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viernes, 23 de enero de 2009

DECISIONES....




Decisiones que determinan la vida personal y profesional
Adaptado de un artículo de Dave Anderson

Sea cual sea el punto en el que se encuentre —sea en su vida privada o laboral—, es consecuencia de sus decisiones. Si bien se dan reveses ocasionados por fuerza mayor, la forma en que se reacciona a esos incidentes determina si se continúa avanzando o se queda atrás.

Las siete decisiones siguientes contribuirán a moldear su vida personal y profesional y su carrera, ya sea para bien o para mal. Obviamente hay muchas más, pero estas afectan directamente la capacidad de moldear la vida o verse modelado por ella.

La decisión de perfeccionarse. Perfeccionarse no es automático. Hay que optar por seguir aprendiendo y esforzarse por mejorar. En caso contrario, uno se vuelve chapado a la antigua y arrogante y se estanca.

La decisión de dar. Dar tu tiempo, experiencia y recursos sin esperar nada a cambio es una decisión desinteresada. El mundo necesita más personas generosas. Por increíble que parezca, cuando se presta atención a las necesidades y deseos ajenos se ven satisfechos en mayor medida los propios. En cambio, cuando se opta por acaparar en vez de dar, uno se convierte en el eje de un mundo pequeño y solitario. El resultado es que se rechaza a otros y se pueden perder beneficios.

La decisión de escuchar. Una de las mejores formas de cultivar buenas relaciones humanas es escuchar. Deje de pensar tanto en sí mismo y empieza a pensar más en los demás. Eso atrae a otras personas al ver que se les da prioridad. Si opta por ser el que siempre habla, difícilmente podrá cultivar relaciones firmes o duraderas. Se volverá repelente y la gente lo evitará.

La decisión de dejar huella. Hacerlo añadiendo valor a los demás es una decisión concreta. Es muy parecido a la generosidad, pero va un paso más allá: hace que cuando usted ya no esté el mundo y las personas con las que se relacionó estén mejor que antes. Es más que alcanzar los propios objetivos; es ayudar a otros a alcanzar al mismo tiempo los suyos. Mientras que si decide vivir de forma egoísta, absorbido por sus intereses personales, al dejar este mundo será como si nunca hubiera vivido. No habrá añadido valor a nada ni dejado huella en nadie.

La decisión de obrar como es debido. No siempre es agradable hacer lo que corresponda en vez de lo que resulte fácil, barato, popular o conveniente. Con todo, forja el carácter y mantiene alta la dignidad. Ayuda a conciliar el sueño. Proporciona tranquilidad y facilita la toma de decisiones, al haberse adoptado una postura. Optar por la salida fácil resta credibilidad, y a la larga lo dejará sin amigos.

La decisión de preocuparse por la salud. Se dice que el cuerpo es un templo pero muchos lo tratan como una letrina. Por el ansia de lograr más cada vez, sacrifican algo que no se compra con dinero: el bienestar físico. No se engañe; hacer ejercicio es una decisión personal. Comerse un rosco también es una decisión. Lo mismo que fumar. Cuanto antes se decida a disciplinarse para vivir sano, mejor.

La decisión de establecer un vínculo con una fuerza superior. Una vida espiritual añade una dimensión prácticamente inaccesible para quienes no tienen esas inquietudes. Infunde esperanza cuando los demás están derrotados, energía cuando otros están exhaustos, acierto para saber qué hacer cuando otros están confundidos, y valor cuando otros tienen miedo. Vivir desprovisto de un vínculo espiritual deja una sensación de vacío interior. Si se siente vacío y le parece que su vida carece de un sentido más profundo, puede ser el momento de optar por algo mejor.

Hay otros factores claves que moldean la vida, como aceptar responsabilidades, hacer de cada día una obra de arte y muchos más. Pero los siete que acabamos de enumerar dan mucho para reflexionar. Pero por si no es así, concluiré con cuatro preguntas relacionadas con las decisiones expuestas:

¿Qué está haciendo bien?
¿Qué está haciendo mal?
¿Cómo piensa mejorarlo?
¿A qué espera para hacerlo?

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