llegar a un punto de equilibrio desde el cual todos los conflictos pudieran resolverse simbólicamente, objetivándolos y trascendiéndolos, y llevar, al interior del centro creativo de su personalidad independiente última, la quintaesencia del proceso íntegro del cambio para construir allí el vehículo espiritual para un tipo relativo de inmortalidad individual como la de los verdaderos “Celestiales”.


Fragmentos de textos de C. Jung

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