Ven, toma mi mano. Te la tiendo en demanda de la tuya, para llevarte a mundos nuevos que hoy apenas te atreves.
Te llevaré hacia la luz. Esa luz brillantísima que es la Sabiduría que soy yo misma. Te llevaré hacia el amor, porque el amor nace del saber, del conocer a otras almas, de guardar la unión entre todo lo creado.
Si miras mis ojos, la inefable dulzura de mi rostro, ¿cómo podrías no acudir a la llamada de mi mano?
A veces, me rechazan.
Pienso que me ven lejana, inasible, y me temen. Quizá creen que nunca podrán alcanzar mi mano. Que nunca podrán saber.
Y sin embargo, tú has rozado mis dedos. ¿No te diste cuenta?
Cuando leíste aquellos libros que hablaban de belleza, de honor y de valor, eran mis dejdos los que pasaban las páginas.
Cuando cerraste tus ojos a lo feo y tus oídos a lo soez, eran mis dedos los que rozaban la piel de tu rostro.
Cuando sonreíste al amor, y sentiste que tu corazón era el espejo de toda la felicidad del mundo, estabas asiendo mi mano, fuerte, muy fuerte.
Cuando en cualquier lugar del mundo, en un salón, en un templo ruinoso, bajo las estrellas, escuchaste las palabras de tu Maestro hasta fundirlas en tu alma, y a su sonido sentiste abrirse las puertas oscuras, entonces agarrabas mi mano con toda la fuerza de un niño que aprende a andar.
Nunca la sueltes.
Y cuando llores por lo que alguna vez hayas perdido, apriétala, y da al otro tu otra mano. Forma una cadena de amor, de voluntad, de vida, de inteligencia. De Sabiduría.
Os guiarán los ojos de Atenea"
Mª Angeles Fernandez-Recogido de la Revista Esfinge
Te llevaré hacia la luz. Esa luz brillantísima que es la Sabiduría que soy yo misma. Te llevaré hacia el amor, porque el amor nace del saber, del conocer a otras almas, de guardar la unión entre todo lo creado.
Si miras mis ojos, la inefable dulzura de mi rostro, ¿cómo podrías no acudir a la llamada de mi mano?
A veces, me rechazan.
Pienso que me ven lejana, inasible, y me temen. Quizá creen que nunca podrán alcanzar mi mano. Que nunca podrán saber.
Y sin embargo, tú has rozado mis dedos. ¿No te diste cuenta?
Cuando leíste aquellos libros que hablaban de belleza, de honor y de valor, eran mis dejdos los que pasaban las páginas.
Cuando cerraste tus ojos a lo feo y tus oídos a lo soez, eran mis dedos los que rozaban la piel de tu rostro.
Cuando sonreíste al amor, y sentiste que tu corazón era el espejo de toda la felicidad del mundo, estabas asiendo mi mano, fuerte, muy fuerte.
Cuando en cualquier lugar del mundo, en un salón, en un templo ruinoso, bajo las estrellas, escuchaste las palabras de tu Maestro hasta fundirlas en tu alma, y a su sonido sentiste abrirse las puertas oscuras, entonces agarrabas mi mano con toda la fuerza de un niño que aprende a andar.
Nunca la sueltes.
Y cuando llores por lo que alguna vez hayas perdido, apriétala, y da al otro tu otra mano. Forma una cadena de amor, de voluntad, de vida, de inteligencia. De Sabiduría.
Os guiarán los ojos de Atenea"
Mª Angeles Fernandez-Recogido de la Revista Esfinge
No hay comentarios:
Publicar un comentario