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sábado, 8 de octubre de 2016

Aportes de H.P. Blavatsky sobre DIOS



Primera Sección

Desde mi primera juventud, hace esto más de cuarenta años, las enseñanzas de H.P. Blavatsky, vertidas a través de sus libros editados y de cuadernos y apuntes de tiraje limitado, fascinaron mi alma y mi inteligencia. Sus conocimientos me parecieron –y aún me parecen- verdaderamente colosales, de una omniabarcancia y profundidad increíbles para alguien nacida en el materialista siglo XIX y no en el siglo de Pericles.

Pero un filósofo, si quiere serlo de verdad y buscar la verdad donde se halle, debe cuidarse mucho de sus propias simpatías, pues estas actúan como verdaderas lentes coloreadas entro lo observado y el observador. Por eso quiero verter en este Artículo los conocimientos y teorías fundamentales que nos dejó H.P. Blavatsky, necesariamente resumidos y sin comentarios.

En una obra tan vasta, compleja y desordenada como la de ella, es muy difícil extraer si quiera un temario, pero lo intentaremos.


DIOS

Nos explica reiteradamente que esta gran percepción mística de aquello a lo que llamamos Dios es inmanente al estado humano; no concibe hombres ateos, pues la pérdida de la captación de lo Divino llevaría al ser humano a un estado de hibernación espiritual y su humanidad sería tan solo potencial.


Explica de qué manera los diferentes pueblos, en épocas distintas y épocas disímiles, revistieron con su propia forma de vida esa percepción mística. Y que los enfretamientos religiosos son frutos podridos de la ceguera humana, pues, los que podríamos llamar Libros Sagrados, aun en lo poco original que nos ha quedado de ellos, no se contradicen. Así, los hombres del desierto imaginan un desierto caliente y los de las cercanías polares lo ven oscuro y gélido.


Para H.P. Blavatsky no existe un Dios personal. Su posición es netamente panteísta. Tampoco cree que nadie pueda arrogarse el hecho de de representar a Dios sobre la Tierra. Más bien opina que todo ser humano, a medida que va despertando a lo espiritual, participa más y más de esa Esencia Divina y, por lo tanto, percibe su Presencia.


Dios, si nos referimos a Aquello, es innombrable con nombre propio e inconcebible racionalmente, es un Misterio. El hombre tan sólo puede entender lo inteligible para él, y así le da atributos a Dios, muy parecidos a los que en cada época y lugar, fueron tenidos por los mejores. Y a tales extremos se llegó que muchos pueblos han afirmado que Dios les pertenecía y que había pueblos elegidos, convirtiendo a sus enemigos en pueblos malditos a los cuales ese “Dios” de uso particular ahogaba, pisoteaba, quemaba y destruía.


H.P. Blavatsky se muestra contraria a toda discriminación en base a creencias, pues las sabe a todas relativas en el tiempo y el espacio. Nadie posee La Verdad, sino una particular y deformada visión de ésta. Rechaza todas las inquisiciones, sea la de Azoca o la de Torquemada. Nos recuerda que nuestras propias creencias están condicionadas, por lo general, al lugar donde hemos nacido, a la época y el entorno familiar. Es enemiga de todo racismo especialmente el racismo espiritual.


Lo que el hombre puede percibir, místicamente, son concreciones e intelectualizaciones de lo que presumimos como “Aquello”. De allí que coincide y reproduce el pensamiento antiguo de que existen “Dioses Intermediarios”, innumerables criaturas normalmente invisibles, que rigen la naturaleza de los hombres y las cosas. En esta jerarquía, ninguna cosa material escapa de estar “cabalgada” por una entidad de la naturaleza más sutil, desde los átomos a las galaxias. Además, existen Maestros de Sabiduría que brindan la oportunidad del Discipulado




JORGE ANGEL LIVRAGA- Extraído de la REVISTA ESFINGE-

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