Cuenta la leyenda que, a los sones de su lira armoniosa, construyó Anfión, los muros de Tebas. Al conjuro de la música las piedras se movían, danzaban, se ordenaban y ocupaban su lugar formando el recinto de la antigua ciudad.
En ese símbolo subyace uno de los más profundos significados de la mitología grida. La exégesis de ese mito revela, ante todo, que la armonía es la ley fundamental del universo, y que la misma ley compenetra la Tierra, su diminuto fragmento. Todas las formas, por tanto, son sensibles a aquellas fundamentales leyes cósmicas. Y en el secreto del conocimiento de esas profundas leyes y para aquel que sabe operarlas, se halla la evocación de la vida y por tanto, de la belleza. Es un trasunto legendario del Demiurgo que, a través de los ritmos, plasma sus sueños y como un milagro, los construye. Todos los reinos se hallan compenetrados por esa inmensa música del universo que hacía operativa, en el mito, la flauta mágica de Anfión.
Cuenta por otro lado la tradición hinduista, que Brahman creó al mundo danzando. Esa otra poética interpretación del poder de creación de la obra maestra del gran artífice, es una de las más bellas y trascendentales imágenes del símbolo. A los ritmos de la gran música de los espacios, la creación es como un juego sublime.
Todos los seres creados, toda la humanidad sin distinción, formamos parte del universo. Por tanto, nos hallamos inmersos en ese infinito mar de armonías que los místicos perciben en sus estados de remonte y beatitud, de liberación y éxtasis.
La armonía crea y sostiene los mundos, ritma y mide sus órbitas, integra sus respectivas materias, ordena su ley, siempre a imagen del arquetipo divino o modelo solar, radiante, (nuestro padre) que todos poseemos. Todo lo que es inarmónico, se halla al margen de gran ley universal. Es como un vacío, una burbuja infinitesimal en ese plano armónico.
Sólo cuando el hombre deviene un instrumento vivo de la gran armonía, se vincula al ritmo de la suprema creación, y es capaz de interpretar y transmitir las ondas de vida que emanan constantemente del creador, el Sol manifestado, el músico supremo.
Josefina Maynade "Símbolos y el Hieros Logos"
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