¿QUIENES SON LOS ANGELES? ¿A QUIEN SIRVEN?
Los Angeles son seres de luz o de fuego que actúan en los diversos planos y que constituyen el Cuerpo místico de Dios, la Creación. Su irradiación es reducida con el fin de penetrar en la dimensión densa y material del Universo.
La palabra ángel viene del griego, aggelos, que significa “mensajero”. En hebreo se les llama malakhím, “mensajeros” o “enviados”. La palabra malakh significa mensajero, y viene de la raíz melekh, que designa a la realeza. Son los Agentes divinos que sirven de intermediarios entre los mundos superior e inferior. Realizan las misiones que se les encomiendan (malakhouth significa misión)
La tradición enseña que cuando diez personas se reúnen para rezar, crean un malakh, es decir, un Angel o un mensajero. Así, los Malakhim corresponden al mundo de los Egrégores.
Los Angeles son normalmente invisibles y cuando se dejan ver, bajo la orden de su Maestro, tienen la apariencia de un humano, pero transfigurado por una luz sobrenatural, son los Angeles de Luz. Aparecen en sueños o por medio de visiones que han vivenciado numerosos místicos de todas las religiones.
El Angel es una substancia simple dotada de vida, de palabra y de inteligencia. Esta substancia es de fuego o de luz. No desobedecen nunca a Dios y cumplen escrupulosamente sus órdenes. Exaltar es su alimento, santificar su bebida, adorar su alegría. Los Cielos están repletos de ellos, hasta el punto de quebrarse por su peso porque “no existe ni un mínimo espacio que no sea ocupado por un Angel arrodillado o prosternado” dice una frase atribuida al Profeta.
En relación con el Amor divino, son los Agentes de la Iluminación y de la Sabiduría, y desempeñan un rol protector e inspirador para el hombre que busca el Sendero espiritual. Inspiran en los hombres los Ideales más nobles y generosos de superación de sí mismos que pueden sentir en su corazón. Por la fuerza del amor, garantizan la armonía y la unión de la Creación (religo), cantando la alabanza de dicha Creación, y preservando su equilibrio dinámico.
Cada individuo está en relación particularmente con tres de los setenta y dos Guías de Luz que reciben el nombre de Angeles Custodios. Lenain decía sobre ello: “Siguiendo la doctrina de Agrippa, cada uno de los hombres tiene tres Angeles Guardianes o Genios; el primero sagrado, no emana de la fuerza de los astros pero viene como mensajero de Dios, en cuanto el alma es creada. Ese Espíritu es universal y está por encima de la Naturaleza; es el director de la vida; trasmite la Luz divina, es decir, la Luz del Verbo que ilumina a todo hombre que llega al mundo y exalta el Alma hacia el Creador; se le conoce por la tabla de las horas. El segundo Genio emana del mundo astrológico, es decir, de la fuerza de los astros; lleva al hombre hacia la virtud; influye sobre la moral y la palabra; se le conoce por la tabla de los días. El tercer Genio emana del mundo elemental; domina el físico del hombre; influye sobre la salud, el movimiento y las acciones; se le conoce por medio de la tabla de los quíntuplos”.
Los tres Angeles Custodios tienen su correspondencia en uno de los tres planos que componen la personalidad humana: el plano mental, el plano emocional y el plano físico. De esta manera, si todos los mensajeros celestes responden favorablemente a una invocación, podemos dirigirnos de manera privilegiada a esos tres Angeles Custodios de acuerdo a nuestras afinidades particulares.
Evidentemente, para establecer ese contacto con nuestros propios Angeles Custodios, se necesita que la persona haya comenzado un verdadero trabajo interior, que se encuentre en el camino de la individualización que le permitirá atravesar sus propias sombras, miedos y experiencias difíciles acumuladas en su inconsciente personal, y que pueda conectarse con su Yo superior, el centro y la globalidad de su propio Ser que le permitirá unir lo particular y lo universal. Como dice C.G. Jung: “la individualización no excluye al Universo, lo incluye”.
