Una palabra dada a los Dioses permanece a través de los tiempos. Sólo sé que hemos divulgado los secretos de los templos que habíamos prometido guardar. No era justo que todo el conocimiento de nuestros templos se perdiera bajo las aguas, y por eso fuimos enviados a difundir la sabiduría, sabiendo con certeza que hemos de sufrir, vida tras vida, por romper aquel voto. Así debe ser, hermana mía. Juramos compartir su sino, el sino de quien robó el fuego a los dioses, para que el hombre no tuviera que vivir en las tinieblas. Grandes bienes son consecuencia de aquel regalo, más también grandes males, porque el hombre ha aprendido los malos usos y la perversidad… Y así, quien robó el fuego, aunque su nombre sea reverenciado en todo templo por haber traído la luz a la humanidad, sufre para siempre los tormentos a los que está encadenado y el buitre seguirá por siempre devorándole las entrañas… Tales cosas son misterios; un hombre puede obedecer ciegamente a los sacerdotes y las leyes que éstos promulgan, vivir en la ignorancia o desobedecer voluntariamente siguiendo al traedor de la Luz y soportar los sufrimientos de la Rueda de las Reencarnaciones. Y mira… señaló hacia arriba, donde se mecía la figura del Mayor de los Dioses, con las tres estrellas de la pureza, la rectitud y el albedrío en su cinturón-. Ahí permanece, aunque su templo haya desaparecido; y mira, allí la Rueda gira en su sendero rotatorio, aunque la Tierra abajo pueda retorcerse en el tormento, y empuje a templos y a ciudades y a la humanidad hacia una muerte terrible. Aquí hemos levantado un nuevo templo, para que su sabiduría nunca tenga que morir.
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Merlín le sonrió y dijo:
No con mi propio cuerpo. Pero he leído mucho en la gran sala que no se halla en este mundo, donde se escribieron los Anales de Todo lo Existente. Y, también, vivía entonces. Los Señores de este mundo me permitieron regresar, pero en otra envoltura carnal.
No con mi propio cuerpo. Pero he leído mucho en la gran sala que no se halla en este mundo, donde se escribieron los Anales de Todo lo Existente. Y, también, vivía entonces. Los Señores de este mundo me permitieron regresar, pero en otra envoltura carnal.
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La obligó a levantar el rostro y la besó. El dijo: No puedo arrepentirme de esto. Nos dicen en el templo que el verdadero gozo sólo se encuentra estando libre de la Rueda, que es muerte y renacimiento; que hemos de despreciar el gozo y el sufrimiento terrenales, anhelando sólo la paz en presencia de lo eterno. Mas amo esta vida en la Tierra, Morgana, y te amo con un amor que es más poderoso que la muerte, y si el pecado es el precio de nuestra unión, vida tras vida a través de generaciones pecaré gozosamente y sin remordimientos, de forma que esto me lleve de vuelta a ti, amada mía.
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“Morgana”, no era un nombre, sino la denominación de una sacerdotisa, cuyo significado era “mujer de los mares”, en una religión, tan antigua que incluso Merlín hubiera considerado legendaria.
Fragmentos de la Saga "Las Nieblas de Avalon" de Marion Zimmer
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