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miércoles, 12 de noviembre de 2014

SOBRE LA ALEGRÍA INDESTRUCTIBLE



El mayor romance que puedes tener es el romance con Dios... El es el amante y nuestras almas son las amadas, y cuando el alma halla al mayor amante del universo, entonces empieza el romance divino.

 -Paramahansa Yogananda

¿Habéis intentado atrapar el fuego fatuo de ese ‘algo más’ que aún danza en el fondo de vuestros sentimientos al completar vuestros deseos? Analizadlo : Suspiráis por algo mientras no sois capaces de alcanzarlo, pero cuando ya lo tenéis acabáis tarde o temprano hartos de ello y queréis ‘algo más’.

Incluso si la vida os diera de golpe todo lo que quisierais - riqueza, amigos, poder- al cabo de poco tiempo os hartaríais y querríais algo más. Pero hay algo de lo que nunca podrás cansarte: la alegría.

Mientras buscas diversas cosas, directa o indirectamente, estás en realidad buscando la felicidad a través de la realización de tus deseos. No buscas aquellas cosas que te producen tristeza. Tampoco deseas aquellas cosas que te hacen feliz al principio pero que más tarde te hunden en el remordimiento. No importa cual sea tu objetivo, lo buscarás con ilusión, esperando sentirte realizado cuando lo alcances, y así debe ser cuando lo hagas. ¿Entonces por qué no buscar la felicidad directamente? ¿Por qué la buscas por medio de placeres materiales?


Cuando suplicas el favor de efímeros placeres materiales, tu felicidad depende de lo que duren estos. Los objetos materiales así como la satisfacción de los deseos materiales son temporales; por esta razón , toda la felicidad que de ellos se deriva es también temporal. Comer, oler fragancias, escuchar música, mirar bellos objetos - son cosas evanescentes, que duran mientras duren los sentidos del tacto, el olfato, la vista o hasta que la mente esté cansada de esa sensación y busque un nuevo estímulo.

No deseas una alegría transitoria que te entristezca al desaparecer. Estás buscando una felicidad que no es únicamente tentadora. Deberías buscar una alegría que brille para siempre como el radio.

Aún y así no deseas una felicidad que sea siempre igual; deseas una alegría cambiante, que cautive tu mente, que mantenga tu mente perpetuamente ocupada e interesada. La felicidad que llega y comienza a funcionar solo sirve para tentarte; los placeres que llegan a ser monótonos te cansan; la alegría que llega momentáneamente y después se va, dejándote en un estado de indiferencia, es torturante.


La felicidad que rítmicamente cambia pero que ella misma es inmutable, como un actor que interpreta diferentes papeles, es lo que estás buscando. Tal alegría solo puede ser alcanzada mediante la meditación profunda y constante. La fuente interior de la siempre nueva alegría puede aplacar tu sed. A causa de su propia naturaleza, la alegría divina es el único encantamiento que no puede cansar la mente o hacernos querer cambiarla por otra cosa.

En la búsqueda del bien o del mal, es la felicidad lo que siempre estás buscando. Lo primero promete felicidad y proporciona tristeza; lo segundo parece proporcionar tristeza por sus requisitos de fuerza de voluntad y disciplina, pero al final te dará una felicidad duradera.

Dios es infinita alegría, y cuando le has encontrado ya no te hace falta perseguir el ‘algo más’ que siempre huye de ti. Dios es ese ‘algo más’. Hallándole, no te hará falta buscar más. En la siempre nueva felicidad de Dios tendrás todo lo que siempre habías buscado.


Así que no busquéis la plenitud a través de medios materiales, o a través de deseos inspirados por ellos. Buscad la indestructible felicidad que hay en vuestro interior y hallaréis eterna, siempre consciente y nueva Felicidad: Dios. Al contrario que los placeres materiales, esta alegría no es una cualidad abstracta de la mente; es una cualidad consciente cualidad del Espíritu. Búscala y hallarás el bienestar eterno. Cuando hayas obtenido esta felicidad nunca podrás ser un cínico que odia el mundo y condena a sus habitantes. En vez de eso, te hallarás en la posición de apreciar correctamente la creación de Dios. Como Su hijo inmortal, se supone que debes disfrutar la belleza de su trabajo con infinita alegría de tu naturaleza eterna, que es una felicidad perpetua. Pero aquellas personas que se deleitan en lo material sin conocer la superlativa alegría de Dios, se convierten en materialistas. Es una desgracia actuar como un mortal descontento, persiguiendo deseo tras deseo, cuando estás hecho de acuerdo con la imagen de Dios, que es eterna y siempre nueva alegría capaz de satisfacer todos los deseos.



Cuando los inmortales se comportan como mortales, experimentan el placer, la tristeza y la indiferencia en sus naturalezas. Eso es por lo que debes destruir esta naturaleza cambiante, adherida a tu inmutable alma inmortal. Cuando halles la verdadera naturaleza de tu alma de infinita felicidad, esa alegría indestructible permanecerá contigo a través de todas las experiencias de la vida, ya sean gratas o desagradables. Tu felicidad permanecerá inamovible ante el choque de los placeres terrenales. Disfrutarás de todo con esa alegría que es Dios. ‘Sin ser nunca atraído por el mundo sensorial, el yogui experimenta la felicidad del Ser, su alma se une a la del Espíritu y alcanza una alegría indestructible.’*



Paramahansa Yogananda-fragmentos

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