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viernes, 24 de abril de 2015

LA PIRÁMIDE SOCIAL



Sin Maat (Justicia, Confianza, Verdad) la forma piramidal pierde su organicidad, su convivencia, su solidaridad, no es justo ni auténtico. Acaba siendo una estructura de niveles estancos, superpuestos, en el que cada uno aplasta a los inferiores. No son la inteligencia ni la justicia las que gobiernan la colectividad, sino la fuerza y el poder sin otra finalidad que as sí mismo.

Esta forma piramidal o capas horizontales no es un sistema en el verdadero sentido del término, puesto que la interdependencia entre el conjunto y sus componentes es inexistente. Nos encontramos ante una estructura estática, incapaz de unir sino por la coerción y la fuerza. La pirámide pierde su cualidad esencial: su aptitud ascensional.

Los egipcios no construían así ni sus pirámides de piedra ni su pirámide social. En uno y otro caso, edificaban sistemas orgánicos, estructuras que permitían descargar las tensiones, y creaban relaciones orgánicas entre sus componentes.

Distinguiremos, pues, para evitar toda ambigüedad, lo que llamaremos la estructura piramidal estática y el sistema piramidal interactivo.


Funcionalmente, el piramidión ejerce sobre el edificio el mismo papel que Maat en el mundo y en la sociedad de los hombres. Es la única piedra cuyo peso se reparte igualmente sobre el conjunto de la pirámide. De la misma forma, cada uno porta a Maat y se une a ella.

Desde el punto e vista de la organización social, se puede obtener del sistema de construcción de la pirámide un cierto número de enseñanzas.

El más pequeño no está bajo el más grande -sería entonces su esclavo- sino a su lado. Cada uno ocupa el lugar correspondiente a su tamaño, determinado por su aptitud para asumir responsabilidades y su voluntad de hacerlo. A imagen de los paneles de muros verticales de la pirámide, nos encontramos en presencia de individuos que se sostienen mutuamente sin aplastarse, sino teniéndose de la mano. Nada se interpone entre el Cielo y la cabeza de cada uno, no más que entre sus pies y el suelo. Cada uno con su propio destino y su espacio para cumplirlo. Así se puede vivir la autonomía en la solidaridad. Así se hace posible la ascensión, tanto individual como colectiva, en la medida en que se realiza la individualización de cada uno en un estado transpersonal de servicio.

El reparto de cargas es directamente proporcional a la talla de las personas y por lo tanto a su capacidad de llevarlas. Y aquéllos que llevan menos son los más pequeños, contrariamente a lo que ocurre en la pirámide horizontal donde los más pequeños son los más cargados, donde los diferentes niveles no se dan la mano, y las cabezas de los que están debajo son aplastadas por los pies de los que están encima y cuyo peso soportan. Esta pirámide horizontal, mutilada, en la que existe una comunicación entre los que pertenecen a un mismo nivel, pero ninguna entre los diferentes niveles, es la base de todos los sistemas donde se desarrollan, lógicamente, las reinvindicaciones corporativistas, las luchas de clase, etcétera.

A través de este ejemplo de la arquitectura de piedra aplicada a la arquitectura social se encuentran las tres características de Maat, fundadora del orden social egipcio: la solidaridad, la justicia (cada uno en su puesto) y la verdad (o la autenticidad). Tanto en el plano material como en el social, si falta una sola de estas características la pirámide no puede ser realizada, puesto que constituye un todo indisociable.


El sistema piramidal promovido por los egipcios estaba concebido no como un producto natural sino cultural. Organizado a partir de Maat, la sociedad egipcia lo toma como efecto contrario del estado natural. Así el Estado egipcio estaba obligado a defender a los débiles y poner la fuerza al servicio de la justicia. Por ello el pueblo egipcio -compuesto de varias etnias- constituyó la primera sociedad multirracial, particularmente tolerante tanto desde el punto de vista étnico como de las creencias. 



fragmento de FERNANDO SCHWARZ
INICIACIÓN Y PENSAMIENTO SIMBÓLICO EN EL EGIPTO FARAÓNICO

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