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viernes, 20 de abril de 2018

Mi alma me habló - Khalil Gibran



Mi alma me habló y me enseñó a amar lo que el pueblo aborrece y a proteger lo que denigra.

Mi alma me mostró que el amor se enorgullece no sólo del ser que ama sino también del amado.
Antes de que mi alma me hablara, en mi corazón el amor era como una delgada cuerda ajustada entre dos clavijas. Pero ahora el amor se ha transformado en un halo cuyo comienzo es su final y cuyo final es su comienzo. Rodea a todos los seres y se difunde lentamente hasta abrazar todo lo que existe.

Mi alma me advirtió y me hizo percibir la belleza oculta de la piel, la forma y el matiz. Me enseñó a meditar sobre lo que la gente llama feo hasta que aparece su verdadero encan­to y deleite.
Antes de que mi alma me aconsejara, para mí la belleza era una antorcha temblorosa entre columnas de humo. Ahora que se desvaneció el humo no veo sino la llama.

Mí alma me habló y me hizo oír voces que no pronuncian la lengua, la laringe ni los labios.
Antes de que mi alma me hablara yo no oía más que gritos y gemidos. Pero ahora, ansiosamente, puedo oír el silencio y escucho sus coros cantando los himnos de los tiempos y los cánticos del firmamento, que anuncian los secretos de lo oculto.

Mi alma me habló y me enseñó a beber el vino que no procede de lagares ni puede escanciarse de copas que puedan levantar las manos ni tocar los labios.

Antes de que mi alma me hablara, mi sed era como una chispa confusa escondida bajo las cenizas que pueda apagar un sorbo de agua.

Mi alma me habló y me enseñó a tocar lo que aún no se ha encarnado; ella reveló que todo lo que tocamos es parte de nuestro deseo.

Ahora mis dedos se transformaron en bruma que penetra en lo que se ve del Universo y se confunde con lo invisible.

Mi alma me enseñó a aspirar el perfume que no emiten el mirto ni el incienso.
Antes de que mi alma me hablara yo deseaba aspirar la fragancia del perfume en los jardines, en los frascos o en los incensarios. Pero ahora puedo gustar del incienso que no se quema como ofrenda en sacrificio. Y lleno mi corazón con una fra­gancia que ninguna brisa condujo a través del espacio.

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Mi alma me habló y me enseñó a decir "Estoy listo", cuando lo desconocido y el peligro me llaman.
Antes de que mi alma me hablara yo no respondía a ninguna voz, salvo a la del pregonero que conocía, y sólo caminaba por el sendero cómodo y fácil. Ahora lo desconocido es un corcel que puedo montar para conocerlo, y la llanura se volvió escalera y por sus peldaños trepó a la cima.

Mi alma me habló y me dijo: "No midas el tiempo dicien­do: Hubo un ayer y habrá un mañana."
Antes de que mi alma me hablara creía que el pasado era una época que nunca volvería y que el futuro nunca podía ser alcanzado. Ahora me doy cuenta de que el presente contiene a todo tiempo, y que en él se encuentra todo lo que puede esperar­se, todo lo realizado y todo lo cumplido.

Mi alma me habló exhortándome a no limitar el espacio diciendo: "Aquí, allí, allá".
Antes de que mi alma me hablara yo sentía que cualquier sendero que recorría estaba lejos de cualquier otro sendero. Ahora comprendo que en cualquier lugar se encuentran todos los lugares, y que la distancia que camino abarca todas las distancias.

Mi alma me enseñó a estar despierto mientras otros duermen, y a entregarme al sueño cuando otros están en movimiento.

Antes de que mi alma me hablara yo no distinguía sus sueños al dormirse, ni ellos distinguían mis fantasías. Ahora yo nunca zarpo en el buque de mis sueños a menos que ellos me vigilen, y ellos nunca se remontan por el cielo de sus fantasías a menos que yo las comparta en su libertad.

Mi alma me habló y dijo: "No te alegres con el elogio ni te angusties con el reproche".
Antes de que mi alma me aconsejara, yo dudaba del mérito de mi trabajo. Ahora me doy cuenta de que los árboles florecen en la primavera y dan sus frutos en verano sin esperar elogios, y dejan caer sus hojas en otoño sin temor al reproche. Ella me hizo ver que no soy más que el hombre pequeño ni menos que el hombre grande.

Antes de que mi alma me hablara yo veía a la humanidad dividida en dos clases de hombres: una débil, de la que me compadecía, y una fuerte, a la que seguía o me resistía desafiante. Entonces mi alma me habló y me hizo comprender que soy como ambos y estoy hecho de los mismos elementos. Mi origen es su origen, mi conciencia es su conciencia, y su peregrinación es mi propia peregrinación hacia el infinito.

Mi alma me habló y me dijo: "La linterna que llevas no es tuya, y la canción que cantas no fue compuesta en lo profundo de tu corazón, porque aunque sostengas la luz no eres la luz, y aunque seas un laúd con las cuerdas tensas no eres el ejecutante."

Mi alma me habló y me enseñó muchas cosas.

Y tu alma también te ha hablado y también te ha enseñado.

Porque tú y yo somos uno, y no hay diferencia entre nosostros, salvo que yo haya proclamado lo que hay en el fondo de mi ser, mientras que tú lo has guardado como un secreto oculto en tu intimidad, silencio que es también forma de virtud.


Khalil Gibran

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