El Kado o “Camino de las Flores” es una de las artes Zen. Esta corta palabra, Do, significa literalmente Vía, Sendero o Camino, pero tiene una connotación de carácter espiritual.
Añadir el sufijo do a un arte, significa que este arte busca su realización por la vía del Do, es decir por el autoperfeccionamiento.
El Do es “la manera”, “El espíritu” utilizado en la ejecución de ese arte, y este espíritu, esta vía es la expresión del pensamiento Zen.
El espíritu Zen se caracteriza por un estado de concentración mental. Tiene una forma lenta, hierática, calma y solemne de efectuar todos los movimientos, por insignificantes que éstos sean.
Esta forma de actuar la vemos reflejada en el cuidado puesto en la preparación antes de confeccionar un ikebana; en primer lugar, se miran detenidamente los accesorios que se van a utilizar, las flores, unas cuantas ramitas y hojas, un florero, una podadera, una pequeña sierra, un trozo de tejido de algodón para limpiar los utensilios y una jarrita de agua para regar las flores y después disponerlas en el florero. Las plantas que se van a utilizar están ligadas con un lazo de rafia.
Una vez acabado el arreglo será colocado en el tokonoma, el sitio de honor en una casa japonesa, y toda persona que entre en la habitación donde éste se encuentre no dejará de saludar respetuosamente al arreglo floral.
En el Kado encontramos también la importancia dada al vacío (en japonés ku). Se aconseja estar “vacío en sí mismo”, sin pensamientos egoístas, inoportunos. Estos estados trasmiten la vivencia del Zen. Así, en los arreglos florales, los espacios dejados entre las plantas son parte integrante de la composición en el mismo grado que las flores mismas.
La sala donde se practica el Ikebana es la sala de la Vía, un sitio sagrado, y para los maestros en Kado, la “Vía de las Flores” va del corazón del hombre al corazón del Todo.
He aquí las palabras de un Maestro de Ikebana:
“El hombre y las plantas son mortales y cambiantes, el significado y la esencia del arreglo floral son eternos.
Debe buscarse la forma exterior desde lo interior
La belleza unida a la virtud es poderosa
Cultivad la amistad con sinceridad y aristocracia de sentimientos".
Añadir el sufijo do a un arte, significa que este arte busca su realización por la vía del Do, es decir por el autoperfeccionamiento.
El Do es “la manera”, “El espíritu” utilizado en la ejecución de ese arte, y este espíritu, esta vía es la expresión del pensamiento Zen.
El espíritu Zen se caracteriza por un estado de concentración mental. Tiene una forma lenta, hierática, calma y solemne de efectuar todos los movimientos, por insignificantes que éstos sean.
Esta forma de actuar la vemos reflejada en el cuidado puesto en la preparación antes de confeccionar un ikebana; en primer lugar, se miran detenidamente los accesorios que se van a utilizar, las flores, unas cuantas ramitas y hojas, un florero, una podadera, una pequeña sierra, un trozo de tejido de algodón para limpiar los utensilios y una jarrita de agua para regar las flores y después disponerlas en el florero. Las plantas que se van a utilizar están ligadas con un lazo de rafia.
Una vez acabado el arreglo será colocado en el tokonoma, el sitio de honor en una casa japonesa, y toda persona que entre en la habitación donde éste se encuentre no dejará de saludar respetuosamente al arreglo floral.
En el Kado encontramos también la importancia dada al vacío (en japonés ku). Se aconseja estar “vacío en sí mismo”, sin pensamientos egoístas, inoportunos. Estos estados trasmiten la vivencia del Zen. Así, en los arreglos florales, los espacios dejados entre las plantas son parte integrante de la composición en el mismo grado que las flores mismas.
La sala donde se practica el Ikebana es la sala de la Vía, un sitio sagrado, y para los maestros en Kado, la “Vía de las Flores” va del corazón del hombre al corazón del Todo.
He aquí las palabras de un Maestro de Ikebana:
“El hombre y las plantas son mortales y cambiantes, el significado y la esencia del arreglo floral son eternos.
Debe buscarse la forma exterior desde lo interior
La belleza unida a la virtud es poderosa
Cultivad la amistad con sinceridad y aristocracia de sentimientos".
Fragmentos de un artículo de Isabel Terren
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