COMO COMUNICAR CON LOS ANGELES
Los Guías de Luz jamás se imponen en la conciencia humana y se encuentran invariablemente al servicio de aquellos que soliciten su ayuda. Responden a la voluntad del hombre, trasmitiéndole las fuerzas espirituales de las cuales son vectores. No contradicen la Naturaleza, ya que saben que el Hombre debe vivir sus propias experiencias para avanzar en el Sendero de la realización espiritual.
No obstante, para establecer contacto con los Angeles, debe establecerse una relación de armonía, ya que leyes muy precisas rigen los diversos planos de manifestación desde lo visible hasta lo invisible y no pueden ser ignoradas. Por lo tanto, se debe encontrar un lenguaje que permita esta comunicación, y el lenguaje universal es el de la resonancia vibratoria. Para un trabajo de armonización y de integración de las energías propias de la Jerarquía, el hombre puede contactar con los Seres de Luz que la componen y recibir las potentes emanaciones espirituales de las cuales son vectores.
Para lograr esto, existen dos niveles de armonización; el primero consiste en prepararse haciendo u trabajo sobre sí mismo en los diversos planos de la personalidad; el segundo, (una vez que la personalidad está purificada) logra la armonía vibratoria por un trabajo sobre el plano mental que sintoniza al individuo con los cuatro planos de manifestación de los cuales hablamos anteriormente. Entonces, gracias a la oración, el contacto puede establecerse y puede transmitirse el mensaje: “¡Estén en la cima, siempre en la cima, nosotros nos encontramos allí!”
La preparación de nuestra personalidad nos exige que nos pongamos a la altura de los seres que deseamos contactar y que moran en una dimensión superior de conciencia.
Jorge Angel Livraga nos lo explica diciendo que para entrar en contacto con seres espirituales, debemos educar nuestra vida, nuestras emociones y nuestras ideas.
Educar nuestra vida significa tener una sana higiene de vida, por medio de una buena salud, para poder preservar el buen uso de nuestro cuerpo físico y la buena circulación de las energías vitales. Evitar todo exceso y toda intoxicación son las primeras condiciones, retomando la máxima de Sócrates: Nada en exceso. Adaptarse a su ritmo vital y a su ángel, dejándonos guiar por los ángeles protectores que nos cuidan.
Educar nuestras emociones consiste en no dejarse invadir por las pasiones bajas y egoístas, por el miedo, la cólera, el rencor o el deseo que nos ciegan y que nos hacen perder nuestra dignidad humana en un momento de descuido. Debemos calmar y estabilizar nuestra emotividad, independientemente de las percepciones exteriores. Para ello debe cultivarse lo Bueno, lo Bello y lo Justo, ya que esto nos permite interiorizar aún más y encontrar lo eterno entre aquello que es perecedero, lo positivo entre lo negativo y lo bello en medio de la fealdad. El desarrollo de un «humor alegre» en vez de sombrío permite afirmar el espíritu y hacerlo más apto para recibir los mensajes de los planos superiores.
Enterrar los resentimientos, deshacerse de toda forma de lástima por uno mismo y tener un sentido natural de gratitud, de agradecimiento y de oración espontánea salida del corazón con ofrendas simples permite educar la esfera de nuestras emociones hacia el plano de los sentimientos.
Educar nuestras ideas significa salir del círculo vicioso de las «ideas circulares» que nos hacen revivir una y otra vez las numerosas experiencias, muchas veces dolorosas, que hemos vivido solamente una vez. El plano mental debe utilizarse para la investigación científica, artística, literaria u otra cosa que mantenga ocupada la imaginación y llene constructivamente nuestro tiempo libre. Pensar en Dios y en temas metafísicos nos permite entrar en contacto con las dimensiones invisibles de la existencia, así como el hecho de dejar de pensar en ello lo hace desaparecer de nuestra conciencia.
Llámenlo, él vendrá infaliblemente
Autora: Laura Winckler- "EL RETORNO DE LOS ANGELES" - Edit. N.A.
Ver completo:
http://www.nueva-acropolis.es/filiales/libros/LW-El_retorno_de_los_angeles.pdf
No hay comentarios:
Publicar un comentario